Bajo la protección del Cristo Negro
Escenas tumultuarias se produjeron en la basílica del Cristo Negro de Esquipulas con ocasión de la firma de la declaración que puso fin a la cumbre de presidentes centroamericanos. Con dos horas y media de retraso sobre el horario previsto salieron los presidentes del interior de la abadía y tomaron asiento en sillones colocados en el altar mayor de la basílica. Los bancos del templo habían sido reservados para los invitados de las delegaciones de cada país. Los periodistas tenían a su disposición dos tribunas a derecha e izquierda del altar mayor, que eran insuficientes para dar cabida a todos. La basílica quedó convertida en un zoco de noticias y rumores en espera de la llegada de los mandatarios. Ni la música del órgano bastaba para aplacar a 13 centenares de enviados especiales, que trepaban por los púlpitos, escalaban los altares y desarmaban confesionarios en busca del ángulo más favorable para presenciar la ceremonia de la firma o el lugar ideal para poder captar las palabras de los presidentes. Toda la escena se desarrollaba en presencia de la imagen del Cristo Negro de Esquipulas, venerada por miles de peregrinos de toda América Central, que cada año acuden en peregrinación.
A la puerta de la sacristía, que da acceso a la abadía benedictina, dos mujeres entregaban una cantidad en quetzales (moneda de Guatemala) "para que el próximo mes de enero se digan misas por la paz en el mundo".
La zona de Chiquimula, donde está situada la ciudad de Santiago de los Caballeros Esquipulas, es una de las regiones más derechistas de Guatemala y feudo del partido político de ultraderecha Movimiento de Liberación Nacional.
En Esquipulas se comentaba con ironía estos días que ante este Cristo iba a sentarse el comandante sandinista Daniel Ortega en el acto solemne de la firma de la declaración de Esquipulas y el tedeum posterior. Después que el presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo, concluyó la lectura de la declaración de Esquipulas, la basílica vivió escenas dignas de una película de Buñuel. Mientras se daba vuelta a los sillones que ocupaban los presidentes para dejarlos cara al altar mayor y el arzobispo de Guatemala, revestido con todos sus ornamentos, se disponía a iniciar el solemne tedeum, políticos de diferentes nacionalidades improvisaban ruedas de prensa por los pasillos de la basílica.
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