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Thatcher da garantías a los protestantes del Ulster sobre el acuerdo británico-irlandés.

La primera ministra británica, Márgaret Thatcher, ha asegurado a los dirigentes protestantes del Ulster que cualquier acuerdo futuro con Dublín no supondrá cambio alguno en la actual relación constitucional de Irlanda del Norte con el Reino Unido, pero se ha a someter a referéndum entre los habitantes de la provincia un eventual acuerdo anglo-irlandés.

Los líderes de los dos partidos unionistas, James Molyneaux y el reverendo lan Paisley, se entrevistaron ayer durante una hora con Margaret Thatcher para trasladarle la preocupación de la mayoría protestante de Irlanda del Norte sobre las conversaciones secretas que desde hace varios meses mantienen los Gobiernos de Londres y Dublín sobre el futuro de la provincia.

Fuentes diplomáticas de la capital irlandesa esperan que las conversaciones, cuya recta final se inició el martes en Dublín, produzcan un acuerdo inmediato, que sería anunciado durante la próxima cumbre entre Margaret Thatcher y el jefe del Gobierno irlandés, Garret Fitzgerald, prevista para la segunda mitad de noviembre.

Antes de entrevistarse con la primera ministra, Molineaux y Paisley habían declarado en Belfast su intención de pedir a Thatcher la celebración de un referéndum sobre el resultado de las conversaciones entre los dos Gobiernos, referéndum que, caso de convocarse, sería ganado por los protestantes, dada su situación mayoritaria en el Ulster con relación a los católicos.

Garantías de Thatcher

Fuentes cercanas al número 10 de Downing Street, residencia de la primera ministra, informaron que Thatcher dio toda clase de seguridades a sus interlocutores de que la actual situación del Ulster como parte integrante del Reino Unido no sufriría variación alguna como consecuencia de un acuerdo eventual entre los dos Gobiernos, por lo que se hacía totalmente innecesaria la convocatoria de un referéndum. La postura oficial de Londres es que el Ulster seguirá perteneciendo al Reino Unido en tanto en cuanto la mayoría de sus habitantes así lo deseen.El acuerdo que, si llega a materializarse constituirá el acontecimiento más importante en las relaciones entre Londres y Dublín desde la arbitraria partición de Irlanda en 1922, prevé la creación de una comisión conjunta anglo-irlandesa presidida, en igualdad de condiciones, por el secretario de Estado británico para Irlanda del Norte y el ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda. Esta comisión contaria con un secretariado compuesto por funcionarios de ambos países, cuya misión sería la de supervisar las decisiones adoptadas por una cámara política elegida por votación popular entre los miembros de las dos comunidades.

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El Gobierno británico se reservaría los temas de orden público, seguridad y cualquier otro que pudiera afectar a su soberanía, y el acuerdo sería registrado en la sede de las Naciones Unidas con el fin de conseguir la sanción de la comunidad internacional.

Fuentes irlandesas han asegurado a EL PAÍS que, si se consigue el acuerdo, Estados Unidos estaría dispuesto a contribuir con un fondo de 500 millones de dólares (unos 80.000 millones de pesetas) para el desarrollo de Irlanda del Norte en proyectos comunes de turismo e infraestructura.

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