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El secuestro del avión de la TWA

La falta de control de Berri sobre el Partido de Dios obstaculiza la liberación de los secuestrados

IGNACIO CEMBRERO, El jefe de la milicia shií Amal, Nabih Berri, está dispuesto a liberar a los rehenes del avión norteamericano secuestrado a cambio de una promesa firme de Washington de que su aliado de Tel Aviv pondrá a su vez en libertad, en un corto plazo de tiempo, a sus 700 correligionarios encarcelados en Israel, según fuentes shiíes. Pero la falta de control de Berri sobre los radicales del Partido de Dios, en cuyo poder se encuentran algunos pasajeros, hace difícil encontrar una salida rápida a este conflicto. Ayer fueron liberados, sin embargo, el cantante Demis Roussos, su novia y un amigo de ambos.

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Nabih Berri no parece tener en sus manos "todas las cartas de la baraja", según las mencionadas fuentes, y debe contar en la negociación con el Partido de Dios -ala integrista y proiraní del movimiento shií-, que tiene probablemente en su poder a algunos de los pasajeros norteamericanos -seis, según la emisora de radio Voz de Líbano- y que exige para soltarles el retorno efectivo a Líbano de los presos shiíes.Por el momento, la negociación parece encontrarse en punto muerto, tal y como reconoció el propio Berri en su conferencia de prensa de ayer, al acusar a Estados Unidos de "no demostrar ningún'sentido de la responsabilidad, a pesar de la carta de súplica enviada el domingo al presidente Reágan por 32 rehenes".

"¿Por qué Estados Unidos no ha pedido hasta ahora a Israel que suelte a 700 libaneses inocentes que no han sido ni siquiera juzgados?", se preguntó, y por primera vez amenazó con devolver los rehenes a los piratas aéreos, dando a entender que dejaría de garantizar sus vidas.

Las divergencias entre shiíes moderados y radicales, junto con la aparente intransigencia de Washington, uno de cuyos barcos de guerra, el Kidd, era visible ayer desde el aeropuerto de Beirut, permiten prever que las conversaciones para promover el intercambio serán lo suficientemente largas como para que la Prensa local compare ya este episodio con el que en 1979 dio lugar en Teherán a que unos 50 ciudadanos de EE UU permanecieron retenidos en su embajada por estudiantes islámicos durante 444 días.

Iniciado hace seis días en Atenas por tres miembros del Partido de Dios, el secuestro del Boeing 727 de la TWA, fue recuperado, tras la primera escala del aparato en Beirut, por Amal, cuyo jefe asumió poco después la principal petición de los piratas aéreos -la excarcelación de los shiíes en Atlit- y, según reconoció, se hizo, además, cargo de la negociación "no como intermediario, sino como parte reivindicatoria".

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Suavización de exigencias

La asunción por Berri de la dirección de la operación significó, sin duda, una ligera suavización de las exigencias formuladas.

Disfrazada con motivos humanitarios, pero achacable en realidad a razones de seguridad tendentes a impedir una operación de rescate, Berri ordenó el lunes de madrugada la evacuación de los rehenes del aparato de la TWA, que fueron repartidos en pequeños grupos por el laberinto de las populosas barriadas meridionales del sur de Beirut habitadas por shiíes, donde les vigilarían conjuntamente sus secuestradores y inificianos de Amal.

Aunque Berri aseguró, en su improvisada conferencia de prensa del lunes, que los rehenes sacados del avión eran todos custodiados por sus hombres, persisten serias dudas sobre la total evacuación del aparato y la custodia por Amal de la totalidad de los pasajeros que se encontraban a bordo.

Un primer grupo de viajeros con apellidos judíos fue desembarcado del Boeing en Beirut en la madrugada del sábado, cuando, al parecer, la operación estaba aún totalmente en manos de los shiíes radicales, y por consiguiente estarían en poder del Partido de Dios, acusado por Washington, en octubre de 1983, de volar los acuartelamientos militares norteamericano y francés en Beirut. El Partido de Dios desmintió esta acusación.

Esta primera evacuación forzosa de rehenes fue anunciada por la TWA en Nueva York y posteriormente confirmada por el presidente Ronald Reagan, pero el lunes, Berri, que es también ministro de Estado encargado de la Justicia y del Sur de Líbano, afirmó que ignoraba todo "lo referente a los nombres judíos".

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