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El secuestro del avión de la TWA

Un pastel de cumpleaños para Demis Roussos

Los secuestradores del avión de la TWA se acordaron del cumpleaños de Demis Roussos, al que trajeron el viernes un pastel y le pidieron que les cantase, según declaró ayer el popular cantante de origen griego y de nacionalidad norteamericana. Roussos fue liberado ayer por la tarde, y habló ante la Prensa en el domicilio de Nabih Berri, líder de la milicia shií Amal.Demis Roussos, que cumplió el viernes 39 años de edad, fue puesto en libertad junto con su novia, norteamericana, una rubia llamada Pamela Smith, y otro pasajero de la misma nacionalidad, Targon Tsitis, de 18 años de edad. Los orígenes helénicos de éste le salvaron también de permanecer retenido junto con los 40 rehenes norteamericanos aún cautivos, según la cifra proporcionada por Nabih Berri.

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Los tres liberados sonreían tímidamente, y Pamela Smith olía el ramo de flores que le había sido regalado minutos antes por el jefe de Amal, quien, en el curso de una conferencia de prensa multitudinaria, expresó su deseo de que su "gesto de buena voluntad sirva para facilitar la solución del asunto".

A una pregunta sobre cómo se le sacó del avión, el cantante contestó que fue desembarcado "de noche, junto con otras dos personas". Agregó: "Fui transferido a una casa donde no sé cuánto tiempo permanecí porque he perdido la noción del tiempo". Nada más entrar en aquel piso de los suburbios meridionales de Beirut, sus anfitriones, fieles, a pesar de las circunstancias, a la tradicional hospitalidad árabe, le ofrecieron té. "Me atendieron muy bien", señaló.

En absoluto traumatizado por su reciente aventura, Dernis Roussos se declaró incluso "dispuesto a volver a Líbano" para cantar. Pero apenas terminada la ceremonia de entrega de los ex cautivos al embajador de Grecia, los tres subieron en el automóvil del diplomático, escoltado por un coche repleto de guardaespaldas, y cruzaron al sector cristiano de la capital, en cuyo puerto de Jumeh se embarcaron inmediatamente rumbo a Chipre.

"Debían de tener un recuerdo tan malo del aeropuerto", explicó un miembro del séquito del embajador, "que ni siquiera quisieron esperar en la terminal al próximo avión".

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