Una obra atípica

Nana, Impromptu de Obio y Catástrofe. Autor: Samuel Beckett. Dirección: Pierre Chabert.Círculo de Bellas Artes. Madrid.

Catástrofe es una diminuta obra atípica de Beckett. En principio es quizá la única en que la agresión al hombre terminal se hace visible por un personaje que representa el poder, la opresión; el triunfador con seguridad en sí mismo y vulgarídad suficiente. Tiene también una situación diseñada concreta: una sala de ensayo, un director y un personaje sometido, manipulado, ridiculizado a través de una ayudante de dirección que obedece las órdenes con terror propio. Al final, el personaje rompe la humillación con un solo gesto de dignidad y orgullo. Todo esto es ya tosco y burdo, dentro de la figura irónica y agónica de Beckett, de su desasimiento de la materia práctica; pero lo agrava más su intención política: que el director vaya disfrazado de ruso y el personaje de judío de gueto, lo hace todo de una grosería considerable. Entendámonos: sólo merece elogios que un hombre del prestigio universal de Beckett se ponga al lado de una Checoslovaquia aplastada y de sus gestos de dignidad y de libertad, y no es esa política la criticable (al contrarío), sino la ruptura de una dramaturgía y de una línea filosófica y poética para reducirse a lo que dentro de su universo es una anécdota concreta. Los reparos son estéticos y dramáticos. Como si le hubiese alcanzado la corrupcion.Esta pieza viene a continuación de dos breves poemas dramáticos, con lo que se constituye uno de los espectáculos del mes de homenaje a Beckett en el Círculo de Bellas Artes. La primera es una breve canción de cuna hacia la muerte -Nana-: Maite Brik la actúa suavemente y dulcemente, acompañada por el crujido de la mecedora, mientras su voz recita, grabada, esta canción para morir: con emoción, con un bello sonido humano. El Impromptu de Ohio es un monólogo acompañado, una brizna de recuerdo de un personaje y del que podría ser su doble: dicho con gravedad, con misterio y con la expresividad requerida por Francisco Vidal, a quien también corresponde el gesto decisívo y descriptivo del final de Catástrofe.

El texto castellano de María Antonia Rodríguez Gago no tiene! reproches lingüísticos ni teatrales, pero no se ignora la dificultad de la poesía para trasladarse de idioma, sobre todo cuando el recitado está dirigido por un profesional de otra lengua (el francés Pierre Chabert, que es un gran actor); los intérpretes hacen su esfuerzo por suplir esta dificultad. En cuanto a la puesta en escena, en estos dos. casos de la Nana y el Impromptu es exactamente igual a la de La última banda: la luz que saca de la oscuridad los rostros entre ropajes negros, y a la oscuridad los devuelve, trabajando como un pincel. Parece siempre la misma obra. En Catástrofe, los significados anecdóticos son excesivamente subrayados.