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Reagan presiona a Bélgica para que instale los euromisiles

Francisco G. Basterra

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, presionó ayer durante dos horas, en la Casa Blanca, al primer ministro belga, Wilfried Martens, para que Bélgica despliegue en su territorio los 48 misiles de crucero que le corresponden según los acuerdos alcanzados en 1979 por la Alianza Atlántica. La respuesta del político belga a las urgencias del presidente evitó el compromiso público de despliegue de los cohetes a partir de marzo como está previsto, aunque confirmó el apoyo de su pequeño país a la doble decisión atlántica de instalar los misiles al tiempo que se negocia con la Unión Soviética.

Martens se enfrenta a problemas de política interna para cumplir este compromiso, mientras Reagan estima que una negativa belga a inmstalar los euromisiles sería interpretada por la URSS como una debilidad de la OTAN cuando se van a iniciar nuevas conversaciones con Moscú para la reducción de armas nucleares.El presidente afirmó tras la entrevista con Martens que ambos estaban de acuerdo en que debe continuar la solidaridad entre los miembros de la OTAN y que el progreso conseguido en las conversaciones de Ginebra para que los soviéticos vuelvan a la mesa de negociaciones se debe fundamentalmente a la instalación de los euromisiles. La URSS abandonó en el otoño de 1983 las negociaciones sobre reducción de armamento nuclear y prometió no regresar a la negociación a menos que la Alianza abandonara la instalación de los cohetes de alcance intermedio (INF) en Europa.

Martens, que preside un Gobierno de coalición democristiano liberal, se está jugando su permanencia en el poder con la cuestión de los euromisiles y busca una salida intermedia, la de aplazar su despliegue hasta que Washington y Moscú alcancen un acuerdo de reducción de estas armas de alcance intermedio que haga innecesario su instalación en Bélgica. Pero el tiempo juega contra el primer ministro belga, ya que los 48 misiles de crucero que debe recibir su pequeño país deben instalarse a partir del próximo mes de marzo.

Martens utilizó unos términos muy prudentes al abandonar ayer la Casa Blanca y confirmó su adhesión a la llamada doble decisión de la OTAN, que preveía desplegar los 572 Persing 2 y y misiles de crucero a la vez que se abría el diálogo con Moscú para negociar la reducción de los cohetes INF en Europa. El político belga pidió a Reagan que en las anunciadas negociaciones con la URSS se discuta inmediatamente este aspecto sobre el que las dos superpotencias podrían llegar a un acuerdo con más facilidad que en los dos otros cestos de la negociación: las armas nucleares estratégicas, de largo alcance, y los sistemas defensivos en el espacio. El primer ministro belga solicitó también que

Washington informe y consulte a los aliados europeos sobre el desarrollo de las futuras negociaciones.

El problema continúa siendo el de los plazos. Con euromisiles ya instalados en la RFA, el Reinoi Unido e Italia, sólo quedan Holanda y Bélgica como los dos únicos países que todavía no han iniciado el despliegue de sus cruceros.

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Ultima oportunidad

Este hecho es aprovechado por la URSS, que ve una última oportunidad propagandística para atacar la cohesión de los aliados occidentales. Gromiko afirmó el domingo, en la televisión soviética, que la continuación del despliegue de los euromisiles "complicará" la situación y "cuestionará la necesidad de las negociaciones".

Sin embargo, en Washington se le ha concedido escasa atención a esta afirmación del veterano Groiniko y el secretario de Estado, George Shultz, ha afirmado que la

URS S vuelve a negociar sin condiciones previas y que no abandonará las negociaciones por el despliegue continuado de los euromisiles. "Aunque diga muchas cosas, Groiniko lo sabe", dijo Shultz.

El tema de los INF tiene una importancia relativa visto desde este lado del Atlántico. Se considera que es un resultado de una petición de los aliados europeos arrancada a Estados Unidos para demostrar que este país continúa asegurando la defensa nuclear del Viejo Continente. A Estados Unidos le-interesa mucho más el apartado de los cohetes estratégicos intercontinentales, en el que desea conseguir reducciones drásticas en el arsenal soviético de estas armas instaladas en tierra a cambio de concesiones en los misiles norteamericanos intercontinentales lanzados desde submarinos.

The New York Times informaba ayer que la Administración Reagan desearía un rápido acuerdo sobre euromisiles en las nuevas negociaciones, que se concretaría en una limitación de los INF que aún se han de desplegar en Europa a cambio de una reducción de los SS-20 soviéticos. Sin embargo, Moscú ha hecho pública en las últimas horas su firme postura de que no habrá acuerdo alguno en este tipo de armas o sobre las estratégicas a menos que simultáneamente EE UU limite o abandone su proyectada defensa en el espacio.

La interpretación del comunicado final de las conversaciones de la pasada semana en Ginebra ha reabierto la ya vieja brecha existente en el Gobierno norteamericano. El secretario de Estado continúa afirmando que no hay condiciones previas al diálogo, pero que existe una relación entre los sistemas de armas ofensivas y defensivas. El jefe del Pentágono, Caspar Weinberger, niega esta relación y estima que podrán conseguirse acuerdos en un cesto concreto de armas, aunque no se vaya adelante en los otros.

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