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DEBATE POLÍTICO EN NICARAGUA

La actividad política de los sacerdotes

La noticia de que el jesuita Fernando Cardenal, ministro de Educación de Nicaragua, se desvinculó jurídicamente de la Compañía de Jesús, no puede haber extrañado a nadie. La decisión tomada bilateralmente, por mutuo acuerdo de las partes, trata únicamente de poner en claro la disciplina dentro de la que se mueve el ministerio de un sacerdote.El proceso de maduración data de 1970. El jesuita se dedicaba entonces a la formación de la juyentud nicaragüense, que en buena parte se apuntaba al sandinismo. La lucha contra la injusta situación somocista formaba parte de los ingredientes de la obra evangelizadora. "Entre evangelización y promoción humana -desarrollo, liberación- existen, efectivamente, lazos muy fuertes" (Pablo VI).

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¿Cómo explicar que'e1 general de los jesuitas prescinda de los servicios valiosos que puede prestar un hombre preparado al frente de un ministerio civil? En 1979, el padre Pedro Arrupe inicia una serie de intercambios epistolares con el padre Cardenal sobre la oportunidad de aceptar o no determinados cargos en el movimiento sandinista.

Para el jesuita nicaragüense se trata de una objeción de conciencia. Piensa que su fidelidad al Evangelio le obliga a llevar adelante su concreto compromiso político.

El nuevo código de la Iglesia reafirma, con carácter general, "la prohibición a los clérigos para aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil" (canon 285,3). En dicho canon se distinguen gradualment e las actividades "indecorosas" (párrafo 2) de las que se refieren a "los cargos públicos".

Las primeras han de ser evitadas por su misma naturaleza. Las segundas se prohiben por ley positiva. La autorización, en cada caso, compete a la autoridad eclesiástica. Los superiores eclesiásticos de Fernando Cardenal han juzgado que el puesto que ocupa en el Gobierno sandinista no cumple las condiciones mínimas para eximirle de la prohibición general. En este marco jurídico se ha producido su cese en la Compañía.

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Pero esto no es todo. En un clima de mutuo respeto y de sinceridad, ambas partes han llegado a esta conclusión dolorosa. Cardenal, según él mismo ha declarado, mantiene su afecto a la Compañía y la deja con dolor.

Algo qué se decide ea el santuario de la conciencia no debe desorbitarse ni producir reacciones indebidas. Un cargo político no es por sí mismo "indecoroso", ni siquiera "extraño" al ejercicio del sacerdocio.

El caso de Fernando Cardenal es bien especial. Al menos así lo han juzgado quienes podían hacerlo y con los que el mismo ministro Cardenal sigue manteniendo las mejores relaciones cristianas. No le van a faltar la comprensión y aun la ayuda de los mismos jesuitas nicaragüenses para seguir desempeñando su cargo con el mayor acierto.

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