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Reportaje:

La tercera España de Hemingway

Expertos en la obra del escritor regresan a la sierra donde se desarrolla 'Por quién doblan las campanas'

Por esos caprichos del clima en esta primavera retrasada, los congresistas que participaron en el simposio internacional sobre Hemingway, celebrado la pasada semana en Madrid, pudieron reconocer en Navacerrada, al inicio del recorrido, la flora que se da con esas mismas características en el mes de mayo. Las retamas amarilleando el paisaje y los berros junto al río dieron la bienvenida a este grupo de coleccionistas hemingwayanos. Con un mapa topográfico de la zona en la mano, tres de los 40 profesores norteamericanos creían poder trazar la ruta que siguió Robert Jordan con su guía Anselmo después de descansar tres horas en el Club Alpino. "Anselmo y Jordan caminan durante un trecho hacia el sendero a La Granja. Hay en efecto un camino que lleva del Club Alpino a las montañas como figura en el mapa topográfico, pero no se sabe a ciencia cierta si esa es la ruta que siguieron Jordan y Anselmo", anota William Watson en la Guía al Madrid de Hemingway que preparó para está ocasión. 'Más allá, en un bar, los émulos de Hemingway apuraban una cerveza y un cigarrillo, como hubiera hecho él. Como hubiera hecho cualquiera, en realidad. Alguien por ahí comentaba que Hemingway era en ocasiones excesivo, ("muy vasco", llegó a decir uno de los profesores). *Anécdotas sobre su vida en Madrid- suelen sobrar; pero aquí, en esta excursión que mezclaba los personajes reales con los ficticios, como si se tratara de recordar tiempos vividos por todos a una, salían a relucir episodios inesperados. Se evocó la última escena de The sun also rises (conocida en castellano con el desafortunado nombre de Fiesta), en la que el protagonista bebe cuatro botellas de vino de la Rioja alta después' de tres martinis. "Seis botellas, para ser más exactos", apunta un riguroso. "Sí, corremos el riesgo de convertirnos en detallistas", explica Edward Stanton posteriormente, "pero eso les sucede a todos los especialistas". En todo caso, se comentó que era más divertido ser especialista en Hemingway que en Conrad, por ejemplo.

Ni republicana ni nacionalista

La España de Hemingway, la tercera España -ni republicana ni nacionalista, como calificó esa mañana Ramón Buckley al retrato que se hizo de la época de la guerra civil española por parte de los intelectuales extranjeros que intervinieron-, tiene un rostro a veces irreconocible para el propio retratado. Para Ernest Hemingway, España era "the last good country" (el último buen país), una tierra no contaminada por las luchas de la primera guerra mundial y digna de apoyo en su lucha a favor de la República. Según Buckley, en España no se ha analizado el papel de Hemingway de forma racional. España fue la gran aventura de este siglo para los intelectuales-aventureros que sentían la llamada de su conciencia, palabra aludida constantemente por Hemingway en su correspondencia de la época. Sus sueños se hicieron realidad, en gran parte, a través de sus novelas, queriendo acercarse al ideal del gran guerrillero solitario.La caminata de Robert Jordan a través de las montañas fue hecha por los estudiosos en autobús, pero para no salir de la atmósfera se leyeron unos versículos; perdón, un párrafo de la novela, el que describía el puente. El puente de La Cantina sobre el río Eresma no es el puente de hierro que figura en la novela; es un antiguo puente de piedra ante el que Hemingway se hizo retratar cuando volvió á España en 1950 diciéndole a su esposa que aquel era el puente de la novela. La ficción y la realidad vuelven a ajustarse* al capricho del narrador cuando le place. Todo el resto del paisaje coincidía con la descripción de la novela. La curva hacia la derecha por la que vendrían las tropas enemigas -y que al pasar el puente giraba a la izquierda-, los árboles, el río, el claro que atra.viesan en la última escena. No, el claro no, no hay ningun claro, pero el sitio es este.

Tampoco hay cuevas en la zona. Un geólogo les informó que era imposible encontrar una formación rocosa en esos terrenos como la que describían. La cueva donde se esconden Pilar, El Sordo, Ánselmo, Jordan y María noexiste, pero todos ellos podrían jurar que estaba ahí, en la espesura de las montañas, muy escondida. El campamento y la cueva estaban en un lugar bien cubierto en la cima de la montaña. Robert Jordan observa que el sol de la mañana no alcanza la boca de la cueva. A pesar de saber que no podía ser visto a causa de la sombra de los árboles y de la roca sobre ellos, se metió de nuevo en la cueva "para no ponerlos nerviosos".Culpa de no nacer aquí

Hemingway presenta una visión desfigurada de España, según Ramón Buckley. No fue un corresponsal de guerra cabal, no tuvo el rigor ni la intención de serlo. Su protagonismo le llevó a buscar el riesgo, pero no por ello estaba bxento de una clara noción de los ideales que le llevaban a comprometerse con esa realidad. "Yo no nací en España, pero eso no es culpa mía", dijo alguna vez. Pero ¿hasta qué punto conoció Hemingway España, y sobre todo el alma española?, ¿de qué modo contribuyó a difundir la realidad de los momentos y lugares que se transformaron en ficción bajo sus manos en el resto del mundo? Lo único cierto es que en él se mezclaron el escritor y el hombre, el aventurero, el soldado y el exrtranjero. La ficción y la realidad se combinaron para los conocedores en el mismo terreno de los hechos. El terreno de los hechos no ha hablado todavía.

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