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FESTIVAL DE CANNES

El decepcionante 'Novecento' de Sergio Leone

Hace trece años que Sergio Leone anunció en el festival de Cannes el proyecto de su película Érase una vez en América, pero hasta ahora no se había traducido a la pantalla. El proyecto que Leone deseaba realizar encontraba múltiples dificultades y sólo pudo ser rodado, por fin, entre julio de 1983 y marzo de 1984 en Estados Unidos, Francia, Canadá e Italia. Su presupuesto inicial -ocho millones de dólares- se ha transformado en 30.La expectación por conocer el resultado de un tan largo esfuerzo estaba, por tanto, justificada. La decepción quizá aumentara por ello. Sólo en esporádicos momentos de las casi cuatro horas de proyección se justifica el sueño del director italiano, trasplantado ahora a Estados Unidos, país del que ha pretendido hacer una crónica, a semejanza de la que Bertolucci hiciera de su Italia natal en Novecento. En el filme de Leone son otra vez dos amigos quienes se unen y enfrentan a lo largo del tiempo. Vinculados a la Mafia, utilizan con astucia el sucio mundo provocado por la ley seca. Uno de ellos, encarcelado en su juventud y más tarde liberado, conserva cierto prurito, mientras que el otro, castigado por la calle, no tiene reparos en afrontar cualquier empresa de la que se obtengan beneficios. De cualquier forma, el duelo entre ambos amigos no tiene un peso específico en la película, aunque pudiera ser su tema central.

Leone, al querer hacer una obra importante, ha gastado sus fuerzas en rebuscar fórmulas estéticas que den a su trabajo la apariencia "de, calidad" que, aquellos viejos westerns que le hicieron famoso no contienen. El filme se hace innecesariamente confuso y se prolonga con exceso más allá de lo que su temática exige. Sólo unos discretos aplausos acompañaron la proyección de una película anunciada en el festival de Cannes en términos inusuales: una gran gala a beneficio del Instituto Pasteur, a 8.000 pesetas la butaca, y fuera de concurso. Robert de Niro, su protagonista, no ha acudido, sin embargo, a la Costa Azul, restando, por ello espectacularidad a la presentación de tan cacareada película, estrenada ya en Estados Unidos, al parecer, sin demasiado éxito. Leone se niega a la adaptación que los productores quieren realizar sobre esas más de tres horas, y en la polémica, Érase una vez en América pierde consistencia. Quizá abreviada la película mejorara en amenidad, pero su interés de base no queda ría alterado. Otros muchos filmes han tratado ya el sórdido ambiente de la prohibición, de forma que, sin excesivo esfuerzo, puedan recordarse numerosos títulos en los que el rigor no quedara maltratado por el espectáculo.

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