Indalecio Prieto iba a los toros
En los congresos del PSOE de principio de siglo se aprobaba siempre una resolución exigiendo la abolición de las corridas de toros. Un veterano militante me contaba hace unos años cómo él, joven socialista y aficionado al arte de Cúchares, osó asistir camuflado a una Corrida en Las Ventas y se encontró, perplejo, la oronda humanidad de don Indalecio Prieto en primera fila de barrera, deleitándose con la faena de una de las figuras de la época.En los tiempos actuales no sólo no se presentan resoluciones de tal corte en nuestros congresos, sino que son los senadores y diputados socialistas los más interesados en crear comisiones para una racional regulación de la fiesta y, por supuesto, nadie se esconde para ver una corrida.
En Sevilla además existe una curiosa simbiosis político-taurino-futbolística que asocia en el subconsciente colectivo a los socialistas andaluces con el Betis y con Curro Romero o Manolo Vázquez.
El hecho de que la renovación y la modernización del PSOE partan del joven núcleo socialista sevillano de tos años sesenta y de que haya sido desde 1977 el partido más votado en todas las elecciones en Andalucía obliga mucho en la identificación con las profundas raíces populares de las fiestas de la primavera sevillana y andaluza.
Y la Maestranza, con su color, su olor y sus silencios, es quizá el lugar de renovar cada año ese pacto que tenemos con el pueblo de Sevilla.
El rito de la fiesta, desde el paseíllo a la última estocada, es en Sevilla algo inigualable para. los que no tenemos que reclamar comprensión, porque todo forastero que viene y lo presencia lo comprende y se integra rápidamente.
En el espléndido momento de renacimiento cultural que está viviendo España, y en el formidable reencuentro de las clases populares con las fiestas sevillanas que se ha producido en los últimos años, sería importante recuperar el diálogo de los intelectuales y del universo político con el mundo taurino, que tanto dio que hablar y que escribir en los años treinta.
Los Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Sebastián Miranda o Federico García Lorca mantenían una fluida corriente de comunicación espiritual con los Belmonte, Domingo Ortega, Ignacio Sánchez Mejías,,como años después ocurriera con Picasso y Luis Miguel Dominguín, sin que esa bella tradición se mantenga en nuestros días, pero algo hayen el ambiente que me dice que estainos en los albores de una nueva edad de oro del diálogo taurino-intelectual que rescata a la fiesta de la influencia señoritil y hortera que tan negativa impronta le produjo en los años cuarenta y cincuenta, y de nuestra intelectualidad la necesaria dimensión popular que la tradicional fiesta representa.
Sevilla, como capital de los toros, y la Maestranza, como la plaza de mayor prestigio, deben ser los lugares de ese reencuentro que sólo la España de hoy podía hacer posible. Luis Yáñez-Barnuevo es presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) y presidente del Partido Socialista Obrero Español en Andalucía.
Babelia
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