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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Críticas ante la música nueva

Recientemente ha vuelto a dar señales de vida en el mundo de la música un estado de opinión que, guiado por la más vetusta reacción, hace gala de estar en contra de toda innovación musical que pueda considerarse verdaderamente innovadora. Estos grupos siguen sin comprender que estamos a finales del siglo XX, que la vanguardia de los años cincuenta-sesenta ha sido ya asimilada como una muestra importante de la cultura de este siglo por gran parte de la sociedad europea y que si hoy se hace una música distinta ala del pasado es porque nuestro tiempo también es diferente. Las reacciones de estos movimientos de opinión han manifestado una vez más no sólo no haber entendido nada de lo que en los últimos años ha venido sucediendo en la música y en la cultura, sino también un desconocimiento verdaderamente enciclopédico y una intolerancia que parecía ya superada.Por casualidad ha caído en mis manos un libro, ya con muchos años, pero que parece que siempre va a estar en la actualidad más palpitante y del que me voy a permitir extraer unos párrafos. Me refiero a Lexicon of musical invective, escrito por Nicolás Slonimsky y editado en 1965 en Los Ángeles. Se trata, como su nombre indica, de un compendio de ofensas e injurias escritas por críticos, escritores y comentaristas musicales y dirigido a los compositores que en las distintas épocas osaron hacer una música diferente, una música nueva, desde Beethoven hasta nuestros días. Su lectura es para el compositor estimulante y le reconforta de muchas adversidades. Al mismo tiempo, creo debe llenar de perplejidad y crear una sensación frustrante a aquellos críticos que, hoy como antaño, no viven en su tiempo con la alegría que cada época lleva consigo, así como a aquellas personas que rechazan lo nuevo por el simple hecho de serlo. A estos grupos creo que les deparará un mal sabor de boca y hasta un cierto desagrado al ver lo poco originales que siguen siendo en el presente al buscar nuevos adjetivos para con ellos rechazar las tendencias que pretenden hacer en arte lo que su tiempo les exige.

El "esto no es lo que hasta ahora entendíamos por música"; el .aquí no se sabe si la interpretación es buena o mala, pues da lo mismo tocar una nota falsa o no ya que nadie se entera"; el "esto nunca será, el arte del futuro"; el "la música se ha terminado"; "esto es una tomadura de pelo", y palabras como "esquizofrénico", "impúdico", "infernal", "ruidos caóticos"... se encuentran en este precioso libro refiriéndose a Beethoven (Tercera sinfonía), Chopin (primera Balada), Berlioz, Chaikovski, Debussy, Mahler, Strauss, Schoenberg, Webern, Bartok y un largo etcétera. Aquí se muestra cómo cierta crítica se viene repitiendo desde el día en que un crítico de esta especie se encontró ante una obra que no estaba escrita según sus ideas, sin importarle nada que esta música viniese firmada por Beethoven, Verdi, Debussy Mahler o cualquier otro ignorante musical. Generalmente, esta clase de críticos da por sentado que ellos son los que están en posesión de la verdad y que el pobre compositor es un simple escriba que, al salirse del dictado que el crítico le impone, sólo merece desprecio e insultos para conseguir que abandone tan inútil menester como es el inventar música, ya que la música hace mucho que está inventada y no conviene añadir nada nuevo a este invento, que lo único que hace es estropearlo.

Quiero citar cuatro casos concretos, del libro que tengo en mis manos para intentar hacer reflexionar sobre ellos, aunque generalmente las personas que reflexionan y piensan no necesitan de estos estímulos, pues se bastan a sí mismas para imponerse esta edificante disciplina, y las que no lo hacen, por sistema, no atienden a ningún tipo de incitaciones.

El 16 de noviembre de 1885 se publicaba en el Boston Evening Transcript el siguiente comentario: "Los amantes de Brahms se vieron continuamente molestados por una gran cantidad de oyentes que iban abandonando la sala durante la ejecución de esta sinfonía. Tenemos que admitir que, para la gran mayoría del público, Brahins es un sufrimiento continuo de terror incomprensible". El crítico se refería al estreno en Boston de la Primera sinfonía de Brahins.

En 1909, un comentarista con fino instinto musical publicaba en la Revue de Temps Presents: "Considero que la reputación de este músico sólo se debe al esnobismo y al bluff... Menos que otras, esta fórmula de música no creo que nunca pueda hacer escuela". Aquí se refiere a Claude Debussy.

El Sun, de Nueva York, de 5 de diciembre de 1913: "Mahler no tiene mucho que decir en su Quinta sinfonía y necesita un tiempo larguísimo para no decirnos nada". Aquí, creo, sobra todo comentario. Como final de este muestrario quiero citar la Gazette Musicale de Paris del 22 de mayo de 1853, haciendo un comentario a la primera audición en la capital francesa de Rigoletto: "Rigoletto es la menos fuerte de las obras de Verdi. Carece totalmente de melodía. Esta ópera no tiene la menor posibilidad de mantenerse en el repertorio".

El comentario a toda esta larga lista de exabruptos a la música que en su momento fue nueva, no es posible en este artículo, pero merecería la pena de un detallado análisis. Es lógico que la música nueva, aquella que se escribe con intención de servir con rigor y categoría a la realidad histórica del tiempo en que se vive, no puede gustar a todo el mundo, críticos incluidos. Pero si el compositor hace un esfuerzo para expresarse en el lenguaje que esa realidad histórica le exige, creo deberíamos pedir también que la crítica use de ideas y conceptos que sean también concordantes con ese tiempo.

La simple crítica adversa a una obra nueva no indica necesariamente que ésta sea buena, ni lo contrario. A través de la historia hemos visto cómo obras capitales han sido felizmente enjuiciadas por comentaristas que supieron ver en ellas la novedad y la calidad que contenían. Pero conociendo de antemano las inclinaciones para aceptar o no lo verdaderamente nuevo que hay en una obra del que suscribe una crítica, la reseña adversa de un estreno proporciona casi siempre a esta obra un buen salvoconducto para su instalación en el futuro.

Libro de cabecera para críticos

Yo propondría, por tanto, que este libro sirviese de libro de cabecera y consulta para críticos, estudiosos y público en general, que gusta de instalarse en el pasado, para que, antes de lanzarse a una más o menos furibunda diatriba contra una creación nueva imaginada por el inagotable mundo de la fantasía humana, revisasen si estas mismas palabras y conceptos, si estos mismos criterios y adjetivos, no fueron ya dichos anteriormente. De esta manera evitarían el efecto bumerán, pues si sus juicios adversos ya fueron utilizados años atrás para agredir a obras como la sinfonía Heroica beethoveniana, la primera sinfonía de Brahins o El mar, de Debussy, por sólo citar algún ejemplo, lo que en estos juicios hay de contrario y adverso para la nueva obra se transforma inmediatamente en el más encendido elogio.

Cristóbal Halffter es compositor.

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