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Madrid, entre la distensión y la guerra fría

Excepcional conferencia de prensa hoy en Moscú con la presencia del jefe del Estado Mayor

En lo que parece habrá de ser la apoteosis final de la campaña iniciada hace unos días por el Kremlin para argumentar su inocencia en la crisis del jumbo surcoreano, hoy se celebrará en Moscú una conferencia de prensa de nivel excepcional. En una capital en la que son escasísimos los encuentros de políticos de alto nivel con los corresponsales extranjeros, hoy se someterán abiertamente a las preguntas de la prensa internacional tres altos funcionarios: uno de ellos, el jefe del Estado Mayor de la URSS, mariscal Nikolai Ogarkov.El mariscal, que es además primer viceministro de Defensa, estará acompañado en la tribuna del centro de Prensa que Moscú .estrenara durante los Juegos Olímpicos del verano de 1980 por un primer viceministro de Asuntos Exteriores, Gueorgui Kornienko, y el jefe del Departamento de Información Internacional del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Leónidas Zamiatin, quien, de hecho, ha venido actuando durante los últimos años de la era Breznev como una especie de portavoz del partido y de la jefatura del Estado, especialmente durante los viajes realizados a Occidente por el anterior líder soviético.

FÉLIX BAYÓN, Moscú

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Este cartel de lujo para la conferencia de prensa de esta tarde sustituye, precisamente, al encuentro que los corresponsales extranjeros tenían programado -desde antes de la crisis del jumbo- con el primer viceministro de Aviación Civil, Boris Panyukov, que fue suspendido el miércoles a última hora sin que se dieran mayores explicaciones, que, por lo demás, parecen innecesarias.

Ayer, los ambientes periodísticos occidentales de Moscú no estaban, sin embargo, demasiado excitados por el acontecimiento: se cree que la conferencia de prensa no ofrecerá grandes novedades, aunque, en el mejor de los casos, podría servir para agregar matices a las informaciones que el Kremlin ha venido dando a lo largo de los dos últimos días.

No se espera, pues, que Ogarkov, Kornienko y Zamiatin añadan mucho a la que ya parece ser definitiva versión del Kremlin: el jumbo era un avión espía al servicio de Washington, que violó el espacio aéreo de la URSS y que fue detenido por cazas de este país.

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De haber tenido algo nuevo que decir -se comentaba ayer en Moscú-, hubiera sido el propio jefe de la diplomacia soviética, Andrei Gromiko, quien lo hubiera hecho, aprovechando para ello su presencia en la Conferencia de Madrid y sus conversaciones con colegas occidentales.

Entre tanto, los medios de comunicación soviéticos siguen dedicando buena parte de: su espacio a exponer la posición del Kremlin en esta crisis, sin ahorrar la intervención de sus comentaristas de más relumbrón: el propio Zamiatin -por poner un ejemplo- colaboraba con este fin en el último número del semanario Literaturnaya Gazeta.

Los últimos -en seritido cronológico- en participar en la campaña han sido los juristas soviéticos. El miércoles por la noche, en uno de los más importantes programas de la televisión de la URSS, un profesor de leyes afirmaba que la defensa del espacio aéreo soviético no sólo era justa, sino necesaria. Horas después, un alto funcionario del Ministerio de Justicia concedía una entrevista a la agenci.a oficial Tass en la que afirmaba- que la conducta observada por los controladores y pilotos de la defensa antiaérea soviética había estado en completo acuerdo con las normas internacionales.

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