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El conflicto del Atlántico sur sigue abierto

El Reino Unido culmina la reconquista del archipiélago de Ias Malvinas con la captura de las Sandwich del Sur

Andrés Ortega

Tras la captura de la isla de Thule, en el archipiélago de las Sandwich del Sur, todas las dependencias de las islas Malvinas han vuelto a manos británicas. En un brevísimo comunicado del Ministerio de Defensa, Londres anunció ayer tarde que a las 14.30 (hora de Madrid) se habían rendido a las fuerzas británicas los argentinos destacados en Thule. "Aún se esperan detalles completos, pero los informes iniciale sugieren que no hubo combates", señaló el Ministerio.

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Este no dio más detalles sobre la operación ni sobre los argentinos que se encontraban en Thule. Según la British Broadcasting Corporation (BBC), había una decena de científicos. Otras fuentes habían hablado en días pasados de la presencia de tropas argentinas.Los argentinos ocuparon ¡legalmente Thule, según los británicos, en 1976, supuestamente para instalar una estación científica. El Foreign. Office reconoció estos hechos de nuevo el 3 de abril, al día siguiente de la invasión argentina de las Malvinas.

Un portavoz afirmó ayer que, aunque se había contemplado la posibilidad de firmar un acuerdo con Argentina sobre esta estación, nunca había quedado formalmente rubricado. La acción argentina constituía pues una violación de la soberanía británica. En febrero pasado, la delegación británica volvió a protestar sobre esta cuestión ante los argentinos en el curso de las negociaciones de Nueva York sobre las Malvinas.

Londres busca la rendición completa

La propia primera ministra, Margaret Thatcher, declaró el martes pasado en el Parlamento que el acuerdo que buscaba sobre una "rendición" argentina no se refería sólo a las Malvinas, "sino también a la gente que ha quedado en las dependencias, y éstas incluyen Thule del Sur".

Aunque el término rendición ha quedado algo obsoleto, Londres sigue esperando una confirmación autorizada de Buenos Aires sobre el cese de todas las hostilidades enel Atlántico sur. El desembarco en Thule, según los observadores británicos, puede dificultar esta confirmación.

La operación británica viene a subrayar la determinación de Londres a hacer valer su plena soberanía sobre los territorios del Atlántico sur y confirma que Margaret Thatcher no está dispuesta a acoger el llamamiento argentino para resolver definitivamente el conflicto en el marco de las Naciones Unidas.

El gesto británico ha levantado polémicas. El laborista Tam Dalyell ha exigido una aclaración a Thatcher pues "es buscarse problemas el hacer algo que forzará a los firmantes del Tratado del Antártico a sentirse directamente implicados y entre ellos está, naturalmente, la Unión Soviética".

Aparentemente, hay otros problemas. Los argentinos, según The Sunday Times, que citaba altas fuentes de inteligencia norteamericanas, tienen en su poder a siete miembros de un comando SAS (Special Air Service), que se introdujeron en Argentina para controlar y sabotear los vuelos de cazabombarderos Super Etendard y Skyhawk desde la base de Río Gallegos.

Silencio sobre operaciones especiales

Este, según versión de The Sunday Times, ha sido el secreto mejor guardado de la guerra. Los siete SAS -tres oficiales y cuatro soldados- pudieron haber llegado a Argentina en el helicóptero Sea King que se estrelló en Punta Arenas (Chile) el 20 de mayo.

El comando utilizó, según esta versión, unidades de radar portátiles fabricadas por la compañía ITT para su labor de control. Es posible que llevara a cabo algunos sabotajes.

El Ministerio de Defensa afirmó ayer no tener información sobre estos supuestos hechos, pero añadió que "nunca discutimos las operaciones de nuestros servicios especiales".

Argentina capturó a este comando y, según este periódico, los tiene en custodia secreta. Ni siquiera la Cruz Roja Internacional ha podido visitarlos. Los argentinos tienen otro prisionero de guerra en su poder, el piloto de Harrier Jeffrey Glover.

Esta versión puede ilustrar una de las razones por las cuales Gran Bretafia no quiere dejar en libertad a todos los prisioneros de guerra. Otros 2.700 prisioneros partieron ayer de Port Stanley a bordo del ferry Norland y del buque hospital argentino Bahía Paraíso según un corresponsal de guerra.

Quedan entre tres y cuatro mil argentinos en manos de los britá nicos, y Londres se propone rete ner a un buen número de oficiales y soldados hasta que Argentina declare el fin de las hostilidades.

El Reino Unido se apoya para esta política en la Convención de Ginebra, cuyo artículo 118 sefiala que los prisioneros de guerra de ben ser repatriados después del cese de las hostilidades activas.

Repatriación sin demora

Pero el mismo artículo obliga a que esta repatriación sea ejecuta da sin demora una vez que hayan terminado los combates, aunque una de las partes considere que prosiguen las hostilidades.

El conflicto de las Malvinas ha hecho sentirse más orgullosos de ser británicos a un 81% de la población, según una encuesta de opinión realizada el viernes para The Sunday Times. Sólo un 2% siente lo contrario. Un 81% de los encuestados considera adecuada la decisión de enviar el destacamento naval al Atlántico sur a pesar del coste en vidas y dinero. Un 14% aún era contrario a esta decisión. Una gran mayoría pensaba que con esta guerra había aumentado la influencia del Reino Unido en el mundo.

En cuanto a intenciones de voto, los conservadores se encuentran en cabeza (52%), seguidos de los laboristas (29%) y de la Alianza Liberal Socialdemócrata (17%). Sin embargo, una tormenta se acerca al partido conservador.

El ministro de Defensa, John Nott, está decidido, según la impresión general de la Prensa británica, a publicar su Libro Blanco de Defensa sin cambios sustancia es, a pesar de la batalla de las Malvinas. Este conflicto retrasó la publicación de este informe en el que Nott mantiene la necesidad de recortar el número de unidades de la flota de superficie.

Margaret Thatcher debe anunciar también esta semana el inicio de la investigación oficial sobre la crisis de las Malvinas. Quiere que se examine la política de sucesivos Gobiernos y no únicamente, como pretende la oposición, los acontecimientos inmediatamente anteriores a la invasión argentina del 2 de abril.

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