Paul Klee: "Mi pensamiento va hacia España donde crecen los Goyas""
Exposición de 202 obras del artista suizo, maestro del grafismo
El martes se inaugura en la sede de la Fundación Juan March de Madrid una exposición de 202 obras -óleos, acuarelas, dibujos y grabados- del artista, suizo Paul Klee (véase el suplemento de Artes de EL PAÍS de ayer). La dimensión de este artista, maestro del grafismo, muerto en 1940, le llegó incluso a ocuparse! con auténtico interés por la pintura española. «Mi pensamiento va hacia España», dijo Klee en las páginas de su diario, «donde crecen los Goya».
Aunque es de sobra conocida la influencia que ejerció el mundo meridional en la vida y en la obra de Paul Klee, una de cuyas revelaciones artísticas decisivas se produjo en Túnez en 1914, se suele olvidar la relación que mantuvo con España. Naturalmente, resultaría exagerado comparar la presencia de nuestro país en Klee con la de, por ejemplo, Italia, donde el pintor suizo residió varios años y a donde viajó numerosas veces. A España, en efecto, que sepamos, vino Klee sólo una vez: en el verano de 1929, cuando realizó un viaje por el País Vasco francés, que prolongó después por los Pirineos pañoles hasta llegar a San Sebastián y Pamplona. Pero, a pesar de esta breve y casi episódica estancia del genial artista entre nosotros, que utilizaría después en esa parte de su obra, clasificada por su hijo Félix como Impresiones de viaje, la influencia cultural y artística española en Klee es bastante apreciable, como habrá podido comprobar quien haya leído sus Diarios con cierta atención.
Imagen romántica
Presumiblemente fue el seductor aroma de este prestigio que gozaba la imagen romántica de España, la que indujo a uiia personalidad cultísima como la de Klee a interesarse por las cosas; de nuestra cultura. De hecho, en sus Diarios, Klee cita a tres escritores españoles del Siglo de Oro, cuyo prestigio en Alemania se remontaba al siglo XIX: Cervantes, Tirso de Molina y Calderón. De este último, que se convirtió, junto con Shakespeare, en el modelo preferido para los románticos alemanes, confiesa Klee haber leído El mágico prodigioso y El alcalde de Zalamea; de Tirso, el Don Juan, tema que le obsesiona en todas sus versiones literarias y musicales, pero que considera dotado de «algunas escenas excelentes » en la obra española original ; de Cervantes, finalmente, como es natural, le fascina el Don Quijote, obra que cita numerosas veces y a partir de la cual se inspira para uno de sus más "hermosos y enigmáticos grabados, que titula El héroe con un ala, cuya imagen alegórica explica de la siguiente manera: «Este hombre, nacido con sólo un ala de ángel, a diferencia de los seres divinos, intenta continuamente volar. Se rompe un brazo y una pierna, pero dominado por una idea fija persiste en su intento. El contraste entre su monumental y solerhne actitud y su estado ruinoso era algo que quería yo plasmar especialmente ...».
La música, tema preferido
En música, que era, tras la pintura, el tema prefericio por Klee, también aparecen nombres españoles, aunque lógicamente con una presencia más anecdótica. No cita a compositores españoles, aunque sí al intérprete Pau Casals, al que oye en 1905 tocando a Haydn y le dedica párrafos enteros, llenos de conmovedores elogios. «Uno de los músicos más maravillosos que ha habido en el mundo», escribe literalmente.Por otra parte, Klee demuestra una curiosa preferencia por las óperas de tema español: por supuesto el Don Giovanni, pero también El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro y Carmen, cuyo libreto considera «entre lo mejor que he leído». Más por lo frívolo, pero no tanto, están las referencias a las bailarinas españolas -la Guerrero y la Otero-, suscitándole esta última apasionados comentarios. Así describe su baile español: «Examinándonos a todos, desafiándonos, hembra en cada pulgada; da miedo, como el goce de una tragedia... El placer se hace tan inquietante que ya ni es consciente como tal. Aparte de lo que, después de todo, es orgiástico, el artista puede aprender mucho aquí».
Pero tratemos ya de pintura, que es aquí forzosamente lo que más nos interesa. Klee escribe de varios pintores españoles: El Greco, Velázquez, Goya, Zuloaga y Picasso. Entre los antiguos, prefiere a Goya, inte el cual siente una admiració,n ilimitada. Cita, por ejemplo, calificándolas de «fenomenales», las series de los Caprichos, los Proverbios y los Desastres de la guerra. En otro momento escribe: «Mi pensamiento va hacia España, donde crecen los Goyas»... «Velázquez presenta sus figuras con orgullo y eran importante. Le guardo mucho mayor afecto a Goya. "Hermosos matices de gris a negro, interrumpidos por acentos color carne como delicadas rosas. Formatos más íntimos». En este sentido, hay que citar también la fuerte impresión que sufre al leer la biografía de Goya escrita por Von Loga -«mi mejor lectura»-: «Goya me sigue como fantiasma, qui á sea éste el defecto priii.cipal. Pero debe quedar superado:). Leí otra vez algunos pasajes en mi libro de cabecera, Don Quijote de la Mancha».
Admiración por Zuloaga
Más curiosa nos puede resultar hoy la admiración de Klee por Zuloaga, al que yo personalmente siempre he admirado por más que preterldan descalificarlo las últimas modas. Dada la circunstancia, no le vendría mal a nuestro talante, siempre ruin y cicatero con los genios de casa, leer los elogios que dedicaron al pintor vasco Rilke y otros muchos intelectuales europeos. En este sentido, hace poco, Peg Weiss, en una excelente monografía dedicada al estudio sobre Ios orígenes de la abstracción muniquesa, demuestra la influencia de Anglada Camarasa y Zuloaga en Kandinsky. Y, de hecho, al exponer Zuloaga entre los artistas invitados de la Secesión, es cuando Elee puede contemplar parte de su obra, que luego elogia calurosamente.Entre los pintores de vanguardia, Klee cita numerosas veces a Picasso, el cual, contra toda costumbre, le visitó en Suiza poco antes,de que aquél muriera. Y es bastante significativo que nuestro orgullosísimo pintor sólo dijera admirar, entre sus contemporáneos, a Matisse y a Klee. Miró, por su parte confiesa haber llegado a la elaboración de su lenguaje surrealista g,racias a Klee, cuya influencia se extiende a otros grandes pintores españoles de la posguerra, como Palazuelo, Guerrero o Sempere.
La "bajada al Sur"
Como colofón digamos que quizá Klee entrevió en España el camino fascinante y misterioso de "la bajada al Sur", y por eso nada inejor que acabar este artículo con esa bella meditación que le dedica la noche meridional: «Este drepúsculo permanecerá dentro de mí profundamente y para siempre. Cuando la clara luna del Norte se levante, me recordará esta noche como reflejo mortecino y me servirá una y otra vez de advertencia. Será como mi novia, como mi otro yo. Un estímulo para encontrarme. Yo mismo, en cambio, soy la salida de la luna del Sur».
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