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Inaugurada la exposición de Chillida en Bilbao

No sin cierto sonrojo puede decirse que la exposición inaugurada el pasado jueves en el Museo de Bellas Artes de Bilbao es la primera que, con carácter antológico, celebra Chillida en su propio país. Las obras que ahora se muestran en Bilbao forman parte de la exposición que se celebró en febrero del pasado año en el Museo Guggenheim, de Nueva York, y que, posteriormente, con algunas variantes, ha recorrido Madrid y Barcelona.

Llegado el momento, por fin, de la alegría, puede verse durante un mes en Bilbao una selección de su obra, que consta de 66 esculturas, casi el mismo número de dibujos, collages, 39 grabados, varias litografías, libros y carteles. Todos los períodos y todos los materiales en los que ha trabajado están representados en esta selección. La muestra se abre con sus primeras esculturas, que datan de 1948: dos emocionantes piezas realizadas en yeso, que representan un desnudo femenino, todavía figurativo, y un torso de líneas ya más sintetizadas. Continúa la exposición con el hierro, desde la época de mayor racionalismo, representada por el Peine del viento, del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, y la más expresionista de Hierros de temblor, hasta que comienzan a aparecer las primeras torsiones y giros envolventes del hierro que culminan con el Homenaje a Calder de 1980.La madera está presente en el conglomerado impresionante de vigas que se despliegan en una geometría quebrada del Abesti Gogorak 1, del Museo de Houston. Vienen luego el alabastro, el hormigón y, de nuevo, el hierro, para terminar con las tierras (lurras), que fueron expuestas recientemente en la galería Maeght, de París, y que constituyen la última innovación en cuanto al material que ha introducido Chillida. «Entre ese informal absoluto que es la tierra, que tiene todas las formas y ninguna específica, y las formas que el hombre ha hecho con la tierra -el bloque de tierra, el pan de tierra, que se dice-, me inquieto mucho por esa situación intermedia que tiene entre la obra del hombre y la de la naturaleza. Intuí que ahí había un lugar en el cual yo podía cuestionar a este bloque en alguna medida con mi propio lenguaje y con mi propia reacción ante esta materia nueva. Así nacieron las lurras», explica Eduardo Chillida.

Coincidiendo con la exposición ha llegado también a Bilbao la escultura, de gran tamaño, de hormigón Lugar de encuentros IV, que Chillida regaló al Museo de Bellas Artes hace año y medio y que dentro de unos días será instalada de forma definitiva. Merece elogiarse el esfuerzo que han realizado los componentes del gabinete técnico del Museo de Bellas Artes de Bilbao para hacer posible esta exposición. No ha sido fácil la labor de coordinar en un corto espacio de tiempo el espectacular despliegue de operarlos, pintores, grúas, cadenas y todo tipo de utillajes que se requieren para instalar esculturas del peso y volumen que alcanzan algunas de las obras de Chillida. De su financiación, por otra parte, se ha hecho cargo la Consejería de Cultura del Gobierno vasco, con la colaboración de Seguros Aurora Polar, SA.

Con el esfuerzo de muchos, entre quienes cabe destacar al poeta Gabriel Celaya.

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