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Reportaje:

"El desafío mundial", alternativa de Servan Secheiber a la crisis energética

El desafío mundial, el nuevo libro del ex ministro y ex director propietario del semanario L'Express Jean-Jacques Servan Schreiber, ya provoca en Francia un amplio debate que probablemente se repetirá en los catorce países del globo (España incluida) en los que va a publicarse a lo largo de este otoño. La obra expone la tesis según la cual los trágicos desequilibrios que caracterizan al mundo serán superados gracias a la siguiente fórmula: informatización universal por medio de los petrodólares y de la tecnología occidental.

El desafío mundial, como ya ocurrió hace una docena de años con El desafío americano, del mismo autor, es una novela policiaca, pero con «otros» personajes. La gestación del libro muestra por sí sola el alcance y los protagonistas de lo que, en definitiva, constituye la narración que, en mayor o menor medida, será, sin duda, la aventura de la humanidad durante los últimos veinte años del presente siglo. J. J. S. S. empezó por crear el «grupo de París», un reducido equipo directivo de personajes de primer plano japoneses, europeos y de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).Este equipo (Samuel Pisar y el profesor Giersch, presidente del instituto de Kiel, entre otros) resumió los componentes esenciales del mundo de hoy y del que se perfila cara al comienzo del siglo XXI, es decir, a lo largo de lo que les queda de vida a los pozos petrolíferos de Oriente Próximo. Acto seguido, con ese esquema en la cabeza, J. J. S. S. se lanzó al camino.

Durante varios meses, el autor recorrió miles de kilómetros: Tokio, Tainf (Arabia Saudí), Bombay, Argel, California, Río de Janeiro, Nueva Delhi, Houston, Brazzaville, son algunas de las etapas que le han servido a J. J. S. S. para introducir al lector en las reuniones de la OPEP, en las fábricas japonesas, en la administración de las grandes compañías americanas, en las conferencias del Tercer Mundo, y en sus conversaciones con Honda (automóviles japoneses), con Indira Gandhi, David Rockefeller, el ministro saudí del Petróleo, el jeque Yamani, entre otros.

Así nació este «desafío», realista porque está hecho con los números que obsesionan la vida cotidiana de cada ciudadano, y utópico porque no podía ser por menos, cuando se pretende instaurar la justicia universal.

350 millones de vehículos

El libro, en su conjunto, es un llamamiento a la inteligencia de los hombres, a fin de que todos los dirigentes del mundo tomen conciencia de los hechos tangibles e irreversibles que, una de dos, o se controlan o conducirán al planeta al desastre.Al estallar la primera guerra mundial rodaban por el mundo dos millones de coches y de camiones. Tras la segunda contienda mundial, ese número de vehículos pasó a cien millones. Y hoy, 350 millones de coches particulares y de camiones están en servicio en el planeta; de esa cifra, sólo los americanos y los europeos son propietarios de 220 millones. ¿Cuánto petróleo consumían y cuánto consumen esos vehículos? En 1914, seis millones de toneladas, y actualmente, más de quinientos millones de toneladas.

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Paralelo al crescendo inexorable de la crisis de los países «ricos», convertidos en «colonias» del petróleo, la pobreza más indigente (ni comida ni educación) se ensaña con el resto del mundo. Y paralelamente también, los auténticos países ricos del mando actual (los de la OPEP) acumulan las reservas financieras que les faltan a los pueblos industrializados para realizar las inversiones que garanticen la continuidad de su crecimiento y a los pueblos pobres para liberarse de su subdesarrollo.

¿Cómo conjurar este proceso infernal? Días pasados, la OCDE ya reunió a los experios de los veinticinco países occidentales que la integran para discurrir sobre la «voltereta» histórica qae dará el mundo en los próximos veinte años como consecuencia le la informatización de la sociedad.

Esta revolución será la equivalente a la que, a finales del siglo XIX, impuso el «reino» de la electricidad. Volverle hoy la espalda a la microelectrónica y a todas sus implicaciones en el tejido social habría sido equivalente en el siglo pasado a negarse a saber leer y escribir. Y de aquí surge la panacea «milagrosa» de J. J. S. S.: un auténtico diálogo Norte-Sur, alimentado por el dinero de los países petroleros árabes y por la tecnología occidental, debe servir para informatizar el mundo. Ello quiere decir que los países subdesarrollados deben saltarse la etapa de la industrialización clásica.

Las interrogantes sobre las posibilidades de realización de ese esquema, su dimensión política, la confrontación Este-Oeste que aún domina la escena mundial y las cuestiones ecologistas ya están en el centro del debate que ha suscitado un «desafío».

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