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Francia nombra su experto para la Conferencia Europea de Seguridad de Madrid

Francia nombró ayer «monsieur Madrid» al consejero diplomático del Gobierno, Jacques Martin, que coordinará en este país los trabajos preparatorios de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), cuya celebración está prevista para el próximo mes de noviembre en la capital española. Con esta iniciativa, París intenta desmentir una vez más sus supuestas intenciones de pedir el retraso o la anulación de dicha reunión.

El señor Martin fue embajador en Belgrado, ciudad en la que se hizo el primer balance del acta de Helsinki, hace tres años. El septenato del presidente Valery Giscard d'Estaing está sembrado de monseiurs. Cada vez que un problema se revela irritante o delicado, el Gobierno nombra un monsieur droga o prostitución, o Madrid, como en el caso presente. Hasta la fecha, estos monsieurs han establecido voluminosos estudios o estadísticas sobre el problema de turno. El señor Martin, según las explicaciones oficiales, coordinará, a nivel francés, los trabajos de preparación de la Conferencia de Madrid.El «gesto» de París se produce pocos días después de la publicación de varias informaciones que aludían a gestiones francesas en el sentido de una anulación o un retraso de la reunión madrileña. A finales de la semana pasada, el Ministerio de Exteriores ya había afirmado que esas noticias eran infundadas y que Francia continuaba preparando la Conferencia.

Medios diplomáticos franceses consultados ayer se manifestaron en el sentido de mantener la reunión, pero objetaron lo que vienen repitiendo desde que estalló el asunto afgano: «Es necesario que Madrid constituya un paso hacia adelante por el camino de la detente. Y, para ello, debe producirse algún acontecimiento importante con anterioridad, es decir, los soviéticos tienen que hacer algo que permita pensar que pudieran retirarse de Afganistán: desgraciadamente, esto no es previsible en el día de hoy y, entonces, la Conferencia de Madrid se convertirá en una confrontación que degradará al máximo las relaciones entre la URSS y Occidente.»

Y al llegar a este punto de su razonamiento es cuando las fuentes diplomáticas francesas acentúan: «Lesionar más aún las relaciones Este-Oeste significa que entraremos de lleno en la guerra fría. Y la consecuencia primera de tal guerra fría todos sabemos que es el reforzamiento de los dos bloques actuales, porque antes o después, no hay que engañarse, una vez pasadas las elecciones americanas, los dirigentes de Moscú y de Washington van a volver a verse, y a entenderse.»

El análisis de EEUU es diferente, en la medida en que, en cualquier caso, pleitea en favor de la celebración de la Conferencia, con el fin de «sacarle los colores» a la URSS, lo que equivaldría a la «confrontación» que teme París y que conduciría a un clima áspero Este-Oeste y a la confirmación de los «dos grandes» como protectores de sus respectivas áreas de influencia.

Francia, por otra parte, rechaza de plano las explicaciones, americanas especialmente, que se vienen ofreciendo sobre las razones esencialmente económicas de su estrategia frente a la URSS, consistente en salvar la detente a toda costa. Días pasados, en efecto, rusos y galos firmaron un importante contrato «que discutíamos desde hace cinco años», subrayan fuentes oficiales los intercambios franco-soviéticos (16.000 millones de francos al año) ocupan actualmente el quinto puesto, tras Estados Unidos, Alemania Federal, Japón e Inglaterra.

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Hasta la fecha, ninguno de los 35 países que firmaron el Acta de Helsinki ha pedido la anulación de la Conferencia de Madrid como consecuencia de la intervención soviética en Afganistán.

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