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El rey Hassan de Marruecos otorga un papel político al clero musulmán

Con la intención probable de convertirlo en una especie de clero organizado con voz y voto en la vida pública del país, y enfatizar el papel de la religión en lo cotidiano, el rey Hassan II ha creado un Consejo Superior de Ulemas (doctores en religión), cuya presidencia se reservó para sí mismo.

Al explicar su decisión, el soberano marroquí, que es, al mismo tiempo, «amir al muminin» (príncipe de los creyentes), criticó la ausencia de los ulemas de la práctica diaria marroquí, «para la cual», dijo el rey, «puedo incluso afirmar que os habéis convertido en extraños».La juventud, abierta en Marruecos a las ideas políticas modernas, parece ser la principal preocupación del monarca al adoptar estas medidas. «Si educamos a nuestros jóvenes en un conocimiento perfecto de la religión», dijo Hassan II en una alocución ante los ulemas, «éstos encontrarán fácilmente su camino. El verdadero socialista», añadió el soberano, «es el verdadero musulmán.»

La creación del citado Consejo Superior de Ulemas, y la intención declarada del rey de convertir a éstos «no sólo en profesores, sino también en animadores de círculos intelectuales dotados de una administración y competencias particulares», interlocutores de las autoridades locales y centrales, parece formar parte de un conjunto de medidas globales llamadas a tener una importancia extraordinaria en la evolución política de Marruecos.

El pasado 22 de enero, y como gesto no meramente simbólico, el rey Hassan II nombró ministro, a cargo de la educación del príncipe heredero y los demás príncipes, a Hadj Bahnini, en sustitución de Mohamed Auad, nombrado posteriormente consejero real. La personalidad profundamente conservadora y religiosa de Hadi Bahnini, frente a la más europeizante de Auad, para la educación de los príncipes, fue considerada significativa en su momento.

A su regreso de un viaje a Arabia Saudí, la semana pasada, el ministro de Educación, A. Laraki, reiteraba la decisión de su Gobierno de adentrarse profundamente por el camino de la arabización.

Este importante sesgo en la vida cotidiana de Marruecos deberá traducirse en el reforzamiento del papel social y político de las autoridades religiosas, quizá en un mayor recurso a la «charia» (derecho coránico), y la implantación de reformas más acordes con el resto del mundo musulmán a empezar por la santificación del viernes. en vez del domingo, que es actualmente el día de descanso semanal.

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Aspecto financiero y político

¿Por qué Marruecos, el país del norte de Africa que, sin menoscabo de su personalidad árabe, se encuentra más próximo a Occidente, se adentra en un terreno tan delicado y difícil de utilizar como el de la religión?Aparentemente, por varios factores. Como financiero «privilegiado» de los considerables gastos de defensa de Marruecos. Arabia Saudí dispone hoy de argumentos para convencer al rey Hassan II de la necesidad de estas medidas.

Pero no se trata exclusiva, ni siquiera preferentemente, de una presión exterior. El rey Hassan II esta convencido de que el conflicto del Sahara, el asalto a la mezquita Al Harram, de La Meca: la invasión soviética de Afganistán y los últimos incidentes de Gafsa en Túnez. forman parte de un plan global de desestabilización en el mundo musulmán, en el cual los regímenes conservadores como el marroquí serán los principales objetivos.

Internamente, y durante los años de paz social que propició la solución encontrada en Madrid para el Sahara, en 1975, socialistas y comunistas, principalmente los primeros, lograron rehacer lo esencial de su infraestructura original. Los comunistas, confrontados hoy con la necesidad de optar abiertamente por Moscú o mantener su independencia, se han dividido. Lo esencial del aparato, sin embargo, parece controlado por los duros promoscovitas, con las implicaciones que ello puede tener en el terreno social y político.

Las universidades y los estudiantes recobran hoy el militantismo de comienzo de los años setenta y quisieran colocar en provecho propio los aires de renovación.

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