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Cálida acogida británica al primer ministro chino

El primer ministro de la República Popular China, Hua Guofeng, inició ayer una visita oficial de seis días a Gran Bretaña -la tercera en su periplo europeo- en un clima de extraordinaria cordialidad, que se puso de manifiesto desde el mismo momento de la llegada del dirigente chino a territorio británico.

En un acto muy poco corriente para un primer ministro británico, Margaret Thatcher acudió en persona al aeropuerto de Heathrow para dar la bienvenida a su colega chino. Y se la dio con cálidas palabras, que contrastaban con los ocho grados de temperatura ambiente. «China es una gran nación, que tiene que jugar un papel crucial en los asuntos mundiales», declaró la señora Thatcher.Desde luego no hay duda de que Hua encontrará en la primera ministra británica unos oídos mucho más propicios a escuchar acusaciones sobre «los intentos hegemónicos» -eufemismo chino para referirse a Rusia- que los que ha podido encontrar en el canciller Schmidt y en el presidente Giscard d'Estaing, cuyos países gozan de especiales relaciones con Moscú.

La agenda de las conversaciones entre los dos jefes de Gobierno se centra en tres puntos principales: un análisis global de la situación mundial, las relaciones de China con los países del sureste de Asia, especialmente con Vietnam, y los intercambios comerciales chino-británicas.

Hua celebró ayer, lunes, una reunión a puerta cerrada con la señora Thatcher, después de asistir a un almuerzo ofrecido en el Foreign Office por su titular, lord Carrington. A mediodía de hoy, el dirigente chino asiste a un almuerzo oficial ofrecido por la reina Isabel II en Buckingham Palace.

El Gobierno británico ha tratado de combinar turismo y negocios en un intento de hacer agradable la visita de Hua. Por ejemplo, ayer, el mandatario chino visitó la Torre de Londres, donde le fueron mostradas las joyas de la Corona, y por la noche se deleitó en el Covent Garden con una representación de El lago de los cisnes. A lo largo de la semana visitará la tumba de Carlos Marx, en Highgate, el centro tecnológico de los ferrocarriles británicos, en Derby, y una explotación agrícola en el condado de Oxford.

La presencia de Yu Giuli, viceprimer ministro a cargo de los Asuntos Económicos, en la delegación china, indica que las relaciones comerciales constituirán parte vital en las conversaciones. El comercio entre los dos países se encuentra en pleno auge, y las exportaciones británicas a China, que ascendieron a 91 millones de libras (unos 14.000 millones de pesetas) en 1978, se han duplicado en los primeros nueve meses de este año.

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Es quizá en el campo de la tecnología militar, y especialmente en la aeronáutica, donde Gran Bretaña puede tener su mejor opción. Inglaterra espera poder participar de manera activa en el programa de modernización de las fuerzas armadas chinas, actualmente en marcha. A este respecto, China ha mostrado ya su interés en la compra de los aviones de despegue vertical tipo Harrier, desarrollados por la firma estatal British Aerospace.

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