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Clausura del simposio de Burgos sobre industrias de la cultura y modelos de sociedad

«El Estado contemporáneo se muestra ineficaz para resistir a la avalancha indiscriminada de productos culturales de las grandes empresas monopolísticas mundiales, ya que disminuye gravemente la capacidad creativa y el desarrollo cultural de los pueblos. Impotente ante la agresión cultural exterior, el Estado bloquea en el interior de sus fronteras el ejercicio de la libre autodeterminación cultural.»

Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el grupo de trabajo más polémico, el de Creación y Creatividad, que discutió la cultural de las nacionalidades en el simposio sobre Industrias de la cultura y modelos de sociedad que se clausuró ayer en Burgos, tras una semana de sesiones, a las que han asistido destacados teóricos y protagonistas de la cultura, tanto extranjeros como españoles.Las conclusiones de este encuentro internacional en el que se han tratado principalmente los temas de cultura de masas, cultura popular y cultura de élite, Economía de la cultura y política cultural, serán incorporadas a las resoluciones de la UNESCO para ser adoptadas o al menos consideradas por los países miembros. Un primer grupo de trabajo que ha examinado las categorías del análisis cultural de nuestros días se ha limitado a señalar las tendencias a la diversificación cultural en las sociedades modernas, tendencias que a veces pueden presentar problemas como son el terrorismo y el oscurantismo. Este grupo ha llegado también a la conclusión de que la comunicación sobre todo lo que afecta a la cultura está llena de malentendidos, tanto de vocabulario como de sentido e identidad de los creadores y sobre todo de repercusión en el cuerpo social.

Sobre el tema cultura trasnacional, identidad cultural y relaciones internacionales, se ha propuesto que la comunicación, reconocida porque desempeña un papel crítico en el desarrollo cultural y social de los países, no puede existir en sentido único. Los contenidos culturales transmitidos a través de los medios, lo que algunos han llamado modernidad, no son un modelo único de cultura y ni siquiera constituyen un factor homogéneo en la dialéctica de la construcción de la identidad cultural.

Reconociendo que la dialéctica modernidad-identidad se presenta sobre todo en el eje Norte-Sur, este grupo de trabajo ha reconocido que existen en estos momentos problemas graves, quizá insolubles, de identidad cultural dentro de algunos países en relación con las diversas minorías de población autóctona.

Este problema de la cultura de las minorías autóctonas adquirió el mayor grado de discusión en el grupo cuarto, sobre Creación y Creatividad, en el que había más protagonistas y creadores de la cultura que teóricos.

En general, los escritores considerados como defensores de las identidades culturales autónomas expresaban la necesidad de una institucionalización le las culturas de su propio país frente a las agresiones culturales de un Estado centralista. Esta tendencia, que fue defendida por Pedro Conde (Galicia), Martín Ugalde y Pérez Agote (País Vasco), Cirici Pellicer y Francecs Vives (Cataluña), tuvo una contestación metodológica por parte de un grupo de escritores y artistas jóvenes asistentes al congreso y quienes elaboraron un manifiesto (Consejo de Paz en Burgos) que pretendía ser un ataque frontal, desde la «irracionalidad de unos escritores sin identidad», a «la irracionalidad de sola explicación de la cultura como cultura autónoma». Entre los firmantes del manifiesto se encontraban Alberto Cardin, Federico Jiménez Losantos, José Miguel Ullán, Mario Hernández, José Esteban, Armas Marcelo, Eusebio Sempere, Natacha Seseña, José María Ballester, Fernando del Ral y Basilio Martín Patino. De todas formas, entre las conclusiones oficiales de este cuarto grupo de trabajo figuran la de la concepción de la cultura como la expresión articulada de culturas diversas e iguales en dignidad, como una suma de particularidades culturales.

«La cultura de una comunidad», explican, «no puede reducirse a la consolidación del patrimonio heredado, sino que ha de prevalecer la actitud de creación colectiva y de producción de significados susceptibles de enriquecer el caudal cultural común de la humanidad.» Más adelante señalarían también que «la falta de conciencia de su identidad constituye el factor fundamental de alienación de los pueblos. La cultura nacional, asumida creativamente por la comunidad, desempeña un papel liberador al elevarlo a la condición de protagonista de su historia».

En todo este proceso de las culturas autónomas, el papel de los creadores de la cultura debe pasar por la ruptura con una situación de control y manipulación de la industria cultural por determinados grupos. Concluye también este grupo añadiendo que en el mundo del arte y de la cultura es preciso vigilar las agresiones de aparente protección y que, en realidad, pretenden desviar la dinámica social desde el nivel de los problemas reales al mundo de lo ficticio.

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