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El regreso de Paco Ibañez

El pasado lunes, y después de diez años, se presentó en Madrid Paco Ibáñez, en una serie de actuaciones que dan comienzo a una gira por toda la península. Comenzó el Cuarteto Cedrón, un grupo que ha sido capaz (como en otro estilo. Astor Piazzola) de recuperar la canción urbana bonaerense para dotarla de nuevas letras y músicas que actualizan y renuevan los tangos clásicos. Así las cosas, y entre dos canciones, parte del público comenzó a reclamar la presencia de Paco. Normal. En esto, y ante un grito algo más fuerte, Juan Cedrón largó, con un tono cargado de intención, un «saquen a ese hijo de puta» de resonancias desgraciadamente fascistas o stalinistas, que parte del público, aún más desgraciadamente, aplaudió.

A continuación salió Paco Ibáñez, vestido de negro, viva imagen de la canción francesa tipo Brassens o Brel, que él, de forma extraña, logra reconvertir en algo propio. Paco anda fatal de voz (nunca estuvo muy bien), pero el repaso que hizo por algunas de sus canciones más conocidas, las de su último disco y algunas de Brassens, acabó en un éxito completo. Paco parece conocer sus propias limitaciones y sabe también aprovechar las ventajas de su voz casi gangosa, pero dotada de un vibrato atractivo y controlado. Su presencia en escena era casi amateur y todo en él rezumaba una espontaneidad que su público recibió encandilado. Nostalgias aparte, Paco Ibáñez, sus canciones y su espíritu están ahí, Ojalá dure.

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