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Elecciones legislativas francesas

Giscard d'Estaing volvió a dirigirse a los franceses

El presidente de la República francesa, Valery Giscard d'Estaing, aprovechó la celebración del Consejo semanal de Ministros, ayer, para recordarles una vez más a sus conciudadanos que el «voto bueno», el domingo próximo, con motivo de la segunda vuelta de los comicios legislativos, sería reelegir la mayoría saliente de derechas.La breve campaña entre las dos vueltas empezó ayer y terminará el viernes inmediato. El anticomunismo sirve de tema a los partidos de la mayoría, mientras la oposición se agarra a la nueva «unión» realizada el lunes último para mantener su ventaja de la primera ronda. Los dos eslóganes «son acusados por la opinión como petardos mojados».

«Las francesas y los franceses respondieron al llamamiento a la inteligencia que se les hizo para que reflexionasen. Yo les pido que este mismo llamamiento vuelvan a oírlo el 19 de marzo, en el momento en que tendrán que tomar una grave decisión nacional.» Con estas palabras «el presidente de todos los franceses ha vuelto a manifestarse como jefe de la derecha». Protestaron los medios de la izquierda, sin que ello, como ocurrió antes de la primera ronda, sensibilice demasiado a una opinión sometida a esta práctica de la democracia desde que nació la V República.

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Sin gran exaltación, la campaña electoral que separa las dos vueltas de los comicios parece destinada a deslizarse de manera rutinaria. Los grandes problemas nacionales, escamoteados durante la campana oficial, ya no es el momento de abordarlos: ningún francés habrá oído pronunciar la palabra «cultura» en este festival del verbo que, en definitiva, quedó reducido esencialmente a un festival de la caza de votos. Sin embargo, lamentan algunos, la envergadura de la batalla implicaba un cambio de sociedad. «Estos tres días de la última fase del festival no se anuncian más apetitosos. A la derecha, la nueva unión de la izquierda le ha ofrecido su tema tradicional: el anticomunismo simplista. En efecto, el acuerdo concluido el lunes último por los tres partidos de la oposición dice que un eventual Gobierno de izquierdas estaría formado en función del sufragio universal, es decir, «si gana la oposición, doce ministros comunistas», exclaman todos los líderes de la derecha, apoyados por la prensa que les es favorable, entregada en cuerpo y alma a la defensa de la mayoría saliente.

Comunistas, socialistas y radica les de izquierdas han hecho de la unión reencontrar su bandera de batalla, para lo cual se alegra y lo celebra, pero el propio líder socialista, Francois Mitterrand, manifestaba ayer su entusiasmo reticente al estimar que «el acuerdo del lunes es muy positivo, pero ha llegado con seis meses de retraso».

Son los seis meses de guerrilla inexorable entre comunistas y socialistas, que «teníamos que haber empleado en desarrollar la dinámica unitaria», lamentaba el secretario general de los comunistas, Georges Marchais, a pesar de la mediocridad del clima, en la derecha y en la izquierda; la primera no da todo por ganado, como la segunda no considera todo perdido.

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