_
_
_
_
_
Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los dioses mueren en verano

En los felices y marciales cuarenta, Rafael García Serrano sostenía que los dioses nacen en Extremadura. Bueno, en los felices y marciales cuarenta se podía sostener todo, con tal de tener un macuto ideológico con las obras completas de Franco, que todavía estaban incompletas. Yo, con el mismo derecho que mi admirado García Serrano -o sea, sin ningún derecho-. sostengo que los dioses mueren en vacaciones: Groucho, Elvis, Machín.Agosto es fatal para los famosos. Y si no, miren, Federico García Lorca. En agosto, si no te mueres te fusilan. La otra noche, Iñigo se puso moderno y recordó en Fiesta la muerte de Lorca -no dijo a manos de quién- y hasta sacó a Paco Valladares a recitar el poema a Sánchez Mejías. Lo cual, que nuestros actores dicen siempre la poesía lírica como si fuese épica, o sea, que no saben y si no, vean ustedes Poesía e imagen, que lo echan ahora por la teleansón en lugar del cura. (Anda un runrún de que Ansón se va de su tele y el otro Ansón se va de su Efe.)

No es que yo me haya pasado el verano viendo el invento, como dice Miguel Delibes (a Delibes, si me acerqué a verlo a Sedano, que está pensando una novela mientras cava la huerta), pero la fuerza de los mass-media -¿por qué le dicen mass-media a Prado del Rey?- es enorme y las muertes agosteñas de los famosos agostados (que no agotados) han pasado como en otras tantas oportunidades de hacer unos artículos necrológicos, melancólicos y manriqueños. Lo cual que el siglo se nos muere a chorros.

Lo primero, Machín, que le puso maracas y pecado al franquismo, que fue la democracia del beso en plena dictadura. Yo he contado en algún sitio que Antonio Machin, mito de infancia y amigo de madurez, era más o menos, per sonalmente, como el escritor y periodista cuba no Gástón Baquero, refugiado en España hace muchos años, que también suben al cielo todos los negritos buenos, sobre todo después de Batista

Y después de Machín, Elvis la Pelvis, que si la risa va por barrios, la muerte va por gremios. Machín me descubrió en los lluviosos cuarenta que uno podía besarse con la noviecieta del alma querida incluso bajo el capotón dictatorial del Generalísimo, porque el amor no lo pueden matar ni los generalísimos, y EIvis me descubrió, en los tontos y adolescentes cincuenta, que el esqueleto sirve para algo más que para hacer la instrucción o arrodillarse a comulgar. Me descubrió, nos descubrió a toda una generación, que el esqueleto quiere juerga, aunque parezca un tío tan fúnebre, y que sirve para agitarlo, sobre todo la pelvis, enfrente de una gachililla a la que le vaya el rollo retrospectivo y cachondo del rock.

Aquí es que nos tenían acostumbrados a que el esqueleto era una cosa que sólo funcionaba en cuaresma y cuando te morías. O sea que la cuaresma era como el gran juergazo de los esqueletos, y luego el esqueleto de cada uno era su uniforme de muerto, con galones de ujier de las Cortes. que eran las costillas. En esto que se muere Groucho Marx, el más inteligente y corrosivo hurnorista del cine, corno acertó a titular este periódico, que aquí los memoriones éstos, aunque no han tenido vacaciones, también se han comportado los tíos.Sí, porque lo que quizá divide y diferencia a los hombres del siglo, más que ser de derechas o de izquierdas, de Hitler o de Stalin (que casi ha venido a ser lo mismo), es el ser de Groucho o de Charlot. Mi querido y admirado Carlos Saura tiene en casa muchos almohadones con la cara del suegro, y a mí Gerarda Charlot me parece una gran cómica y una apasionante señorita, pero creo que Chaplin es un clásico del humor, un tradicional, un conservador, una cosa elegante y bien, algo así como si Areilza se pusiese a hacer pingaletas.Groucho, en cambio, era la ruptura revolucionaria, era y es el surrealismo nacido al mismo tiempo que los surrealistas (Dalí lo ha reconocido), el absurdo con chistera, lonesco y Beckett, muchos años antes y con muchos niños comiendo chocolatinas en el cine, porque han tenido que pasar muchos años y varias guerras para que los adultos descubriésemos lo que los niños ya habían descubierto de infantiles: que el absurdo es el único lenguaje coherente. Y encima hace reír. Los dioses, en fin, mueren en vacaciones y los grandes revolucionarios del siglo fallecen con el siglo. Machín le metió erotismo a una dictadura, Elvis nos reveló la sexualidad del esqueleto (adonde el amor no llega, según Aleixandre) y Groucho nos dio la dialéctica de la incoherencia, contra el tópico burgués. Han muerto en verano, así que entraremos en el otoño más empobrecidos, más desvalidos y más tontos. Y encima esa Constitución que están haciendo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_