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Gran Bretaña

Maestra de veintiséis años, acusada de mantener relaciones sexuales con un alumno de doce

Juan Cruz

Sandra Mayhew, una maestra inglesa de escuela, es la protagonista de un juicio en el que se le acusa de haber tenido relaciones sexuales con una persona que tenía catorce años menos que ella.

El muchacho, de doce años, era su alumno. Ella, de veintiséis, estaba casada y aprovechaba las ausencias de su esposo para iniciar sexualmente al estudiante. La relación continuó cuando éste dejó la escuela primaria para hacer cursos más elevados.El mismo le ha contado la historia al juez. Todo empezó con un beso. El amor fue profundizándose y las relaciones sexuales fueron completas. Al principio se veían una vez a la semana. Cuando el muchacho abandonó la escuela primaria tan sólo ocurría una vez cada quince días.

La casa de Sandra Mayhew era una casa abierta. A ella acudían todos los estudiantes, aunque la frecuencia de las visitas del muchacho que ahora le ha explicado al juez lo que pasó entre él y la maestra, era superior a la de los grupos que iban a verla. Cuando él dejó de verla por un tiempo, su propia madre le convenció para que volviera, sin conocer que tales visitas ya no eran académicas. Sandra Mayhew niega que ella haya tenido relaciones sexuales con el chico, pero éste ha descrito el cuerpo de la profesora de tal forma a la policía, que a ésta no le ha quedado duda de que en efecto entre maestra y alumno hubo una relación profunda. La declaración del testigo principal -el muchacho- ante el juez confirmó la presanción policial. A pesar de que estas relaciones se producían en la casa de la acusada, la denuncia formal indica que ella «asaltó indecentemente» al estudiante cuando éste tenía sólo once años, desde marzo a diciembre del año pasado. Se señala también que en el primer encuentro fue ella la que tomó la iniciativa. El fiscal ha dicho que la intimidad entre ambos era grande. El reflejo de la relación en la actividad escolar es, para el acusador, evidente: el muchacho era el alumno favorito de Sandra Mayhew.

Los miembros del jurado tienen ante sí una grave tarea, según el juez: han de decidir si el muchacho está haciendo acusaciones monstruosas contra una profesora que simplemente era buena hacia él. La alternativa es hallar culpable a la maestra del delito que queda descrito más arriba.

Aunque la historia parece sacada de una novela sentimental que en la pantalla daría su juego a pesar de lo usado que está el tema, en Gran Bretaña el juicio ha llamado la atención no sólo por los rasgos que tiene sino porque coincide con la asamblea de una sociedad empeñada en conseguir que se acabe con la ley que impide relaciones sexuales con niños, menores de dieciséis años.

La organización, cuyos propósitos pederastas han causado indignación en este país, ha visto impedido reiteradamente su propósito de reunirse. Ellos consideran que la resistencia que se les opone para reunir en asamblea a los trecientos miembros de la entidad que han creado supone una violación de los principios democráticos de libertad de expresión.

Entre los oradores de esa proyectada asamblea se halla un diputado holandés, doctor Edward Brongersma, experto en sexualidad infantil.

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