_
_
_
_
_

Fracaso de Antonio Vargas y triunfo de El Inclusero

Antonio Vargas pretendió no confirmar la alternativa como protesta por todos los problemas que tiene planteados y, según él mismo dice, no han sido atendidos. Al final parece que entró en razones y confirmó su alternativa, con el único toro bravo de la tarde, que tomó tres varas y derribó en las dos primeras. Llegó el astado noble a la muleta y Vargas no supo qué hacer con él, en una actuación desastrosa. Lanceó movido y vulgar con el capote, banderilleó con poca fortuna: un par trasero y caído y medio par, la banderilla en la barriga. La faena, sin quietud, sin cruzarse, siempre con el pico de la muleta, daba banderazos y el toro, noble que iba y venía, con cierto picante, pues no iba sometido tropezaba siempre la muleta, que salía hecha un rebuño entre los astifinos pitones. En el sexto no paró de bailar. Citaba fuera de cacho y nulo de recursos anduvo a la deriva, siempre a merced del toro. Tras matar de cinco pinchazos, a paso de banderillas,y cuatro descabellos, se encaró con el público. Su fracaso fue total, no sólo por no poder con el sexto, peligroso, sino por la total falta de torería con el noble primero. No vimos siquiera valor o voluntad y sí absurdos alardes a base de ro dillazos y miradas al tendido.Legítimo triunfo de El Inclusero con el cuarto de la tarde, un toro reservón y nada claro en la embestida. Toreó bien de capote, verónicas con las manos bajas, aunque se enmendó un poco. Hubo un quite por chicuelinas, dos muy ceñidas, con giro despacioso en la cara del toro. Muy valiente en la faena, que comenzó sentado en el estribo. Se dejó materialmente colgar de los pitones, que por dos,veces se los puso el astado en el pecho. Aguantó lo indecible y sacó al toro el máximo partido. Derechazos templados con la mano baja, muy relajado, unos ayudados con sabor y un buen pase de pecho. Entró a matar despacio, se dejó ver y clavó la espada arriba, aunque volvió la cara y salió apurado de la suerte. Con el segundo, ilidiable, estuvo breve y con las lógicas dudas debido a la falta de corridas. Manuel Rodríguez, valiente aunque sin calidad, tuvo una digna actuación con un lote muy difícil como para estrellar a cual quiera. Estuvo breve en el tercero y aguantó derrotes y gañafones en el quinto, al que intentó torear al natural sin lucimiento.

Plaza de Las Ventas

Toros de Javier Moreno de la Cova: bien presentados, mansos y peligrosos, sacaron sentido, excepto el primero, bravo y noble.El Inclusero: Silencio. Oreja con algunas protestas. Manuel Rodríquez: Silencio. Silencio. Antonio Vargas, que confirmó la alternativa: silencio. Aviso, bronca, tras encararse con el público. Presidió el señor Mantecón, que debió condenar al segundo de la tarde a banderillas negras, fue puesto en suerte cinco veces y sólo recibió tres picotazos a duras penas, es decir, que no tomó tres varas en regla. Juan Espejo, eficaz en la brega, clavó dos buenos pares al cuarto.

La plaza registróun entradón, la mayoría extranjeros, que se hicieran notar al aplaudir a los toros cuando no acudían al caballo o se iban sueltos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_