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Entrevista:

Vittorio Taviani: "En «Padre Padrone» queríamos reivindicar la utopía

Ángel S. Harguindey

Madrid comienza a ser una fiesta pachanguera en la que se cambian sustancialmente los contenidos por obra y gracia de las campañas electorales: donde antaño cantaba la flor y nata de la pandereta, hogaño se inundan los estrados de cantautores. Si antes un torturador de cucharillas arrastraba multitudes, ahora es un líder político o un realizador cinematográfico comprometido.

Madrid comienza a recibir algo infrecuente: multitud de famosos, Pontecorvo, Masille, Taviani, Melina Mercuri, Jules Dassin, Leny Escudero, Marina Viady, el Cancioneri Internazionale y un amplísimo etcétera cuyo principal objetivo es manifestar su apoyo -«solidaridad internacional»- al Partido Comunista en su último gran acto electoral, la multitudinaria fiesta de Torrelodones, que se celebrará a lo largo de toda la jornada de hoy.Vittorio Taviani, director de cine que alcanzó la Palma de Oro del última Festival de Cannes, con la película Padre Padrone, codirigida junto a su hermano Paolo, se encuentra en Madrid, concedió a EL PAIS la siguiente entrevista:

EL PAIS: ¿Cuál fue la intención al realizar Padre Padrone?

Vittorio Taviani: Bueno, nuestro penúltimo filme, Allonsanfan que creo que se ha Visto en España, terminaba con el rechazo por parte del protagonista de su presente, a la vez que anhelaba un futuro distinto y reivindicaba la utopía. Al terminar el filme queríamos realizar otro que intentara analizar ese futuro esperanzador. Es decir, contar una historia hoy y aquí en la que se narrara el proceso de una lucha que, al final, se consigue superar vencer. Evidentemente, nuestra película es limitada, está llena de contradicciones, pero es un resultado, algo que ya está hecho. La historia del pastor analfabeto que vive solo, completamente solo, y que se libera de su situación estudiando, es una historia en la que una persona conquista paulatinamente el código del lenguaje, llega a ser profesor de Lingüística y escribe un libro sobre su experiencia vital. La película podría llamarse también Del silencio a la comunicación, entendiendo por «comunicación» el modo de entrar en contacto con los otros para poder comprenderse.

EL PAIS: Por el esquema de la historia, y a diferencia de Kaspar Hauser o El niño salvaje, su película puede ser calificada de optimista, puesto que el pastor, el ser solitario, accede a la comunicación

V. T.: Bueno, yo citaría a Goethe cuando afirmaba que la vida no es trágica, pero vivir sí lo es. No creemos que la película sea triunfalista. En definitiva, pensamos que una victoria es siempre el inicio de una nueva batalla. En este sentido, concebimos la historia del pastor.

EL PAIS: La filmografía de ustedes, cuyos orígenes se remontan al documentalismo, en el estilo de Joris Ivens, habla de un tipo de cine «político», aunque no en un tono panfletario. ¿Podría hablar sobre su concepto del cine?

V. T.: Nosotros afirmamos que el individuo tiene muchos medios para entrar en contacto con los otros. Uno de estos medios es el lenguaje. Para un autor de cine es absolutamente indispensable realizar, en primer lugar, cine. Otro problema distinto, o mejor, otra evidencia, es el hecho de que un autor, a través de su obra, analiza las contradicciones existentes y sus resultados pueden servir como una aportación más a la comprensión de un momento político determinado; sin embargo, el autor, cuando realiza cine, no se plantea hacer política, al menos tal y como concebimos nosotros el cine. Existe también, y eso lo sabemos todos, la posibilidad de hacer un cine directamente político, pero, siendo respetable, nos interesa menos.

EL PAIS: Su presencia en Madrid se debe a un gesto solidario con el Partido Comunista. ¿Acepta usted la posibilidad de militar en un partido y tener libertad de creación?

V. T.: Creo que un autor no puede vivir fuera de una participación en la vida política. Lo que ocurre es que en determinados momentos históricos esta participación adquiere una cualidad distinta, una mayor preponderancia. En relación con el Partido Comunista Italiano, en el que milito, no existe la necesidad de seguir unas determinadas consignas. Estar en el partido significa que cada uno en su parcela analiza los aspectos de la realidad y esto es el significado de nuestra militancia.

EL PAIS: Resulta sorprendente el hecho de que en Italia -un país con libertades democráticas burguesas- se ejerza un control censorial más rígido que en otros países de similar contexto político, Francia, por ejemplo. Todavía se recuerdan las prohibiciones de filmes de Bertolucci o Pasolini.

V. T.: En Italia la probabilidad de un Gobierno de izquierda está muy presente; quizá por eso quienes detentan los privilegios actúan con más dureza. Ahora bien, ese actuar se efectúa no a través de los mecanismos específicos del Gobierno -es decir, no de la censura-, sino de instituciones estatales que están desfasadas, concretamente a través de la Magistratura. Esos grupos de presión utilizan sus resortes de manera indirecta. Son los jueces quíenes prohíben una determinada película. Personalmente, considero que ese tipo de medidas reflejan la debilidad de quienes las ejercen.

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