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Tribuna
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Sin cambios económicos, hacia Europa

La política económica de la nueva Administración norteamericana del señor Carter constituye en estos momentos uno de los motivos de mayor preocupación en el ámbito de la OCDE, sobre todo porque aún se desconocen sus orientaciones de fondo. Frente a la tesis librecambista y acentuadamente liberal de los republicanos, muchas veces reiterada por Ford, Carter ha sugerido una posición un tanto más dirigista, aunque basada en una reducción de los gastos militares. El miércoles 18, en vísperas de la toma del poder por el nuevo presidente, Ford se apresuró, sin embargo a condicionar el camino de Carter, al pedir al Congreso un incremento del 25% del presupuesto rnilitar, lo que representa 35.000 millones de dólares más sobre el presupuesto ya aprobado, de 112.000 millones de dólares. Si el proyecto prospera -lo que es muy seguro, dadas las reticencias del Congreso en esa materia-, la Casa Blanca dispondrá en los próximos cuatro años de un margen de maniobra muy estrecho, y deberá, sin duda, entre otras muchas cosas, fortalecer las barreras aduaneras frente a la Comunidad Económica Europea y el Japón. Simultáneamente, las posibilidades financieras de los Estados Unidos en relación con las crecientes necesidades de sus socios atlánticos, menguarán sensiblemente, lo que puede frenar por completo la incipiente reactivación que se observa en el ámbito de la CEE. Esa circunstancia, unida a la actitud monetarista de Washington, terminaría por consolidar definitivamente la crisis en occidente, agravada ya con el alza del 10% del precio de los crudos.No obstante, los últimos reajustes de la tasa de interés norteamericano sirven para anticipar las intenciones de Washington. El 19 de noviembre, la tasa de descuento americana fue reducida en un cuarto de punto (5,50 a 5,25%). Esta medida, que según el Sistema Federal de Reserva (FED) resultó del descenso de las tasas de interés a corto plazo en los mercados financieros, coincidió con una aceleración del crecimiento de la masa monetaria en el curso del último semestre. Este descenso de la tasa de interés, unida a la de enero de 1976 (6 a 5,50%), obra del «liberalismo» republicano, ha condicionado también el futuro carteriano. Por lo demás, la subida del costo de la vida empezó, a adquirir un ritmo más lento a partir de octubre. Los precios al detalle aumentaron únicaniente a un promedio del 0,3% mensual, lo que equivale al índice más bajo desde marzo (0,2%) En un año (noviembre de 1975 a noviembre de 1976) el alza ha sido de sólo el 5,3%. Pero estos días un nuevo factor de efectos imprevisibles ha venido a introducirse en ese cuadro optimista. Antes de despedirse, Ford dispuso una serie de incrementos salariales para los altos funcionarios de la administración, por ahora inocuos, pero que a criterio de los expertos se traducirán pronto en mejoras para toda la burocracia estatal y privada. Se estima que en el próximo semestre alrededor de ocho millones de empleados norteamericanos recibirán salarios superiores en un 10-12% a los de 1976, lo que por fuerza incidirá en la demanda y en el nivel de precios. En ese caso, en medio de una recuperación todavía no muy bien afianzada la espiral de, la inflación podría dispararse del 5,3 al 7%.

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Expansión

Únicamente una expansión económica considerable podrá equilibrar la balanza. Las previsiones de aurriento del producto bruto nacional oscilan en este momento entre el 5 y el 6% en términos reales. Aún con un incremento de los precios del 7%, la tasa de inflación no sobrepasaría así el 6%. El panorama norteamericano mejoraría incluso más si se cumplen los pronósticos sobre el crecimiento de las exportaciones, cifrado entre el 13 y el 15% en relación con las de 1976.

El doctor Raymond Jallow, vicepresidente del departamento de investigaciones económicas del United California Bank, declaró el viernes 14 de enero que «con este impacto favorable es de esperar un relanzamiento de la economía occidental », con un desarrollo del 2 al 7% (Alemania Federal, 5%, Gran Bretaña e Italia, 2-3%, y Japón 7%).

De esta manera, no variaría -ni sería necesario que variase- la política económica de los Estados Unidos hacia la Europa, tal como lo aseguró el propio señor Jallow. Este, por lo menos, sería el criterio que el vicepresidente Mondale y el secretario de Estado Cyrus Vance, expondrían en el curso de su próximo viaje por Europa, y también el de Carter en la proyectada cumbre occidental, programada para mediados de este año. Así, las proyectadas presiones comunita rias sobre Washington, tendentes a desarmar el proteccionismo aduanero interpuesto por los Estados Unidos a los «nueve» desde la crisis de octubre de 1973, tropezarán, como siempre con la sordera de la Casa Blanca, que por si fuera poco. parece sentirse hoy en condiciones de «garantizarle» a la CEE Y al Japón la «estabilización » de los costos energéticos por medio de su congelación por parte de Arabia Saudita y de los emiratos árabes y de un aumento general de la producción.

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