El Atlético se queda corto ante el Leicester
El equipo de Simeone viaja a Inglaterra con un gol de ventaja tras un partido brillante en el primer tiempo y menos punzante en el segundo
Un resultado corto para un Atlético intenso y dominador de principio a fin. Pocos conjuntos juegan mejor con el 1-0 y con esa renta viajará el vigente subcampeón a Leicester. Lo hará tras un partido de dos caras y dos tiempos. La primera versión fue electrizante tras una arrancada imponente de juego y ritmo. La segunda fue igual de pujante, pero menos apabullante que la ofrecida de salida durante casi todo el primer tiempo.
A pocos y precisos toques, el fútbol vuela. Y el equipo que lo interpreta y lo ejecuta así es un rodillo para el que lo padece. El Atlético desplegó un torrente de toques y reventó al esforzado Leicester en una primera parte primorosa. Bien jugada desde la ambición de tratar de cobrar ventaja en la eliminatoria sin eludir su responsabilidad como local y como conjunto superior. Si hay que determinarle un estilo al equipo de Simeone, el de ese primer acto es el más emocionante y el que más engancha. También el que más siente su hinchada.
Ese fútbol espasmódico y vertical fue una descarga emocional continua para la grada. Un manual acelerado de cómo deben manejarse esta clase de citas. Volcado en campo contrario, línea por línea, el Atlético sometió y redujo al Leicester a un pim, pam, pum incesante durante todo el primer tiempo. Godín y Savic le marcaron la línea al afilado y batallador Vardy. Gabi y Saúl se comieron a Drinkwater y a Ndidi; Juanfran y Filipe Luis ensancharon con ambición el campo, y entre Griezmann, Koke y Carrasco hilaron un eléctrico juego entre líneas que le hizo mucha pupa a los ingleses. La zapa, dejándose caer por los picos del área quedó para Fernando Torres, que se pegó con Benalouane y Huth, al que le sacó una tarjeta que le deja fuera de la vuelta.
Con esa disposición tan académica, a los diez minutos ya se habían contabilizado un trallazo de Koke que hizo cimbrear el palo derecho de Schmeichel, burbujeos de Carrasco, que salió afilado, siempre con una de más para hacer, y varias paredes magistrales a un toque de Griezmann para desarmar a la defensa del Leicester. El libreto tan purista del Atlético también contempló el recurso de los disparos lejanos, recomendables ante equipos que se acuestan sobre su propia frontal del área. En ese panorama, el Leicester solo enseño el saque largo y plano de Schmeichel para Vardy y Okazaki. El japonés es el lanzador de la pareja. Tiene un don para saber donde se encuentra su acompañante y lanzarle pelotazos orientados al espacio. A esa conexión tendrá que estar muy pendiente el Atlético en Leicester, donde se repetirá con más frecuencia que anoche. De Mahrez apenas hubo noticias, salvo una incursión en el segundo tiempo en el que pidió penalti tras caer ante Godín.
El marcador se abrió para el Atlético a la media hora. Fue una contra supersónica marca de la casa. Estaba muy inglés el Leicester. Tenía la pelota en su poder en un saque de banda a la altura del área grande de Oblak. Allí acudieron media docena de los jugadores de Craig Shakespeare para tratar de raspar algo. El rechace del saque largo le cayó a Koke, que le puso la pelota a Griezmann junto a la cal del costado izquierdo. La aceleración del francés fue prodigiosa. Como una centella desparramó las vergüenzas futbolísticas de la defensa inglesa hasta plantarse cara a cara con Albrighton en el lateral del área. El defensor le derribó fuera del área, pero el colegiado señaló penalti. Lo convirtió el propio Griezmann en un ejercicio de jerarquía ante los fallos anteriores de sus compañeros y de él mismo desde los once metros. Esta vez metió confiado el interior de su zurda para engañar a Schmeichel, que se venció a la derecha.
No se inmutó el Leicester con el gol en contra. Tenía la consigna de no resquebrajarse al primer golpe. Trató de mantenerse en pie aplicándose más en defensa. Y lo logró. El Atlético no perdió el control del partido en el segundo tiempo, pero ya no pudo perforar tanto las dos líneas de cuatro que se encontró. Su gobierno le dio para forzar unos cuantos saques de esquina en los que comprobó el poderío y la rocosidad de un genuino equipo británico. Torres tuvo la ocasión más clara y no la pudo culminar porque se resbaló antes de soltar el disparo tras su corta carrera hacia adentro para perfilarse.
El primer cambio de fichas de Simeone fue para dar entrada a Correa por Carrasco. Buscaba esa habilidad del argentino para destrabar partidos desde sus desconcertantes revoloteos con la pelota. Hizo alguno, pero se quedaron en meros escarceos. El segundo cambio de Simeone, Thomas por Torres, ya apuntó a eliminatoria de 180 minutos. A conservar ese 1-0 que pocos equipos administran tan bien como el Atlético.
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