Inglaterra - España: En Wembley no hay amigos
La Roja busca una inyección de prestigio frente a la selección británica (21.00/Telecinco), equipo con más mitología que éxitos
Ha pasado medio siglo desde que Inglaterra levantara su único trofeo en su primera y última final mundialista o europea. Hay que remontarse a 1992 para dar con el último entrenador inglés que conquistara una Liga, Howard Wilkinson con el Leeds. Entonces, todavía no era ni Premier. Con ese formato ha sido el coto de dos escoceses (Alex Ferguson y Kenny Dalglish), tres italianos (Carlo Ancelotti, Roberto Mancini y Claudio Ranieri), un francés (Arsène Wenger), un chileno (Manuel Pellegrini) y un portugués (Jose Mourinho). Y no solo se ha perpetuado la crisis de los banquillos domésticos, también ha arraigado la del campo.
En 60 años solo cuatro jugadores locales brindaron con el Balón de Oro: Stanley Matthews (1956), Bobby Charlton (1966), Kevin Keegan (1978 y 1979) y Michael Owen (2001). Con estos apuntes sería impensable que alguna selección que no fuera Inglaterra gozara de tal prestigio. Pero ya se sabe que lo anglosajón se publicita como nada. Su eco, en muchas ocasiones, trasciende con mucho a la realidad. Le ocurre a los pross, a los que la sucesión de batacazos, algunos muy sonoros, no han rebajado para nada su caché.
La mitología del fútbol inglés, y no solo la de su versión pionera, ha sobrevivido a las calamidades de Inglaterra. Wembley aún es un templo universal y todo cartel que presenta tiene púrpura. Lo mismo da que se trate de un amistoso: en esta catedral del fútbol no hay amigos. Lo comprobará hoy (21.00, Telecinco) la Roja, que busca una inyección de prestigio, rebajado desde su paso por Brasil 2014 y Francia 2016.
Del primero al último de los convocados, todo el regimiento ha expresado su apetito por desfilar en Wembley. A nadie se le escapa que una victoria en dicho escenario, por amistoso que se llame al reto, tiene siempre un calado especial. Es de las que subrayan los aficionados. Y los propios futbolistas, máxime cuando el equipo afronta una transición, como es el caso del grupo de Lopetegui, que precisa de todo tipo de resultados, los que puntúan y los que solo amplifican el rango, para reforzar su andadura.
En su errático transitar, Inglaterra ha probado múltiples pócimas, desde técnicos extranjeros, con Sven Goran Eriksson y Fabio Capello, a preparadores locales de toda condición, expertos y noveles. El desmadre ha alcanzado su máximo nivel, por ahora, con el despido de Sam Allardyce por sus trapicheos y el recurso a Gareth Southgate como interino. El propio ex futbolista y ex técnico de la Sub 21 inglesa ha apremiado estos días a sus rectores a que tomen una decisión final. “Sería de ayuda saber cuál es el proyecto”, ha dicho Southgate, deseoso de que frente a España, “un gran desafío”, los suyos den un paso al frente para imponer el estilo que preconiza.
Apego a los cabezazos
Sobre el césped, la panorámica no es más halagüeña. No lo fue con gente como Scholes, Lampard, Beckham, Gerrard, Terry... Y no lo es ahora con Rooney —que ayer no se entrenó por unas molestias físicas mientras Kane dejaba la convocatoria— como corneta de una nueva generación en la que despuntan Stones, Lallana, Alli, Sterling, Sturridge, Rashford... En la reciente Eurocopa, el experimento no cuajó e Inglaterra, que no pudo con Rusia ni Eslovaquia, fue definitivamente exiliada por la jovial Islandia. El pesimismo ha cundido de tal manera, que algunos medios británicos enfatizaban estos días con que la Sub 21 española tenía más de qué presumir que la propia absoluta inglesa.
Mientras los ingleses rastrean todo tipo de modelos, España, vertebrada por el formato de los grandes podios, ha encontrado motivos para el optimismo. Lleva encauzada la fase de clasificación para Rusia 2018, ha tenido enjundia frente a adversarios crudos como Bélgica e Italia, y ha sellado buenos ratos de fútbol. En Granada, el pasado sábado, ofreció su ángulo más gris, pero nada refuerza más las ideas que los triunfos. En Wembley está por ver la mudanza prevista por Lopetegui y el tipo de equipo que perfila, incluidos siete jugadores con militancia en la Premier. En Los Cármenes, la zaga, sin tres fijos como Sergio Ramos, Piqué y Jordi Alba, dejó dudas, sobre todo en la vía antiaérea.
En el cesto no hay mucho más, Azpilicueta e Íñigo Martínez son las alternativas contra una selección que no disimula su crónico apego por las jugadas al vuelo. De esa forma, con tres cabezazos, superó a Escocia en la última jornada internacional, en la que pasó demasiados apuros ante su débil vecino. “Hemos jugado hace 48 horas y hasta mañana (por hoy) no sabremos el equipo que saldrá”, afirmó el seleccionador español justo antes del único ensayo en Wembley. Una pista, por lo general, los jugadores elegidos para verse con los medios el día antes del partido suelen ser titulares. En Londres le correspondió a Busquets y Azpilicueta. Para el entrenador español, verse en Wembley frente a Inglaterra resulta “todo un honor”. Por ello vaticinó “un gran partido”. No solo cuentan los puntos. El crédito puntúa, y mucho.
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