Marc Márquez, muchas piezas, poca evolución
Honda no para de producir novedades para el líder del Mundial, que mejora gracias a los avances en la electrónica y su gestión de las carreras
El test de Montmeló tenía que ser la prueba definitiva. Y Marc Márquez acabó desencantado. No es que Honda no haya invertido tiempo y dinero en traerle piezas y más piezas, es que pocas han encajado. Pocas le han ayudado a ir más cómodo, a solucionar los problemas en aceleración, el incómodo wheelie que hace que a la salida de las curvas se le levante la rueda delantera en cuanto le da a la maneta del gas. En aquellos tests, después del Gran Premio de Catalunya, probó un chasis y un basculante nuevos. Pero le cambió poco el gesto. El chasis, que no le convenció demasiado, se utilizó para hacer una pequeña modificación que le permitiría pilotar con mayor comodidad, jugar con la moto, llevarla por donde él quiere y no al revés, como suele explicar a menudo el dos veces campeón de MotoGP.
Poco a poco, empezó a encontrarse cada vez más cómodo en las curvas. Y logró minimizar sus males. Y a eso, añadió su nuevo yo, el que pilota con cabeza, con la madurez que le aportaron todas las caídas del 2015. Y aunque el siguiente test, el de Brno, tampoco sirvió de mucho —pese a que Honda siguió trayendo piezas nuevas, que tampoco dieron el resultado esperado, tan solo, quizá, unas alas, por fin, más grandes—, él sigue pasito a pasito, positivo, calmado. Pues, pese a todo, es el líder de la clasificación. Con 53 puntos de ventaja. Y eso que solo ha ganado tres carreras, las mismas que Lorenzo, tercero.
Como el motor, principal problema, origen de esas aceleraciones bruscas, no se puede manipular ni cambiar, el equipo y los ingenieros debían buscar alternativas, y el piloto buscar la manera de adaptarse a la moto. El desconocimiento de la electrónica y la centralita —nuevas ambas con la entrada de Magneti Marelli a principio del año— y de los neumáticos Michelin, añadieron un problema extra a la ecuación. No en vano, la fábrica decidió sacar a Andrea Zugna —uno de los tres ingenieros que Honda fichó de Yamaha a finales de 2009— de su escondite y traerlo a algunas carreras para observar exclusivamente el funcionamiento de la electrónica en los circuitos. “Donde más ha mejorado la moto es en la electrónica. Cuando empezó el campeonato estábamos muy retrasados. Tanto que Marc era incapaz de ir rápido. Ni siquiera creo que sepamos todavía dónde está el potencial de esta electrónica, si estamos al 50% o al 70%...”, confiesa Livio Suppo, director del equipo Honda.
Y añade: “Pero el cambio más grande que ha hecho Márquez radica en la gestión de las carreras. Y eso es mucho más difícil de hacer para un piloto que trabajar en mejorar la moto, de eso se encargan los ingenieros. Una carrera como la de Brno demuestra la madurez de Marc, porque salió pensando en que tendría que cambiar de moto, como casi todos, y entendió pronto que sería difícil, así que cambió de repente de estrategia: bajó el ritmo, buscó las zonas mojadas, salvó las gomas; y cuando tuvo que tirar para llegar al podio, lo hizo. Al final, hizo la carrera perfecta. Es el último ejemplo de una temporada en la que ha sido capaz de obtener siempre el máximo rendimiento de cuales fueran sus condiciones y los otros, no”.
“La clave ha sido que siempre hemos estado abiertos de mente. Hemos sido receptivos a la hora de probar cosas. Por ejemplo, esta mañana (por ayer) he probado una pequeña novedad, que no ha ido bien. Hemos vuelto atrás y en la segunda sesión hemos vuelto a lo que tenía”, cuenta Márquez. Y no tiene la sensación de estar perdiendo el tiempo, al revés: “De lo que hago muchos viernes por la mañana, no se cuenta todo. Pero vamos probando cositas. Y poco a poco se va mejorando la moto. Aunque desde Montmeló la moto es la misma. Pero tenemos la suerte de haber dado con una muy buena base”, se felicita. Y cierra Suppo: “Los 53 puntos Marc los ha ido cogiendo en circunstancias extrañas, se ha aprovechado de carreras raras. No ha ganado las últimas cuatro carreras, simplemente ha sido constante”.
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