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El mes para olvidar del Barcelona

Desde el 20 de marzo, los azulgrana han perdido un colchón de ocho puntos en la clasificación de la Liga BBVA y han caído en Liga de Campeones

Hasta las cinco de la tarde del sábado 20 de marzo nada hacia presagiar el hundimiento del FC Barcelona. Los azulgrana se imponían 0-2 en un estadio complejo, El Madrigal, y ampliaban su ventaja virtual a 11 puntos respecto al Atlético de Madrid —que 24 horas antes había caído frente al Sporting de Gijón en El Molinón— y a 15 puntos respecto al Real Madrid, que aún no había disputado su partido frente al Sevilla. El equipo carburaba y un gol de Rakitic y otro de Neymar permitían a los de Luis Enrique concentrarse en los cuartos de final de la Champions con el campeonato nacional prácticamente atado. Pero en apenas seis minutos todo se dio la vuelta: los castellonenses pusieron las tablas y aguantaron el resultado hasta el final.

Desde entonces, el paso firme del Barcelona se torció. El empate no era, al menos a priori, un mal resultado en Vila-real: entraba dentro de lo posible en un campo complejo y frente al cuarto clasificado en Liga. Pero justo después llegaría el parón de selecciones, un lapso que los entrenadores detestan después de un resultado regular, y el Real Madrid. El 2 de abril los blancos aterrizaron en el Camp Nou con la Liga prácticamente perdida —hasta el propio Zidane llegó a descartar buena parte de las opciones de su equipo ante la fortaleza culé y la irregularidad blanca— y la única ambición de lograr un resultado que insuflase ánimo de cara al gran objetivo blanco de la temporada, la Liga de Campeones.

Tras adelantarse en el marcador con un gol a balón parado, una de las facetas en las que menos destaca el cuadro barcelonista, los de Luis Enrique se desinflaron en un tramo final del partido a la vez que el Madrid adelantaba líneas y lograba imponer su ley con un jugador menos. El Barcelona se hundió físicamente en un último cuarto de hora aciago para sus intereses y afloraron los tics que no han dejado de multiplicarse desde entonces. Pese a los malos augurios —y a un tempranero gol de Torres—, el Barcelona volvió a ofrecer su mejor versión en la segunda parte contra un Atlético de Madrid con 10 jugadores. La Champions cambiaba la cara del equipo, pero sería algo temporal.

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Cuatro días después, en su visita a Anoeta —un campo históricamente adverso para los intereses azulgranas—, los Messi, Neymar, Busquets y compañía volvían a ofrecer su peor versión. Ni siquiera las rotaciones consiguieron erigirse en revulsivo para el equipo, en clara trayectoria descendente y con una capacidad de reacción capitidisminuida, y los vascos lograron imponerse 1-0 en uno de sus partidos más completos de la temporada.

La eliminación europea, el miércoles pasado frente al Atlético de Madrid, fue el detonante último de la crisis barcelonista. Esta vez, sí, con todos sus efectivos sobre el césped del Calderón, el cuadro culé cayó 2-0 y vio esfumarse todas sus opciones en la máxima competición continental.

Pero si una derrota ha hecho daño a los barcelonistas, esta es la de ayer frente al Valencia. Tras un arranque de partido prometedor, que recordó al de las mejores tardes en el Camp Nou, el Barça fue diluyéndose a medida que los de Ayestarán optaban por contraataques letales como mejor arma. Repetían así la táctica empleada por la mayoría de equipos que han derrotado al FC Barcelona en lo que va de campaña: férrea defensa —aderezada con un Diego Alves providencial—, transiciones rápidas y precisión en el remate.

Pese al gol de Messi, que puso el 1-2 a falta de media hora para el final, y las arremetidas de los atacantes azulgrana, los valencianistas lograron resistir el huracán y rescataron tres puntos vitales para un equipo que ha rendido muy por debajo de su potencial este año. En frente, y pese a la visible mejora de su juego, el Barcelona no era ni la sombra de lo que fue hasta mediados de marzo. Ahora el cuadro azulgrana se juega la temporada en seis finales: cinco de Liga y una de Copa. Y lo hace, tal y como remarcaron ayer Luis Enrique y Piqué, sin margen de error. Un solo fallo puede acabar de tirar por la borda todo el trabajo realizado en siete meses de miel sobre hojuelas y uno, el último, dramático.

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