'Masters of Sex' y las complicadas segundas temporadas


Las segundas temporadas siempre son complicadas. Cuando una serie empieza, tiene por delante un papel en blanco para llenar con personajes, historias, diálogos, contexto... y desarrollar su propio mundo. Masters of Sex afrontó con éxito esa primera temporada el año pasado y fue uno de los mejores estrenos (incluso una de las mejores series) del año. Con un debut tan bueno, las expectativas para la segunda temporada eran muy altas. Y el regreso no defraudó. El final de la primera temporada había dejado a los seguidores de la serie deseando que volviera para conocer el futuro inmediato de Bill y Virginia con esa escena en la puerta de la casa de ella y con la lluvia de fondo.
Y el regreso cumplió con las expectativas. Conocimos qué había ocurrido a través de flashbacks y se contaron las consecuencias en el futuro inmediato. Después llegó el tercer capítulo, ese combate de boxeo entre Masters y Johnson en una habitación de hotel mientras el resto del mundo estaba pendiente de otra pelea en la televisión. Un capítulo redondo que ha terminado por ser el mejor de la temporada que ayer llegó a su fin en Canal + Series y que ha dado la sensación de no encontrarse a sí misma. Los protagonistas siguen siendo interesantes y van mostrando capas de su personalidad poco a poco, sobre todo cuando están los dos solos. Pero no se puede evitar tener la sensación de que la historia no ha avanzado, que se ha pulsado el botón destand by a la espera de que ocurra algo que la saque de ese camino en círculos que está andando.

Quizá parte de la culpa de esa sensación la tenga el que la serie haya dejado de lado el estudio sobre la sexualidad que llevan a cabo los dos protagonistas para centrarse en otros aspectos más secundarios. ¿A alguien le interesa lo que le ocurra al rubio y mujeriego doctor Austin Langham en su nuevo trabajo y con su nueva jefa? Demasiadas escenas y diálogos de relleno que no han ayudado al desarrollo de la temporada.
¿Todo ha sido negativo en la segunda temporada de Masters of Sex? Ni mucho menos. El reflejo de las tensiones raciales a través de las historias de Libby (que no es tan inocente ni tan tonta como podía aparentar) o del hospital por el que pasan Masters y Johnson, la historia del personaje de Betsy Brandt o la relación entre Virginia y la doctora Lillian DePaul han elevado el nivel cuando no se andaban por las ramas (el problema es que solían hacerlo...). Por suerte, una de las historias más duras, la de Barton Scully, se resuelve pronto y no se estira más de lo necesario. Solo volvemos a encontrarnos con él al final en una escena que trae recuerdos de los mejores momentos de la serie.
Y, por supuesto, ellos. Lizzy Caplan y Michael Sheen, dos actores que saben cómo llenar de matices sus personajes. Enciérrales en una habitación de hotel, déjales hacer y disfruta. Mientras su conexión siga funcionando, Masters of Sex seguirá teniendo sentido. A pesar de todo.
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