Ignacio Aguado: “Soy organizado desde los seis años”
El candidato de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid espera adelantar por el centro derecha al PP en clave liberal progresista, como define a su partido
Traje azul y corbata sin mácula, a tono con la terraza del Hotel VP de la plaza de España, donde nos cita Ignacio Aguado. Será por la vista panorámica de lo que desea gobernar a partir del 26 de mayo, cuando espera adelantar por el centroderecha al PP en clave liberal progresista, como define a su partido. A nada de empezar a hablar ya las tira contra sus dianas favoritas: Pedro Sánchez y Ángel Gabilondo. Ante la perspectiva de pactar con Vox, se hace el loco. Lo demás, lo tiene todo muy claro. Es socio del Atleti.
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Pregunta. ¿Cómo está?
Respuesta. Pues muy ilusionado, optimista y muy feliz en lo político y personalmente.
P. En lo político, ¿por qué?
R. Porque llevamos cuatro años trabajando y vemos que el esfuerzo se ve reconocido. En las últimas generales, Ciudadanos se puso por delante del PP en Madrid y eso significa un paso brutal. Ahora somos nosotros el voto útil para frenar a Pedro Sánchez y los populismos.
P. ¿Y en lo personal?
R. Feliz porque mi vida ha cambiado: me he casado, he tenido un hijo, me he mudado de casa, me he comprado un coche, todos estamos bien de salud, mis padres, mis hermanos, cada uno en sus empresas…
P. ¿Es ése pues el paradigma de la felicidad para Ciudadanos?
R. Bueno, no lo sé. La felicidad no es un estado permanente, son momentos. En estos cuatro años lo he tocado muchas veces: que me quiten lo bailao.
P. Para alguien que ha estudiado tres carreras a la vez, el listón de exigencia debe ser alto. ¿O simplemente quería entrar en el Libro Guinness de los Récords?
R. No me considero por eso ni más ni menos que otra gente. Me decían que era imposible, muy complicado además combinarlo con el waterpolo profesional, en el Canoe. Pero organizándote...
P. O sea, que es organizado, ¿cómo se consigue eso? Se lo pregunta el rey del caos.
R. Desde pequeñito vas haciéndote agenda. Concretamente desde que nació mi hermana pequeña. Yo tenía seis años.
P. ¿Agenda con seis años?
R. A ver si me entiendes, mi madre me vestía medio dormido y me llevaba al colegio. Nació mi hermana y ya todo eso se acabó: ‘Ignacio, vístete, hazte la mochila, ¿sabes si tienes examen…? Y a partir de ese momento, empecé a organizarme por mí mismo. En eso no tengo ningún mérito. Todo se lo debo a mis padres. Mi madre es muy organizada, también. Mi padre, muy valiente. Es empresario de telecomunicaciones, muy echado para adelante, muy audaz. Como las cosas iban bien, me fueron soltando.
P. Guarda usted mucho paralelismo con Rivera, por aquello del waterpolo. ¿O tienen pique?
R. No, qué va. Nunca llegamos a enfrentarnos. Y, además, tenemos otra cosa en común. Participamos en concursos de oratoria en la universidad.
P. Piquitos de oro.
R. Él, más. Ganó la Liga Nacional de Debate.
P. Bueno, usted en la etapa de Cifuentes, cuando había que dar caña, daba. Aunque después, aquello, luego quedaba en nada.
R. Hemos sido muy contundentes y muy exigentes. Habíamos firmado un documento y había que cumplirlo. Que no nos torearan durante la legislatura.
P. Ya, pero al final no dieron la puntilla, pese a que se enfrentaron a un caso de corrupción manifiesta con el máster, apoyaron hasta el final. ¿Era teatro? No exigieron responsabilidades.
R. Pedimos su dimisión. Otros partidos la pedían pero no disparaban con fuego real, nosotros sí. Era política útil, no pólvora mojada. Tampoco palabras. A veces, Gabilondo parece que habla en la Asamblea como en un aula magna. Está muy bien decir cosas grandilocuentes, pero si luego votas en contra de la educación gratuita de cero a tres años, no sirve de nada. Tampoco fue capaz cuando fue ministro de hacer un pacto por la educación, ni una reforma a fondo de la universidad.
P. Parece claro que en España, con la Iglesia de garras por medio, no será nada fácil jamás un pacto por la educación.
R. Cuando nosotros gobernemos, espero que sí. ¿De verdad el problema para sacar un pacto por la educación es si dejas un crucifijo en las escuelas o no? Más bien es otro: cómo modificamos el currículo en los coles, enseñar habilidades, skills que dicen los anglosajones, no sólo conocimientos, oratoria, robótica…
P. De su pacto con el PP se han llevado a casa a Ángel Garrido. ¿Cómo vieron que tenía perfil de Ciudadanos?
R. Vivimos una legislatura convulsa. Con tres presidentes. En muchas ocasiones, él fue el único interlocutor. Todos los puentes se rompieron con Cifuentes.
P. ¿Quién llamó a quién para el último paso?
R. Fue una conversación conmigo y con César Zafra. Ya había dimitido de su cargo pero formaba parte de la lista de las europeas. Nos dijo que no se sentía a gusto, que no le salían los aplausos porque no creía en lo que decían, que podría irse a Europa ganando más de lo que ganará aquí, pero que prefería ser coherente a cómodo. He visto como desde el PP lo han atacado a él por dar ese paso más que a los corruptos. Se castiga más a personas que libremente deciden abandonar el barco cuando ven que se hunde que a quienes delinquen.
P. Bueno lo que llama usted abandonar el barco otros lo denominan traición.
R. Pues hay seis millones de traidores en España que ya no les votan. Como dijo el jefe de comunicación de Díaz-Ayuso: tránsfugas de mierda. Esto no es como pertenecer a un equipo de fútbol, para toda la vida.
P. ¿Se sienten en Ciudadanos un poquillo ansiosos por tocar poder? ¿Más deseando llegar que disfrutando la travesía?
R. Es que no hemos venido aquí a navegar. Llevamos 40 años en lo mismo. Hay que alcanzar la meta. No hemos logrado la reforma de la educación, de las pensiones, de la ley electoral que beneficia a PP y PSOE. Hemos dejado nuestras empresas y sacrificado tiempo con nuestras familias no para calentar el sillón.
P. En España existe cierta hipocresía con aquellos que persiguen poder pero evitan que se les note. Ustedes en eso son transparentes: quieren poder y lo quieren ya.
R. El poder no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio. Algo demasiado importante para dejarlo en menos de quienes no tienen escrúpulos.
P. ¿Falta de escrúpulos es convertirse de socialdemócrata a liberal en dos reuniones?
R. Nosotros nunca hemos sido socialdemócratas. Nos inscribíamos en la corriente europea liberal progresista, representábamos una tercera vía, ha sido un cambio de paradigma brutal en España dentro del centro que ha funcionado.
P. ¿Cómo van a hacer convivir ese espacio al que se refiere con un posible pacto con la ultraderecha de Vox?
R. Mi propuesta inicial será hablar con el PP. Con un programa potente en temas económicos, sociales, sanitarios. Si les gusta a quien le guste, votarán a favor, si lo rechazan, tendrán que explicar cada uno a sus votantes por qué. Me encantaría convencer a todos. Intentaré hacer difícil con ese programa de Gobierno que cualquiera vote en contra.
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