El aeropuerto de Castellón vira hacia el turismo residencial
La base espera alcanzar los 120.000 pasajeros con cuatro rutas de residentes extranjeros
De ser estrenado por dos jubilados en helicóptero a gestionar 120.000 pasajeros al año. Este es el reto al que se enfrenta la concesionaria del aeropuerto de Castellón, que tras ser el símbolo del despilfarro en la época de la burbuja inmobiliaria empieza a despegar tras casi nueve meses de vuelos regulares. De hecho, Ryanair, que ya opera vuelos a Londres y Bristol, ha anunciado que a partir de noviembre va a activar las conexiones con Sofia, capital búlgara, una ruta con la que esperan captar 20.000 pasajeros anuales con dos vuelos a la semana.
Siete meses después del inicio de la actividad, las cifras son todavía discretas en cuanto a pasajeros en las instalaciones de Vilanova d’Alcolea. No obstante, el camino emprendido por la concesionaria y las compañías aéreas empieza a distanciarse de la proyección con la que fue diseñado.
La justicia ha paralizado el megaproyecto de Marina d’Or Golf al haberse declarado ilegal el Programa de Actuación Integrada (PAI) que debía construir 36.000 viviendas y 10.000 plazas hoteleras entre Oropesa del Mar y Cabanes, a escasos diez minutos de la base aérea. De la misma manera, otros proyectos turísticos en Castellón, como los múltiples campos de golf asociados a la construcción residencial, no se van a realizar y el sueño de atraer al turismo ruso a la provincia no es una realidad, por el momento.
Como alternativa, tanto la concesionaria SNC-Lavalin como la sociedad pública Aeropuerto de Castellón SL (Aerocas) están enfocando los vuelos que ofertan hacia el turismo residencial. Los dos primeros destinos, Londres (Stansted) y Bristol, están siendo utilizados mayoritariamente por expatriados españoles y por residentes británicos de la zona de Alcossebre y Peñíscola. De hecho, en un reciente estudio de la Agencia Valenciana del Turismo y Aerocas se apuntaba que el 90% de los turistas que llegan al aeropuerto se quedan a pernoctar en la provincia de Castellón. Del total, casi un 70% responde al perfil del turista residencial, ya que se alojan en casas propias o de familiares y amigos.
Una tercera ruta enlazará Castellón con Budapest a partir de junio y será operada por la compañía Blue Air. Una conexión en la que se pretenden alcanzar 35.000 pasajeros anuales. A ella, hay que añadir la citada nueva ruta con Sofía, que se iniciará en noviembre y que sumará 20.000 potenciales usuarios.
En este sentido, cabe apuntar que según datos del Instituto Nacional de Estadística entre las provincias de influencia del aeropuerto, esto es Castellón, Tarragona y Valencia, las personas residentes con nacionalidad británica son 12.506, mientras que los búlgaros son 21.500 y los rumanos 114.491.
El director de la infraestructura, Joan Serafín Bernat, señaló esta semana que Ryanair “ha estudiado la viabilidad del destino” y apuntaba al alto índice de población de nacionalidad búlgara de estas tres provincias.
Sin embargo, desde la Diputación de Castellón, su presidente Javier Moliner insistía en intensificar las acciones comerciales turísticas en los destinos que propugna el aeropuerto. Al conocer la nueva ruta a Sofía, Moliner apuntaba que “vamos a trabajar con intensidad para contactar con turoperadores en Bulgaria, para generar el destino Castellón y el conocimiento de nuestra marca en este mercado de origen”, así como anunciaba acciones de promoción en las principales ferias del sector.
Desprenderse de etiquetas
La base aérea castellonense inició los vuelos regulares el pasado 15 de septiembre, casi cuatro años y medio después de la esperpéntica inauguración auspiciada por Carlos Fabra, ahora en prisión cumpliendo condena por cuatro delitos contra la Hacienda Pública. El aeropuerto, con la nueva composición del consejo de administración, inició una catarsis en la que deben desprenderse de todas las etiquetas peyorativas ganadas a pulso y empezar a gestionar la infraestructura para que, al menos, tenga alguna actividad. Paralelamente a la gestión diaria de la base, desde el Consell se está revisando la anterior gestión por si hubiera que depurar alguna responsabilidad.
En este sentido, la sociedad pública de la que depende el aeropuerto, Aerocas, modificó su consejo de administración, quitando protagonismo a la Diputación y dando entrada a operadores turísticos y a expertos de la Universitat Jaume I de Castellón y a los alcaldes de los dos municipios en los que se asienta, Vilanova d’Alcolea y Benlloch.
Así mismo, en una anterior etapa encargó la gestión aeroportuaria a SNC-Lavalin con el objetivo de empezar a operar con vuelos regulares, aunque la concesión por parte del anterior gobierno de la Generalitat presidido por Alberto Fabra también está en entredicho. La concesionaria recibirá 24,5 millones de euros los nueve primeros, está exenta de pagar ningún canon hasta superar los 1,2 millones de pasajeros anuales y tiene cedida la gestión hasta noviembre de 2033. La Comisión Europea está revisando los pormenores de esa concesión por si el canon pudiera enmascarar alguna ayuda ilegal.
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