Los viñedos de Jerez se reconvierten
Junta y Ayuntamiento corrigen el plan local para adaptar los espacios al turismo
Los viñedos de Jerez están infrautilizados desde que, a finales de los ochenta, una feroz reconversión agrícola arrasó más de 15.000 puestos de trabajo en el sector. En este cuarto de siglo, las Administraciones no han propiciado la reindustrialización que prometieron y ahora la ciudad trata de superar aquella histórica crisis y relanzar uno de sus mayores activos: la viña.
El Ayuntamiento ha presentado el denominado Plan de Desarrollo y Promoción del Viñedo. La idea ha surgido del propio sector vitivinícola y supone revalorizar 9.000 hectáreas de viñales sin levantar nuevas edificaciones. El objetivo es rehabilitar, recuperar y reutilizar el patrimonio que ya existe, casas de viña, bodegas, lagares, cortijos y caseríos para convertirlos en casas rurales de hospedaje, pequeños hoteles, restaurantes, ermitas, centros ecuestres, granjas escuelas y centros de producción de vinos de pequeñas dimensiones. Se completa el programa con el arreglo de la red de caminos públicos que faciliten y mejoren los accesos.
El marco del jerez pretende revitalizar su campiña al estilo de Burdeos, las terrazas del Duero de Portugal, Napa Valley en California o La Toscana de Italia. El Consistorio se limita a impulsar el proyecto y establecer el marco legal para desarrollar un plan que debe activar y financiar la iniciativa privada.
Más de 300 caseríos y casas por rehabilitar
El Plan de Promoción del Viñedo que impulsa el Ayuntamiento puede suponer la recuperación de unos 300 caseríos y casas de viña en las 9.000 hectáreas que integran el marco del jerez. Entre estas edificaciones hay simples casas de guarda de una única estancia; otras con varias habitaciones, cocina comunal, cuadra o lagar; y una última variedad con pequeñas capillas, patios rodeados de lujosos cuartos e incluso palacetes rurales, hoy en ruinas. Aunque la administración y los viñistas son reacios aún a avanzar cifras, estas son las primeras estimaciones que baraja el sector.
La iniciativa privada es la que debe financiar esta recuperación del viñedo y la primera pregunta es saber si hay emprendedores dispuestos a apostar por el impulso turístico de la campiña. Según los dirigentes provinciales de las organizaciones agrarias Asaja y Coag, Cristóbal Cantos y Miguel Pérez, respectivamente, sí los hay. Ambos se muestran convencidos de que los viticultores son los primeros interesados en la recuperación de sus tierras. “Me consta que hay iniciativas esperando a que se regule legalmente el proyecto”, apunta Pérez.
Cristóbal Cantos, un veterano de la patronal agraria, fue el primero en lanzar la propuesta. Su idea no era otra que transportar a Jerez una iniciativa que ya existe en las grandes zonas vitícolas del mundo “llevando el vino al campo como atractivo comercial y turístico”.
La dimensión de la viña jerezana también favorece el éxito del plan. En el marco no hay fincas de grandes dimensiones. La mayoría miden de cinco a diez hectáreas y los responsables de las organizaciones consideran que es un tamaño factible para iniciar la inversión y para que los emprendedores que no tienen tierras puedan animarse a comprar.
Las primeras estimaciones apuntan a que existen más de 300 casas de viña tradicionales con capacidad de recuperación. El plazo de ejecución es otra incógnita y sólo Cantos se aventura a avanzar que el proyecto podría estar completado en unos diez años.
Y como muestra de que el plan puede tener futuro, hay que fijarse en la cada vez más pujante actividad que existen en los conocidos como “mostos”. Estos establecimientos, que abren de septiembre a mayo, no son más que casas de viña transformadas en peculiares restaurantes donde se sirve el vino joven de cada vendimia con platos de gastronomía tradicional como el ajo campero o la berza jerezana. De momento sólo hay seis mostos en mitad de la campiña, y cada temporada se hace más difícil encontrar una mesa libre en un fin de semana.
En ese primer paso, el de aprobar las herramientas que den cobertura legal al uso turístico de los viñedos, ha surgido un primer escollo que ha podido dilapidar todo el programa. Días atrás, la Consejería de Medio Ambiente advirtió por escrito al Ayuntamiento de Jerez de que su propuesta, tal y como se ha planteado, infringe la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA). El delegado territorial de la Junta Federico Fernández tendió la mano a la Administración gaditana para buscar soluciones, pero la primera reacción del Consistorio hizo saltar las alarmas en el marco. El gobierno municipal de Jerez (PP) acusó a la Administración andaluza de posicionarse “en contra del desarrollo” de la ciudad y al propio Federico Fernández de “actuar más como un comisario político al servicio del PSOE en campaña electoral que como un delegado que debe velar por los intereses de Jerez”.
El proyecto estrella de la ciudad estaba tocado, el sector pidió cordura y el enfrentamiento político abrió paso al diálogo en cuestión de horas. Técnicos municipales y autonómicos ya han celebrado una primera reunión para corregir errores y evitar “la anulación” del plan planteada por la Junta en un requerimiento. Ambas administraciones se proponen dar respaldo legal y seguridad jurídica a una idea que puede reactivar uno de los motores de la economía de la zona rural que ahora va al ralentí.
El principal problema de la iniciativa radica en que el gobierno local, con el fin de agilizar los trámites urbanísticos para la implantación de actividades económicas en las viñas, aprobó en el pleno del Ayuntamiento, pese a los reparos mostrados por la Junta, un “plan especial de viñedo” que el propio Consistorio define como una herramienta “innovadora” que bendice las actuaciones que se ejecuten de manera global en ese suelo no urbanizable sin que tengan que ser autorizadas y tramitadas de manera individual. Precisamente, esa herramienta “innovadora” es la que no está dispuesta a aprobar la Consejería, que advierte de que la LOUA y el propio PGOU de Jerez ya ofrecen mecanismos legales para relanzar los viñedos, incluso por la vía de urgencia, sin necesidad de aprobar un marco legal que modifica la legislación urbanística andaluza, de obligado cumplimiento para todos los Ayuntamientos.
Todas las fuentes consultadas de ambas administraciones dan por hecho, pese al enfrentamiento inicial, que el proyecto saldrá adelante. Consistorio y Junta son conscientes de la oportunidad que supone rehabilitar caseríos, cortijos y casas de viña, algunas de ellas del siglo XVII. Se lograría potenciar el turismo enológico en una ciudad que históricamente ha vivido del vino, pero que ahora casi adolece de actividad industrial y arrastra una tasa de paro que supera el 40%.
El Plan de Promoción del Viñedo que tratan de salvar Ayuntamiento y Junta también marca restricciones: todas las actuaciones que se impulsen en la campiña jerezana tienen que respetar el entorno paisajístico de un espacio en el que se prohíben de manera expresa los campos de golf, de tiro, aeródromos, circuitos de karts, jardines botánicos, parques acuáticos y reservas de fauna.
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