Una era espacial llega a su fin
Tras el último transbordador, la NASA se queda sin nave para sus astronautas
Más de medio millón de personas calcula la NASA que se desplazarán el próximo día 8 hasta la zona costera, pantanosa y plana en la que solo sobresalen los edificios y las plataformas de lanzamiento de Cabo Cañaveral (Florida). Será la última oportunidad de presenciar un espectáculo tecnológico impresionante: el lanzamiento de un transbordador espacial. La partida del Atlantis está prevista para las 11.26 hora local (17.26 hora peninsular) y la mayoría del público se concentrará -como en las grandes ocasiones allí- en los alrededores del Centro Espacial Kennedy, para ver el ascenso de la mítica nave por el cielo, con sus cohetes echando fuego. Será el lanzamiento número 135 y el último de un transbordador. Cuando el Atlantis y sus cuatro astronautas regresen a la Tierra 12 días después, habrá acabado una era espacial que ha durado 30 años.
El horizonte de la futura exploración está en asteroides, la Luna y Marte
"Me gustaría aplazar la emoción hasta el momento en que paren las ruedas en la pista de aterrizaje [al volver]: creo que en ese momento nos llegará a todos la sensación del final", dice el comandante de esta última misión, Christopher Ferguson.
La decisión de acabar con los transbordadores se tomó en la NASA a raíz del accidente del Columbia, en 2003, dando un plazo para completar con estas naves la construcción en órbita de la Estación Espacial Internacional (ISS). Su enorme complejidad -un transbordador tiene más de dos millones y medio de piezas móviles-, su alto coste y su peligrosidad condicionaron la decisión. Pero todavía ahora se discute en la NASA sobre la oportunidad de dicha medida, sobre todo teniendo en cuenta que, a partir de ahora, y hasta que dentro de cinco años no estén listos los nuevos cohetes y cápsulas que está desarrollando la industria privada estadounidense para ir a la ISS, los astronautas de Estados Unidos tendrán que viajar como pasajeros de pago en las cápsulas rusas soyuz. Para algunos es casi un deshonor. Mientras tanto, la NASA, siguiendo el plan del presidente Obama, busca su nuevo horizonte en futuras exploraciones más ambiciosas: asteroides, la Luna y, antes o después, Marte.
"El gran legado del transbordador es que, aunque no ha logrado que los vuelos espaciales sean como pretendían sus diseñadores, sí los ha hecho mucho más accesibles que cualquier otro vehículo, ruso o americano, hasta la fecha y creo que merecen el justo respeto", dice Michael Griffin, anterior director de la NASA, el que tomó la decisión de cerrar el programa. Desde luego, nadie cuestiona que un transbordador es un monumento de ingeniería.
En el Atlantis irán esta vez solo cuatro astronautas, en lugar de los seis o siete habituales. Es una misión rara, y aplazada varias veces. No se contaba con que llegase a despegar a no ser que lo exigiera una emergencia en el vuelo anterior, que iba a ser el último, y tuviera que ir a rescatar a los astronautas refugiados en la ISS. Pero finalmente se aprobó financiación extra y se decidió hacer esta última misión de carga.
En la bodega del Atlantis van varias toneladas de suministros y repuestos para la estación y se traerán piezas sobrantes allí. Como en esta ocasión no queda ningún transbordador más en activo (el Discovery y el Endeavour se preparan ya para su exhibición en museos), para una emergencia se cuenta con las soyuz. Si en el lanzamiento se produjese algún desperfecto grave en el transbordador, los astronautas se refugiarían en la ISS y volverían en las naves rusas. En estas condiciones, mejor que sean solo cuatro: Ferguson, Doug Hurley, Sandra Magnus y Rex Walheim.
Pese al ambiente de desmantelamiento, la NASA sigue procedimientos normales para la última misión del Atlantis. "Todo el mundo hará su trabajo tan perfectamente como siempre", comenta Mike Leinbach, director de lanzamientos. "Pero sí, todos sabemos que se acerca el final; lo sabíamos desde hace tiempo, pero ahora quedan solo unas semanas, no años, y los ánimos son cada vez más sombríos".
En el momento en que aterrice el Atlantis de regreso y llegue la emoción final que dice Ferguson, quedarán atrás tres décadas de un programa espacial controvertido y se recordará a los 14 astronautas muertos en los accidentes del Challenger (1986) y del Columbia (2003).
900 millones de euros cada misión
Concebidos para ser un medio de transporte espacial ágil, intenso en lanzamientos y barato, los transbordadores no han cumplido los objetivos. Son reutilizables, pero extremadamente complejos y el coste medio de las misiones ronda los 900 millones de euros. Los kilómetros recorridos por los cinco transbordadores suman un total suficiente para ir a Júpiter. Pero apenas se han alejado de la Tierra unos 550 kilómetros (normalmente, 350), dando siempre vueltas a una altura máxima de unos 550 kilómetros, muy por debajo de los satélites de comunicaciones o incluso de observación de la Tierra.
Sin una estación espacial a la que ir hasta mediados de los noventa -la Mir rusa y luego la ISS- la NASA justificó decenas de misiones por los experimentos científicos, aunque lo cierto es que este programa ha generado escasísima ciencia de importancia. Sobre el final del programa hay opiniones divididas, dice el comandante del Atlantis Chris Ferguson: "Unos sostienen que pueden seguir volando otros 10 años, que están en buenas condiciones y que son aún jóvenes. Pero se diseñaron para funcionar 20 años y han pasado 30. Hay que tener en cuenta la obsolescencia; además, llevan muchos elementos difíciles de mantener porque se construyeron con tecnologías de hace 35 años".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.