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Reportaje:FOTOGRAFÍA

El álbum de Almodóvar

Elsa Fernández-Santos

La fotografía forma parte de nuestro relato más íntimo. Dotada de una extraña intensidad emocional, todos cargamos con nuestra colección privada. Pedro Almodóvar hace fotografías desde siempre: para documentar su trabajo, para recordar buenos momentos o para intentar ver más allá del objetivo. Cree firmemente que la cámara de fotos revela secretos inalcanzables para el ojo humano.

La revista C Photo, editada por Ivory Press, ha dedicado su número 10 a la relación estética y conceptual del cine y la fotografía, y para ello ha contado con los trabajos fotográficos (la mayoría íntimos e inéditos) del director de Mujeres al borde de un ataque de nervios. Titulado Making movies, el volumen indaga en el vínculo de dos disciplinas artísticas hijas de una misma madre histórica y tecnológica. Una apasionante relación por la que también transitan cineastas como Stanley Kubrick, David Lynch, Carl Theodor Dreyer o Jonas Mekas.

"Me fío mucho del ojo de la cámara; curiosamente, me fío mucho más de ella que de la cámara de vídeo"
"En todos los hoteles a los que voy me hago una foto frente al espejo. Par hablarme a mí mismo de la soledad"

"Siempre he tenido mucha fe en la capacidad emocional de una fotografía", explica Almodóvar. "Cuando localizo para una película hago muchas: de los paisajes, de las casas, de los pelos de las actrices. Me fío mucho del ojo de la cámara; curiosamente, me fío mucho más de ella que de la cámara de vídeo. Es extraño, pero la cámara fotográfica nos da una aproximación mayor a la persona de la que nos da su imagen en movimiento. Supongo que es eso de lo que hablaba Michelangelo Antonioni en Blow-Up, ese algo que sólo capta una fotografía".

En la selección de C Photo destacan varios autorretratos realizados a lo largo del tiempo, uno es del director frente a un espejo (Autorretrato, embotado en Nueva York, 1996), mientras que en otro sólo aparece su sombra (Autorretrato frente al armario, 2008). "Hace mucho tiempo que me hago autorretratos, son sólo para mí, para ver el paso del tiempo, para hablarme a mí mismo de la soledad. Sí, aunque suene así de cursi. El caso es que en todos los hoteles a los que voy me hago una fotografía frente al espejo. Es un ritual de película de arte y ensayo, lo sé, pero me gusta hacerlo. Es curioso que en el cine huya del naturalismo y, en cambio, me interese tanto en la fotografía".

Almodóvar se acerca así al célebre ensayo de Susan Sontag Sobre la fotografía y a ese misterio del que habla la escritora estadounidense al intentar explicar la intervención de la cámara en la realidad. "Una fotografía no es sólo una imagen (en el sentido en el que es una pintura), una interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella o una máscara mortuoria", escribe Sontag.

Almodóvar tiene decenas de imágenes que viajan por el tiempo. De sus películas, de su familia, de sus actores, de sus obsesiones y de las paredes descascarilladas de un bulevar de Los Ángeles. Son altamente autobiográficas y buscan desesperadamente entender el paso del tiempo. Sobre una pared en Los Ángeles, un gran cartel muestra a una bella Joan Collins "arrugada". El cineasta titula así su retrato del retrato: El paso del tiempo no respeta a Joan Collins.

"Yo no hice estas fotografías para publicarlas, sino para tenerlas, son muy personales", recuerda. Entre sus manías está la de captar su reflejo en diferentes superficies. En el suelo, en la pared, en una pantalla, en unas sábanas?"En mi casa, sobre muebles, o sobre personas a las que he amado?, continúa el director. Si nos remontamos al año 1973 encontramos las instantáneas de El sueño, realizadas a una pantalla de cine donde se proyecta la película en Super 8. Bajo el título Sueño con pantallas subtituladas, Hola! (Tráiler de Quién teme a Virginia Woolf) o Autorretrato en 'drag' y de espaldas, Almodóvar nos muestra tres momentos del filme congelados. "Las fotografías reafirman la realidad. Las fotos de fotos o las fotos de películas tienen una intención sentimental", explica. "Una proyección de cine, para mí, es algo perfectamente fotografiable porque también es una experiencia personal. Siempre he adorado las pantallas de cine. No soy fetichista, excepto con las pantallas. Un muro pintado de blanco es el cine, así era en mi pueblo, y así lo es para mí. Tengo muchas imágenes de pantallas de cine".

El cineasta se detiene en ese instante en uno de los porfolios de este número de C Photo. El que está dedicado a las fotografías del japonés Hiroshi Sugimoto, que convierte la propia experiencia cinematográfica en el sujeto de su obra. Cada imagen tiene un enorme rectángulo blanco en el centro. Una especie de boca de luz blanca por la que el espacio y el tiempo se cuelan como un escalofrío en la columna vertebral.

La seducción por las pantallas también explica la atracción por las paredes y fachadas. En un viaje a Hollywood en 2002, el cineasta retrata a varias actrices congeladas en enormes paredes callejeras. Bette Davies, Julia Roberts y otra que parece Angelina Jolie. "Me gusta fotografiar la piel de las ciudades". El director recuerda aquí cómo durante años, cuando vivía en la calle de Cedaceros de Madrid, cada día salía a la misma esquina para fotografiar la Gran Vía. "Era un rincón determinado que me fascinaba y por eso lo fotografiaba a diferentes horas del día. Para mí era como bajar a tomar un café. Algo muy sencillo e intenso a la vez".

Los gustos de Almodóvar se pasean por Diane Arbus, Sebastián Salgado, Man Ray, Cindy Sherman, Avedon o Irving Penn. Dice que ha empezado tarde a enmarcar sus propios recuerdos. "Supongo que tiene que ver con la edad, pero este mismo año he empezado a enmarcar viejas fotografías. Supongo que ya toca gestionar la memoria. Son fotos familiares, de mi padre con mi madre. Otra de Pina [por su gran amiga fallecida el año pasado, la coreógrafa Pina Bausch], de Chavela, de mis hermanas, una de adolescente con mi hermano Agustín en una Semana Santa en el pueblo y poco más". De sus actores sólo cita dos: una de Penélope Cruz con él hace 10 años y otra de Antonio Banderas en albornoz durante el rodaje de La ley del deseo.

Entre sus favoritas se encuentra una fotografía familiar tomada un verano en Menorca. Es de 1999, y en ella su sobrino Pablo y su hermano Agustín están recién levantados. Puro Almodóvar. "Es una de las mejores fotografías que he hecho en mi vida, porque retrata perfectamente lo que pueden ser unas vacaciones. Estábamos en un sitio maravilloso, pero en el apartamento más feo posible. Es una fotografía tan viva. Todo es casual, nadie está posando, la luz, el gesto, todo era espontáneo". Un hiperrealismo cargado de humor y ternura.

Almodóvar dice que hay en él un interés emocional y narrativo por la fotografía. La de la playa en Los abrazos rotos o cuando en La ley del deseo Carmen Maura le enseña a Eusebio Poncela unas fotos suyas de niños: "Éste eres tú y éste soy yo", le dice con su imagen de chico en la mano. En Tacones lejanos, Victoria Abril confiesa su crimen ante las cámaras. Ha matado a su marido y también, como un ritual de despedida, ha fotografiado las cosas que tanto le recordaban a él: su bata, sus sábanas, su bolsa de deportes. "Es algo que yo también hice en algún momento de mi vida y que incorporé a la película como parte de un recuerdo". P

El número 10 de 'C Photo Magazine', titulado 'Making movies' y editado por Ivory Press, se encuentra a la venta en librerías especializadas.

Una de las manías de Almodóvar es fotografiar su reflejo en diferentes superficies. Como ejemplo 'Hola! (Tráiler de 'Quién teme a Virginia Wolf, 1972)'
Una de las manías de Almodóvar es fotografiar su reflejo en diferentes superficies. Como ejemplo 'Hola! (Tráiler de 'Quién teme a Virginia Wolf, 1972)'PEDRO ALMODÓVAR

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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