Reyes a sangre y fuego
Si no fuera porque en su pasado no hay tormentas, ni océanos, ni timones que recordar, no cabría duda de que George R. R. Martin (Nueva Jersey, 1948) es un lobo de mar. Probablemente, su barba blanca, su gorra azul de capitán de barco, su fisonomía y su acentuada cordialidad tengan que ver con esa impresión. Pero este estadounidense es un hombre de tierra, pegado al suelo, aunque los 40 minutos que transcurren entre el principio y el final de la entrevista en el hotel Langham de Pasadena, cerca de Los Ángeles, se llenan de fábulas, de personajes (reales o de ficción), de lugares que están al alcance de la mano o que ni siquiera existen.
Martin, de 63 años y recién casado, ha vendido en la última década más de siete millones de ejemplares de su célebre saga literaria, Juego de tronos, que transcurre en una de esas épocas oscuras que algunos identificarán con la Edad Media. Es una historia que cuenta la vida de los Lannister y los Stark, dos familias condenadas a odiarse durante siglos.
La serie acumula suficiente bajeza, traición y mezquindad como para hacer sonreír al cardenal Richelieu
"El tamaño y la ambición de 'Juego de tronos' no tiene nada que envidiar a 'El señor de los anillos"
La cadena HBO se ha propuesto demostrar que no hay nada inadaptable y se ha puesto las pilas para llevar a la televisión el particular medievo de Martin. Cuando el autor empezó a escribir la saga pensó que sus mejores años quedaban ya a sus espaldas, y a lo mejor por eso, porque el dinero y la fama lo abrazaron con la perspectiva que otorga la experiencia, Martin no ha engrosado la lista de estrellas poseídas por su ego. En cambio, este amante de los cómics, la fantasía y la ciencia-ficción desde la cuna es un tipo afable y con una oratoria exquisita: "La televisión está llena de series de abogados, médicos y sitcoms, pero, en cambio, la fantasía es algo que por mucho tiempo ha quedado restringido al ámbito de los libros. Cuando algo así llega a la televisión se encuentra con un montón de fans hambrientos".
David Benioff, guionista y productor ejecutivo de la serie, opina al respecto: "George está siendo muy modesto, porque creo que no es que la gente esté obsesionada con el género, sino que están obsesionados con él, con el mundo que ha creado. Le pongo un ejemplo: hace unas semanas estuve en una boda, conocí a alguien y le dije que estaba trabajando en la serie. Unos días después recibí un correo electrónico en el que este hombre me decía lo entusiasmado que estaba por haberme conocido. El fan resultó ser el decano de Stanford. Los libros de George generan adicción, por la complejidad de su planteamiento y porque todos esos personajes, a pesar de habitar en un mundo de fantasía, piensan y sienten como seres humanos...".
El patriarca de la ficción que HBO ha rodado en Irlanda, Escocia y Marruecos se llama Sean Bean. El actor, que muchos recordarán por su papel de Boromir en El señor de los anillos, interpreta a Eddard Stark, un noble al que se le acumulan los problemas, entre tambores de guerra e intrigas palaciegas. "Acepté este papel después de leer el libro. Era excitante, lujurioso, peligroso, sexy, arriesgado... Me encanta interpretar este tipo de personajes que pasan su tiempo montando a caballo y blandiendo grandes espadas, que lucen impresionantes barbas y visten ropajes impecables". A Bean, según confesión propia, no le pesa la presión que podría suponer tener siempre la trilogía de Peter Jackson en el horizonte: "Te aseguro que el tamaño y la ambición de Juego de tronos no tiene nada que envidiar a El señor de los anillos. El detalle, los decorados, el vestuario, todo en esta saga tiene tal exquisitez, que las comparaciones serían absurdas".
A Bean le acompañan en la aventura una docena de "actores de carácter", intérpretes capaces de robar escenas a tutiplén y que normalmente se mueven entre bambalinas, asomando en momentos puntuales. Entre ellos destaca Peter Dinklage, un actorazo que apenas llega a 1,40 metros de estatura y que los cinéfilos adoran desde aquella exhibición de talento llamada Vías cruzadas. Dinklage da vida al diminuto Tyrion Lannister: "Me encanta mi personaje. Le gusta beber, le gustan las mujeres y es extremadamente listo. ¿Quién podría resistirse a eso?". Tyrion es un tipo que viene de una gran familia y no tiene que preocuparse de nada, lo cual le ayuda y le fastidia al mismo tiempo", afirma Dinklage, cuyo personaje se pasa buena parte del metraje debajo de las sábanas de las señoritas (y señoras) del Reino.
Los paisajes de Juego de tronos tienen más en común con la cadencia de Shakespeare, la intensidad de Kipling o el sentido aventurero de Melville que con la épica de Tolkien, pero la indudable vigencia de este último hace que su nombre salga a relucir. Sin embargo, el auténtico ariete de Martin son las esquirlas del alma humana, y sus criaturas se desenvuelven en los territorios de lo carnal sin necesidad de magia o fuegos artificiales. No hay en la obra del escritor anillos, pócimas o señores oscuros, sino espadas, ejércitos y muros. En cierto modo, en las páginas de Martin conviven Hamlet y Chéjov, Milton y Dickens, Conan y El Rey Arturo, en una extraña mezcla que avanza con puño de hierro, sustentado en un pilar gris y oscuro: la certeza de que lo peor aún está por llegar.
Juego de tronos' acumula en sus venas suficiente bajeza, traición y mezquindad como para hacer sonreír al cardenal Richelieu, y es un auténtico puzle poblado por docenas de personajes inmersos en conspiraciones e infidelidades. Destaca Daenerys Targaryen, cuyo casting fue seguido con lupa por los fans por su indiscutible peso en la trama: una niña que acaba convertida en un Aquiles con cuerpo de mujer. Al final se llevó el papel una novata, Emilia Clarke: "Es una jovencita que se convierte en reina guerrera, que trata con dragones... ¡Es alucinante! Ha sido maravilloso explorar el mundo de esta persona tímida y delicada que acaba siendo una combatiente".
Los Lannister, Los Stark, El Usurpador, la guardia de la noche... la maraña de nombres, topónimos y batallas escondidos en las páginas de Canción de hielo y fuego (título original de la saga de Martin) cobrarán vida en la que se supone la adaptación perfecta, no solo por sus garantes (con HBO y el propio escritor al frente, que es productor ejecutivo y ha escrito un episodio), sino porque si funciona, los libros (hasta seis) también serán adaptados.
Los fanáticos de George R. R. Martin tienen marcado el 12 de julio en su calendario. Ese día aparecerá Dance with dragons, la última entrega de la serie, algo que los seguidores del viejo lobo de mar llevan mucho tiempo reclamando. "¿Sabes? Cuando escribí la primera novela nadie me metió prisa y nadie me preguntaba por la siguiente ni nada parecido. Siempre he trabajado a mi ritmo y así seguiré", remata Martin, con un poso de mosqueo.
Canal+ estrena 'Juego de tronos' el 9 de mayo.
Referencias legendarias
'El señor de los anillos'
La saga épica de Tolkien adaptada por Peter Jackson es el primer referente de 'Juego de tronos' por sus intenciones, proximidad genérica y retrato de personajes.
'Roma'
El hiperrealismo de la serie de HBO (escenarios, personajes y decadencia) podría competir con el despiadado invierno de 'Juego de tronos'. Ambos comparten un oscuro sentido de la naturaleza humana.
'Conan el Bárbaro'
La fantasía, el erotismo, la magia, la carnalidad sangrienta del guerrero creado por Robert E. Howard entroncan en cierto modo con el universo narrativo de Martin.
'Los Soprano'
Si Eddard Stark tuviera un equivalente moderno, ese sería Tony Soprano: magnánimo con los suyos, inmisericorde con los demás.
'Excalibur'
La más brillante de las adaptaciones artúricas exploró los límites de la lealtad, el poder y la traición. 'Juego de tronos' es pariente cercano.
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