Alcorcón de gala
Sentado en el mismo banquillo del estadio de Santo Domingo donde presenció la goleada de su equipo al Real Madrid el pasado 27 de octubre, Juan Antonio Anquela, entrenador de la Agrupación Deportiva de Alcorcón, dirige la mirada hacia el césped que el melillense Ibrahim recorta con mimo cada mañana y reflexiona en voz alta: "Uno nunca debe olvidar quién es, ni mucho menos de dónde viene".
El míster está preocupado. Es mediodía del sábado 15 de noviembre. Sus jugadores caminan hacia las duchas después de una suave sesión de entrenamiento. Mañana tienen una cita muy importante para el porvenir del club en la Liga de Segunda B. Partido contra el Real Sporting B. El semblante de Anquela, de 52 años, recuerda al de los viejos navegantes que regresan de arduas travesías. La barba cerrada e incipiente, el cabello humedecido por el sudor, las piernas al aire, vellosas y recias, y las manos metidas en los bolsillos de un chaquetón rojo acentúan el aire de lobo de mar. Parece recién desembarcado tras doblar el cabo de Hornos. No en vano, cuatro días antes logró toda una hazaña al timonear la eliminación del Real Madrid en la vuelta de los dieciseisavos de la Copa del Rey celebrada en el Bernabéu. Una gesta labrada por sus muchachos desde la humildad y el esfuerzo de un club de Segunda B con un presupuesto de 1,35 millones de euros, frente a los 400 millones del Madrid de las estrellas. Una victoria que ha puesto en el punto de mira de medios de comunicación nacionales e internacionales, desde Bogotá hasta Finlandia, a esta localidad del suroeste de Madrid.
"Quiero que alcorcón sea para madrid lo que la defénse es en parís", dice el alcalde
"Para jugar en el alcorcón hay que tener hambre", afirma el director deportivo
"Durante el partido en el bernabéu pensé en los seis meses que estuve 'parao"
"Tenemos a 20.000 jóvenes demandando una vivienda", asegura el alcalde
"Jugar contra el real madrid fue como sentirse galáctico por un día"
¿Pero qué es Alcorcón? "Yo puedo decirte lo que era hace cuarenta años", responde Antonio Sabadete, sexagenario y socio de Los Amigos, una de las peluquerías más antiguas del casco urbano. Sabadete rememora entre afeites, navajas y clientes: "Cuando yo llegué aquí, en 1967, desde Fuente del Rey, provincia de Jaén, Alcorcón era barro. Junto al Ayuntamiento había una fuente rodeada de tierra. Eso era Alcorcón: tierra y barro. Y los que veníamos de todas partes". Calles sin asfaltar y un pequeño pueblo de aluvión con orígenes alfareros.
Alcorcón es hoy una localidad de casi 180.000 habitantes que supera en población a ciudades como Salamanca, Logroño o Huelva. Un cruce de muchos caminos a sólo trece kilómetros de la capital, rodeado por carretera a través de la A-5, la M-40, M?50, M-45, M-501 y M-511. Con tres paradas de trenes de cercanías de Renfe, por las que transitan cada día alrededor de 24.000 usuarios de la línea C-5, y otras tantas estaciones de Metrosur (Alcorcón Central, Parque de Lisboa y Parque del Oeste, con 15.108, 8.928 y 8.034 viajeros diarios, respectivamente), además del enlace a la línea 10 de Metro en Puerta del Sur (46.931 pasajeros al día). Es la sede del campus de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos, vinculada al hospital Universitario Fundación de Alcorcón, de la Universidad San Pablo CEU y de la UNED. Es una población en constante crecimiento, con una tasa del 12,8% de inmigración, en la que destacan las nacionalidades de Marruecos, Rumania y Ecuador. Hablar de Alcorcón es hablar de viviendas, de muchas viviendas, con un precio medio que ha descendido de los 3.281 euros el metro cuadrado en 2007 hasta los 2.379 euros. O hablar de una renta media en torno a 15.000 euros. Y de una red de 20 colegios públicos, 10 concertados de enseñanza obligatoria e infantil y dos privados, Escuela Oficial de Idiomas, Conservatorio de Grado Medio y Escuela Municipal Manuel de Falla, además de las escuelas de danza Víctor Ullate y Antonio Canales, circo, música, teatro y cine, esta última dirigida por Cristina Rota Es también hablar de las obras del Centro de Creación de las Artes de Alcorcón (CREAA), con más de 100 millones de euros de inversión. O de una administración local con 2.122 trabajadores, de los que 273 son policías municipales, 220 policías nacionales, 82 agentes del servicio de extinción de incendios y 36 voluntarios de protección civil para una tasa de 55 delitos por cada 1.000 habitantes, nueve puntos por debajo de la media regional. Alcorcón son 11.501 empresas registradas, polígonos industriales como Urtinsa o zonas comerciales como el Parque del Oeste, con sus exuberantes Ikea, Burger King, McDonald's, Media Markt, Leroy Merlin "Alcorcón es el norte del sur de Madrid", proclama en un alarde de síntesis su alcalde, Enrique Cascallana.
Este socialista, que fue comunista antes que alcalde, recibe en su amplio despacho del Ayuntamiento, decorado en tonos blancos y con fotografías, entre otros, de Pierre Gonnord y Ouka Leele. Cascallana tiene 56 años y lleva seis al frente del consistorio de Alcorcón. "Llegué en 1974 de Entrevías, Vallecas, con 21 años. Acababa de casarme y compré un piso por 594.000 pesetas muy cerca de aquí. Estaba todo por hacer, calles sin asfaltar, zonas sin agua, transporte deficiente Aquello sí que era una ciudad dormitorio. Muchos, con esto de situar a Alcorcón tras la derrota del Madrid, pensarán que se trata de una localidad del extrarradio, de los pobres, pero los datos económicos confirman que somos la región de la zona que menos empleo destruye en la actualidad: en la Comunidad de Madrid, el aumento del número de desempleados asciende al 40,20%, mientras que en esta ciudad es del 30,95%. La apuesta de las empresas locales y de esta alcaldía va en la línea de convertirse en un área de oportunidad económica. Quiero que Alcorcón sea para Madrid lo que La Défense significa para París".
Y ahora más que nunca, Alcorcón también significa fútbol. El 70% de los 1.350.000 euros de presupuesto de la Agrupación Deportiva de Alcorcón para la temporada 2009-2010 está financiado por el Ayuntamiento. El resto lo aporta la taquilla, las cuotas de los socios, las subvenciones de la Federación Española de Fútbol y la publicidad, que representa entre un 5% y un 6% en un equipo como éste. El carné de abonado general cuesta 120 euros. "Hoy tenemos en torno a 1.000 socios. Deberíamos llegar a los 1.500", suspira Julián Villena, de 52 años, vicepresidente de la Agrupación. "Hemos acordado con el Ayuntamiento doblar la capacidad del estadio hasta 6.000 personas". Tras la aprobación de la junta de gobierno, este convenio supondrá un desembolso municipal de tres millones de euros en una primera fase y otros 2,9 en otra segunda. Atrás quedan los años de penurias económicas de la historia de este club fundado en 1971. "Cuando llegamos, más que un club esto era un equipo de fútbol. De la mano de Esteban nos empeñamos en darle la estructura que tiene hoy".
Esteban es Esteban Márquez. El presi. Un constructor nacido hace 72 años en Tomelloso (Ciudad Real). Recuerda su pasado como ciclista y albañil sosteniendo un cigarro puro en el modestísimo despacho de presidente. Su empresa Soncar patrocina las camisetas amarillas del Alcorcón desde la temporada 1997-1998, cuando aceptó hacerse cargo del club. Entonces se encontró con 800.000 pesetas de deuda en facturas impagadas, seis millones de pesetas pendientes de abono en la Seguridad Social y una orden de embargo de Hacienda por impago de un millón y medio de pesetas. Males comunes todavía hoy a muchos equipos de las categorías medias e inferiores del fútbol español. "Solventamos las deudas y ascendimos de Regional Preferente a Tercera. Al año siguiente subimos a Segunda B, donde hemos permanecido hasta hoy. Nuestro empeño ha sido en estos años luchar por que las nóminas se paguen cada mes", asegura el presi.
Seriedad y compromiso son las palabras más repetidas por los jugadores del Alcorcón al hablar sobre el funcionamiento del club. "Yo tuve mis reservas antes de fichar", reconoce Juanma, de 29 años, portero titular. "Otros equipos ofrecen más dinero, pero lo que terminó de convencerme es que si aquí te dicen que cobras tanto, a final de mes tienes ese tanto asegurado". Juanma sabe lo que es el paro. En 2008 estuvo seis meses sin jugar. Nadie quiso contar con él. Hoy tiene una ficha que coincide con la media de sus compañeros, en torno a 30.000 euros anuales, está casado con su novia de toda la vida y espera que dentro de dos meses nazca Lucas, su primer hijo. "El tiempo que pasé sin jugar me sirvió como lección de humildad. Recuperé el hambre que hace falta para conseguir cosas importantes. Durante el partido de vuelta de la Copa del Rey contra el Madrid en el Bernabéu sabía que gran parte de la responsabilidad de lo que pasara estaba en mis manos, pero pensé en los seis meses que estuve parao. Y en mi mujer, y en Lucas, y en la posibilidad de reivindicarme ante mucha gente".
"Es que para jugar en el Alcorcón hay que tener hambre", añade Nicolás Rodríguez, director deportivo del equipo desde hace dos años y medio. "Hambre de fútbol y de ganas de hacer cosas grandes". Bajo su batuta se han incorporado los nuevos jugadores que hoy visten la camiseta amarilla. También fue el encargado de convencer al cuerpo directivo, en febrero de 2008, de traer al míster, a ese linarense currante del fútbol llamado Juan Antonio Anquela. Ese patrón al que todo marinero necesita mirar cuando la mar embravece y se espera lo peor. Si a un equipo modesto le dicen que le ha tocado medirse ante el Real Madrid, piensa en un vendaval, en olas descomunales y una tripulación temblorosa. Y ahí está Anquela para tararear a sus hombres en el vestuario Hoy puede ser un gran día, de Serrat. Para contarles el cuento de La Cenicienta: "Vais a salir a bailar con el príncipe, pero a las doce todo habrá terminado. Disfrutad mientras podáis". ¡Vaya que si lo hicieron! Ganaron cuatro a cero.
"Oye, no te olvides de que en Alcorcón no todo es fútbol", insiste Rodrigo Muñoz tras el mostrador de su puesto de venta de carne en el mercado Colón, en el centro de la ciudad. "A mí el fútbol más bien me desagrada. Tengo 42 años y vivo aquí desde los siete, cuando mis padres llegaron de Córdoba. Ésta es una ciudad muy tranquila. Hay mucha inmigración y no hay problemas de convivencia. En cambio, la única vez que hemos salido en las noticias fue por aquella pelea en enero de 2007". El hecho en cuestión consistió en una reyerta entre jóvenes latinoamericanos y españoles que se saldó con siete heridos y nueve detenidos. "Por lo menos ahora salimos en los telediarios por algo bueno", dice Rodrigo mientras descuartiza una falda de ternera. "Aquí se vive bien y en paz. Cuando mis hijos crezcan tendrán una universidad cerca y las oportunidades de la capital a tiro de piedra".
Pedro González-Trevijano, rector de la Rey Juan Carlos, de titularidad pública, está convencido de que "cuando pasen 25 años, esta Universidad habrá cambiado el perfil social y cultural de estas localidades del sur de Madrid". Calcula que un alto porcentaje de los 26.000 alumnos que cursan en la Rey Juan Carlos viven en los municipios del sur de la capital. Zaida Carrasco, de 18 años, engrosa esa cifra. Cursa primero de Ingeniería de Software en el campus de Móstoles. "Pensé en ir a la Universidad de Alcalá, pero me decanté por la cercanía". Lo mismo le pasó a su compañero de clase Cristian Mateos, habitante de Alcorcón que tiene las aulas a un par de estaciones de metro de casa de sus padres. "Creo que la mayor parte de los 90 alumnos de mi clase vivimos entre Getafe, Leganés, Alcorcón y el resto de pueblos del cinturón sur de Madrid".
-¿Qué destacarías de tu ciudad?
-Pues que es tranquila ¡Ah! Y los graffiti.
Y decir graffiti es decir rap. Uno de sus máximos exponentes en Alcorcón es Juan González Moreno, más conocido como Zénit en la escena musical del hip-hop en español. Criado en las rimas callejeras que nacían en el parque de San Pedro Bautista, hoy tiene 32 años y vive con su novia en Moratalaz. Se muestra contrario al crecimiento urbanístico que Alcorcón está experimentando con planes de desarrollo como el del Ensanche Sur, donde se han entregado más de 1.600 viviendas de un total de 6.000 que tiene previsto construir la Empresa Municipal de Gestión Inmobiliaria de Alcorcón (EMGIASA) y otras 1.000 que pondrá en marcha la Comunidad de Madrid. El alcalde justifica este planeamiento de vivienda pública y el previsto para el Distrito Norte, ambos con la oposición de colectivos como Ecologistas En Acción, en base a que "existe una demanda de vivienda por parte de 20.000 jóvenes de la ciudad". En cambio, para Zénit, "a pesar de todas las ventajas que se den para comprar pisos con protección oficial, siempre hay unos pocos que ganan con todo esto y muchos que permanecen hipotecados". Zénit compagina hoy su trabajo en una tienda de deportes con los preparativos de su próximo disco en solitario con la discográfica Zona Bruta. "Nunca he podido vivir del todo de la música. En cierto sentido me veo un poco como los jugadores del Alcorcón, peleando duro por conseguir tus sueños".
Queda poco para el comienzo del partido del Alcorcón contra el Real Sporting B. Vuelta a la cruda realidad para los de Anquela. La Segunda División B. Como era de esperar, las calles de esta ciudad en domingo pierden el brío de los días laborables. No hay rastro de las colas en la sede de la Dirección General de Tráfico para renovar permisos y presentar solicitudes. El taller El Extremeño está cerrado a cal y canto. Tampoco han abierto las tiendas de alimentación general y rifeña. Ni se escucha el rugido de las rotaflex de los operarios que retocan las inmediaciones de la estatua dedicada a la libertad, a escasos metros del Ayuntamiento. La luz de la tarde oscurece los ladrillos rojos de los edificios y alguna que otra ropa tendida en los balcones. Alcorcón no es precisamente bonito. Pero tiene vida, mucha vida. Abigarrada en el centro, residencial y espaciosa hacia fuera.
"¡Atención, por favor! Vamos a sortear la rifa de hoy. El número 581 puede pasar por taquilla a recoger 70 euros y una caja de langostinos de los sucesores de Pescadería Gerardo. ¡Repetimos! El ganador de hoy es el número 581". Bienvenidos al estadio de Santo Domingo. Aforo rozando los 1.500 espectadores. Minuto 45 de la primera parte. Cinco y cuarenta y cinco de la tarde. Juan Antonio Anquela se desgañita desde el banquillo local. "¡Fernando, ojo! ¡Íñigo, cierra!". Los amarillos están jugando mal. Y lo saben. "Yo no sé si es que están atontaos con lo del Madrid o qué", se pregunta Ibrahim, el jardinero del campo. Cero a cero. Muchos balones por alto. Nadie domina el juego. Suena el pitido de descanso.
Borja Gómez, de 27 años, marcó dos goles en este mismo estadio aquella noche aciaga para el Real Madrid. Hoy no juega por culpa de unas dolencias musculares. Le quedan nueve asignaturas para licenciarse en Derecho por la Universidad Complutense. "Me gustaría dedicarme al derecho deportivo", explica vestido de calle. Madridista confeso, "hubiese preferido marcarle al Barça, aunque jugar contra ellos fue como sentirse galáctico por un día".
Borja militó varios años en las categorías inferiores del Madrid. "Después fui al Móstoles, Leganés, Valladolid El año pasado jugué en Segunda A con el Alicante. Sólo cobré cuatro mensualidades. Me rompí la rodilla en noviembre de 2008 y estuve cuatro meses y medio sin jugar ni cobrar. Terminé el contrato y algunos compañeros me hablaron de este club. De la estabilidad. De que se paga a fin de mes. Mi sueño ahora es subir con el Alcorcón a Segunda A".
Es la misma aspiración del central Íñigo López. "Aquí es Dios", advierten desde los despachos del estadio. "Uno de los más queridos, con más carisma". Hijo de un comercial de la editorial Planeta y un ama de casa, ambos de Logroño, llegó a Madrid con seis años. De las categorías infantiles de Las Rozas pasó a los juveniles del Villarreal. Terminó COU y después se licenció en Administración y Dirección de Empresas. Hoy vive en Aravaca con su novia, Elena, en régimen de alquiler. Aterrizó en el equipo hace dos años. "Soy un futbolista modesto. Gano unos 35.000 euros al año. Vivo bien de esto. Pero no es fácil. Se parece a trabajar en una empresa. Hay que asumir responsabilidad, capacidad de coordinación. La constancia es muy importante".
Segunda parte del partido. Queda poco para el pitido final. Gol de Diego Cascón. El Alcorcón mantendrá el cuarto puesto en la clasificación de Segunda B. El míster concede un día libre a sus hombres. Pero sabe que han jugado mal. Habrá que seguir trabajando. Habrá que echarle coraje a la vida. El estadio de Santo Domingo tarda poco en vaciarse. En su graderío multicolor retumba todavía el recuerdo de las palabras que Anquela dejaba escapar el día anterior a este partido para quien quisiera anotarlas. "Si lo que hicimos ante el Madrid pudiera servir de algo, me gustaría que fuera para hacer ver que aunque la cosa esté mal, siempre hay que seguir luchando. Éste es un país fuerte. No me gusta ver a tanta gente cabreada. Ahora estamos achuchaos, pero hay que apretar. No van a poder con nosotros".
Alcorcón de gala
Borja Pérez
Madrid, 1982
El verdugo del Madrid es un chaval
discreto y elegante que se ha empeñado en aprobar seis de las últimas nueve asignaturas que le quedan de Derecho en la Universidad Complutense. Les pidió la camiseta a un par de sus rivales, pero no le hicieron caso. "Pensaron que era
un recogepelotas". En Santo Domingo marcó dos veces. Lo celebró con ganas, a pesar de ser un madridista de toda
la vida, criado en la vieja cantera de la Castellana. El año pasado, en Alicante, sólo cobró cuatro nóminas por la crisis.
Rubén Sanz
Valladolid, 1980
Es el medio centro, el timón y el capitán. "Cuando salí del campo después del 4-0 y vi en las gradas a mis familiares y a mis amigos, y vi que ellos estaban más contentos que yo, ése fue para mí el momento más feliz de la eliminatoria". Se licenció en Magisterio de educación física en Valladolid, pero se encaminó hacia el sur y pronto recaló en Alcorcón.
Borja Gómez
Madrid, 1988
"Cuando vi el partido de ida por el vídeo me di cuenta de lo que había hecho", dice este central de ojos despiertos, gentil y buen conversador. Alquila piso en Carabanchel con su novia, pero es de Vallecas de toda la vida. Concentración y anticipación son las artes que mejor dominaba en la cantera del Madrid. "Fue un honor que nos ovacionara el Bernabéu". Se quedó con una camiseta de Raúl.
Diego Cascón
León, 1984
"Es el guaperas, el cachas, el de los tatuajes", murmuran de él sus compañeros, desternillándose a sus espaldas. Por su juventud es uno de esos integrantes del equipo que aspiran subir de categoría. Mientras tanto, este goleador de gesto soberbio, corpulento y frío, estudia INEF en la Universidad Europea. "Pepe no me dejó mucho respirar", comenta de su marcador; "acabé soñando con él. Pero me quedé con su camiseta".
Rubén Anuarbe
Madrid, 1981
Vecino de Móstoles de toda la vida, emigró por los campos de España como tantos jornaleros del fútbol. Incluso pasó por el Lanzarote. El año pasado, en el Portuense, cobró sólo una mensualidad. "Yo soy del Madrid y veo todos sus partidos por la tele", dice este lateral, compacto como un pistón, "y cuando me encontré con Van Nistelrooy frente a frente ¡Joder!". Se quedó con la camiseta de Kaká.
Fernando Béjar Durá
Novelda (Alicante), 1980
Es un extremo raro. Es decir, un tipo serio que se autodefine como "trabajador de a pie de calle". Hizo carrera pegado al Mediterráneo. Debutó en el Hércules, jugó en el Villajoyosa y en el Benidorm antes de emprender su aventura madrileña. Es uno de esos chicos que pusieron al Madrid patas arriba con sus incursiones por la banda derecha. Guti y Raúl le dieron sus camisetas. "¡Una locura! Yo no les di ninguna, si no el domingo no tenemos para jugar".
Ernesto Gómez
Madrid, 1985
Con 12 años ingresó en la cantera del Madrid. Venía de Alcalá, morenito, tirillas, con chapa de galgo de buena zurda. Su timidez es pura retranca. Su debilidad es el cine gore y recomienda Saw VI, una película que, para su indignación, ha sido condenada por el Ministerio de Cultura a las salas X. De puro joven está en el periodo más poético de su oficio. El marketing se la trae al pairo: "¿Yo venderme? Interior con desborde, velocidad y centro".
Íñigo López
Logroño, 1982
Es la clase de central que juega como si monitorizara el espacio, atento al horizonte, sereno y riguroso. Licenciado en Administración de Empresas, ahora oposita para controlador aéreo. Después de cada entrenamiento estudia inglés, geografía y aerodinámica. Nació en Logroño, pero se crió en Las Rozas. "Soñé con alcanzar la élite como todos nosotros. Pero con 27 años ya no me imaginaba que pudiese vivir algo así".
Juanma Barrero
Badajoz, 1980
Este flaco con pinta de bajista de banda punk es, en realidad, un hombre tranquilo de Don Álvaro, pueblo de Mérida. Adora los toros, el flamenco y el fútbol. Es portero. Se siente orgulloso de la parada que le hizo a Van Nistelrooy en Santo Domingo. "Recé un poco para poder tocar la pelota", recuerda. La rozó y dio en el palo. En el Bernabéu se quedó perplejo: "Se me pasó toda la vida por la cabeza, y cómo es el fútbol, que un día estás en la mierda y al siguiente
en la cima del mundo".
Sergio Mora
Madrid, 1979
Este torrejonero de aire incrédulo lleva diez años entre Primera y Segunda B, entre Vallecas y los clubes del Levante, buscándose la vida. "En este mundo hemos visto muchos piratas", cuenta con una sonrisa generosa. Lo avala su experiencia. Su ídolo fue Zidane y, por lo visto en la Copa, aprendió bien las dotes de conductor y metrónomo. Por las mañanas se entrena. Por las tardes lleva el papeleo de su empresa, una clínica médico-estética en Torrejón. Ofrece servicios de depilación láser, nutrición, adelgazamiento y fisioterapia. Le pidió la camiseta a Gago, pero Gago estaba de mal humor y no se la dio.
Alberto Gómez, 'Nagore'
Madrid, 1980
No es difícil adivinar por qué le gritan lo que le gritan a este lateral zurdo nacido en Móstoles. "¡Torero!", le dicen. Él saca pecho. Sabe que tiene la estampa. A fuerza de afrontar dificultades, aprendió a esquivarlas. Fue, como la mayoría en su gremio, víctima de la crisis económica que golpeó a la Segunda B. Después de muchos meses de impagos en el Lorca, decidió apostar sobre seguro: "Me vuelvo a casa. Aunque no firme el mejor contrato de mi vida, al menos voy a cobrar".
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