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Reportaje:

La rebelión de Abbas en su ocaso

El líder palestino opta en su crepúsculo por enfrentarse a EE UU e Israel tras años de parálisis y contención - La gran mayoría de la población respalda la maniobra

Enric González

Los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) justifican la decisión de acudir a la ONU por su hartazgo, al cabo de dos décadas de negociaciones infructuosas. Pero hay también un elemento personal: Mahmud Abbas, presidente de la OLP y de la Autoridad Palestina, parece, a sus 76 años, especialmente harto y deseoso de acabar su vida política enfrentándose a Estados Unidos e Israel en una gran batalla diplomática.

Nabil Shaath, veterano jefe del equipo negociador palestino y miembro de la delegación que viaja a Nueva York, explicó ayer a un grupo de reporteros que él no era partidario de acudir al Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos ya había anunciado su veto, sino de presentar la petición ante la Asamblea General, donde la iniciativa tendría garantías de éxito. "La decisión fue del presidente Abbas y ahora la comparto", dijo Shaath.

Abbas, indignado por la presión de Occidente, tomó la decisión más radical
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El negociador reveló también que Abbas tomó su decisión en el último momento, el jueves, después de que los enviados estadounidenses Dennis Ross y David Hale le entregaran una declaración con la que intentaban convencerle de que renunciara a la ONU y volviera a negociar.

El texto, cuyo autor principal era el exprimer ministro británico Tony Blair, delegado del Cuarteto (EE UU, UE, Rusia y ONU) para Oriente Próximo, no proponía que se paralizara la construcción de colonias israelíes en los territorios ocupados. En ese sentido, suponía un retroceso respecto a las condiciones previamente establecidas por el presidente Barack Obama. Pero lo que indignó a Abbas fue que ni siquiera se hiciera referencia a los asentamientos, y se hablara de simples "cambios demográficos". El líder palestino, enfurecido, decidió plantear batalla en el Consejo de Seguridad y obligar a Estados Unidos a asumir las consecuencias políticas de su veto en el mundo árabe.

Shaath, un profesional de la negociación habitualmente muy suave en sus declaraciones, definió a Blair como "un diplomático israelí". Eso da una idea del fracaso de Blair como mediador.

Mahmud Abbas es un hombre temperamental que en su momento optó, por razones puramente tácticas, por la vía negociadora en lugar de la lucha armada, y es un viejo enemigo de Israel. Su tesis doctoral, en una universidad soviética, versaba sobre las relaciones entre el sionismo y el nazismo y definía el Holocausto como "una fantasía sionista, una fantástica mentira". Su pasado es tan turbulento como el de otros viejos líderes regionales. Menahem Begin, ex primer ministro israelí, mató a 91 personas con una bomba en el hotel King David de Jerusalén y acabó ganando el Premio Nobel de la Paz. Nadie está libre de odios y culpas en el conflicto israelo-palestino. Y Abbas, desprestigiado por lo que muchos palestinos consideran una cooperación excesiva con Israel, debe haberse sentido definitivamente humillado por las presiones recibidas en las últimas semanas para que se olvidara de la ONU. Él mismo confesó días atrás que jamás había sufrido una presión tan intensa.

Israel ha amenazado con represalias. EE UU ha amenazado con cortar la financiación de las precarias instituciones palestinas. Abbas, cuyo mandato expiró hace tiempo, es un líder crepuscular que solo se mantiene al frente de la Autoridad Palestina porque si no estuviera él alguien de Hamás ocuparía su puesto. Y ha decidido que no quiere pasar a la historia como un títere de israelíes y estadounidenses. Su decisión de ir a la ONU es como un grito final de protesta.

Nabil Shaath explicó ayer que la financiación estadounidense sería compensada por los saudíes y que, ocurriera lo que ocurriera en la ONU, sería forzoso retomar las negociaciones con Israel. Para subrayar que la OLP se mantenía dentro del posibilismo, consideró "posible" que la petición de ingresar en la ONU como miembro de pleno derecho se estancara en el Consejo de Seguridad (EE UU puede recurrir a maniobras dilatorias) y que en ese caso no había ningún obstáculo legal para recurrir simultáneamente a la Asamblea General, con la ambición más modesta de convertirse en un Estado no miembro.

"Los sondeos indican que entre el 60% y el 80% de los palestinos respaldan el recurso a la ONU, contamos con el apoyo de 127 países y tenemos, creo, la razón", declaró Shaath.

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