El expresidente de Costa de Marfil negocia con Francia su rendición
Laurent Gbagbo pide protección a la ONU y sus generales entregan las armas
La crisis poselectoral que ha llevado a Costa de Marfil a las puertas de una nueva guerra civil parece estar llegando al desenlace. El expresidente Laurent Gbagbo, aferrado al poder pese a haber perdido los comicios del pasado noviembre, negociaba ayer su rendición después del contundente ataque lanzado contra sus tropas en Abiyán por las fuerzas de su rival, Alassane Ouattara, apoyadas por Francia y la ONU.
El primer ministro francés, François Fillon, aseguró en la Asamblea Nacional que la salida de Gbagbo era "inminente". "En este preciso momento en el que hablo hay dos generales próximos a Gbagbo que están negociando con él las condiciones de su rendición", añadió. Fillon explicó que el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, que el lunes autorizó el uso de la fuerza contra las tropas de Gbagbo, había hablado por teléfono con el presidente electo, Ouattara. "Le ha hecho partícipe del deseo de Francia de que en Costa de Marfil se constituya un Gobierno de gran unión nacional para asegurar la reconciliación", aseguró el primer ministro.
El primer ministro francés considera "inminente" la salida de Gbagbo
Cálculos prudentes cifran en 1.500 el número de muertos en los combates
Poco después, el ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, también en la Asamblea, aseguraba que Francia se encontraba "a un dedo de convencer a Gbagbo de que deje a Ouattara el poder". "Le exigimos que firme un documento de renuncia", añadió. "El objetivo de Francia ha sido claro: hacer respetar el derecho internacional".
Sin embargo, el optimismo francés chocaba con la resistencia de Gbagbo a reconocer la victoria electoral de Ouattara, tal y como exigen la ONU y la Unión Africana. El tira y afloja continuaba anoche. El expresidente, refugiado con su familia en un búnker en su residencia, en Abiyán, exige garantías de seguridad.
La capital económica del país, primer productor mundial de cacao, se había convertido en los últimos días en el escenario de un cruento enfrentamiento entre los ejércitos de ambos rivales. Varios miles de combatientes de Ouattara llegaron a Abiyán para el "asalto final", mientras las fuerzas de Gbagbo se atrincheraban en sus bastiones. Mientras, las calles se llenaban de cadáveres, muchos de ellos de civiles.
La intervención de los cascos azules, apoyados por helicópteros franceses, fue decisiva para precipitar el desenlace. Los ataques comenzaron el lunes y tomaron como objetivo las bases militares de la Guardia Republicana y el armamento pesado de las fuerzas del expresidente.
Ante la inferioridad de condiciones, los mandos leales a Gbagbo pidieron un alto el fuego y optaron por la rendición. "Después del bombardeo de la aviación francesa contra varias de nuestras posiciones y ciertos puntos estratégicos de Abiyán, hemos decidido parar la lucha", declaraba un mando militar a la agencia France Presse. Según confirmó la misión de la ONU, tres generales (los jefes de las Fuerzas Armadas, la policía y la Guardia Republicana) entregaron ayer las instalaciones del palacio presidencial y negociaban una salida.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, respaldó ayer "con firmeza" las acciones militares emprendidas por Francia y la ONU contra Gbagbo, al que exigió "su dimisión inmediata". "Es trágico, porque toda esta violencia se habría podido evitar si Laurent Gbagbo hubiera respetado los resultados de las eleciones del año pasado".
En estos cuatro meses, y según cálculos muy conservadores, más de 1.500 personas han muerto en los enfrentamientos, que han reavivado el recuerdo de la guerra civil que azotó el país en 2002 y 2003. Todo apunta, sin embargo, a que la cifra será mucho mayor. Las tropas de ambos contrincantes han cometido toda clase de tropelías. La ONU investiga, en concreto, la matanza de cientos de civiles, niños incluidos, en la localidad de Duékué, en el oeste del país, de la que culpa a las fuerzas de Ouattara.
La intervención militar de la ONU y de Francia ha suscitado las críticas del presidente de turno de la Unión Africana, el ecuatoguineano Teodoro Obiang. Rusia afirmó ayer que está estudiando "su legalidad". Por parte francesa, la acción militar directa abre un nuevo capítulo en las relaciones con su excolonia, muy deterioradas desde la llegada al poder de Gbabgo, en 2000.
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