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XVII Congreso del Partido Comunista Chino

Los dirigentes admiten que la corrupción es la principal amenaza

Los sobornos cuestan al país más de lo que se invierte en educación, según un estudio

Decidido y tajante se mostró ayer el presidente chino, Hu Jintao, en la apertura del XVII Congreso del PCCh, cuando se refirió a uno de los problemas más graves que afectan al país. "El Partido Comunista Chino nunca tolera la corrupción ni ningún otro fenómeno negativo. El apoyo del pueblo al partido y su supervivencia dependen de que la corrupción sea castigada de forma resuelta y sea prevenida de forma efectiva, y es, por tanto, una tarea política trascendental", dijo.

Hu promete afrontar las raíces del problema y combinar "castigo con prevención"
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La corrupción, la malversación, los sobornos son una de las principales razones de las crecientes protestas sociales que vive China, y el Gobierno tiene muy presente que éste fue uno de los detonantes de las manifestaciones de la plaza de Tiananmen, en 1989, que hicieron tambalearse el partido y acabaron en una matanza. Hu dijo que su Gobierno luchará sin descanso para atajar esta lacra. "Afrontaremos tanto sus síntomas como sus raíces, y combinaremos castigo con prevención".

No será fácil. Los líderes chinos ya se manifestaron en un tono similar durante el anterior congreso, en 2002, y ha habido pocos avances, a pesar de las intensas campañas lanzadas por Pekín. Según un informe de Carnegie Endowment for International Peace, una organización privada estadounidense dedicada a promover la cooperación internacional y la paz, fundada en 1910, la corrupción le cuesta a China 86.000 millones de dólares (unos 60.500 millones de euros) al año -el 3% del producto interior bruto-, más de lo que gasta en educación.

El estudio, hecho público la semana pasada, afirma que los sobornos y el robo de dinero por parte de los funcionarios están al alza, y que el problema continuará porque es poco probable que el Partido Comunista lleve a cabo las reformas necesarias para atajarlo, por miedo a perder el poder. Hu Jintao prometió que los funcionarios, incluido él mismo, serán sometidos a escrutinios más frecuentes por parte de otros funcionarios.

"La corrupción aún no ha hecho descarrilar el ascenso económico chino, hecho estallar una revolución social o disuadido a los inversores extranjeros. Pero sería insensato concluir que el sistema chino tiene una capacidad infinita para absorber los costes crecientes de la corrupción", asegura en el informe su autor, Minxin Pei. El investigador, que calcula que alrededor del 10% de los gastos del Gobierno, contratos y transacciones se pierden por este motivo, señala que el fenómeno ha crecido de forma "exponencial" en los últimos años. Pei cree que la magnitud del problema se debe también a que el Estado sigue jugando un importante papel en la economía y a que no se hacen cumplir las leyes.

El PCCh es consciente de esta situación, a pesar de las detenciones y ejecuciones ejemplarizantes realizadas últimamente. Chen Liangyu, secretario del partido en Shanghai, fue detenido y ha sido expulsado del PCCh por su implicación en el desvío de cientos de millones de dólares de fondos de pensiones de la ciudad, que fueron, en parte, invertidos de forma ilícita en el sector inmobiliario y otros proyectos. Y, en julio pasado, Pekín ejecutó a Zheng Xiaoyu, ex responsable de la agencia del medicamento, por aceptar sobornos a cambio de aprobar fármacos.

Algunos críticos han acusado a Hu Jintao de ordenar algunas de estas investigaciones para deshacerse de rivales políticos. Chen es considerado miembro de la llamada facción de Shanghai (el grupo de altos dirigentes próximos al anterior presidente chino, Jiang Zemin) y rival de Hu.

El secretario general del PCCh afirmó -ante una hoz y un martillo gigantescos, que decoraban el fondo del escenario del Gran Palacio del Pueblo- que China está viviendo un proceso de profunda transformación, que lleva emparejados "oportunidades y desafíos sin precedentes", pero dijo que "las primeras superan con mucho a los segundos". Y repitió la intención del Gobierno de mejorar la eficiencia energética y reducir la contaminación. El 70% de los ríos chinos están contaminados, la lluvia ácida afecta a un tercio del territorio, y más de 300 millones de personas no tienen acceso a agua segura. Su discurso fue jalonado por los ocasionales aplausos de los 2.200 delegados, algunos de los cuales -procedentes de las provincias con minorías étnicas- lucían vestidos tradicionales.

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