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Elecciones en Italia

La derecha barre en el Norte

La Liga duplica sus resultados y apuntala la victoria de Il Cavaliere

En su novela Nordest, el exitoso escritor de libros policiacos Massimo Carlotto trazó un retrato muy preciso de Padania: es un lugar rico, industrioso, ordenado, lleno de empresarios muy ricos y con las ideas muy claras. Italia es para los italianos. Los inmigrantes deben estar controlados, trabajar sin contrato o largarse a su país. Si quieren rezar a su Dios o hablar por teléfono, que lo hagan donde y cuando lo decidamos nosotros. Los padanos saben que la mala fama italiana viene del centro y el sur, e insisten siempre que pueden en ello.

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Aunque de eso se habla menos, el Nordeste que dibuja Carlotto es un lugar muy peligroso. Las mafias extranjeras, croatas, rumanas y albanesas sobre todo, campan a sus anchas en la prostitución, el tráfico de trabajadores ilegales, el comercio de alimentos sin control sanitario. Hay alcaldes, como el de Padua, que levantan muros para separar a los extracomunitarios de los nacionales; otros, como el de Treviso, que propone disparar contra las pateras, acometer "la limpieza étnica de los maricones". Todo eso no implica que los empresarios padanos cumplan la legalidad. Ellos no pagan impuestos para que se beneficie un calabrés. "La ilegalidad difuminada del Nordeste", afirma Carlotto, "incluye por ejemplo el evasor fiscal total, el empresario próspero que va en Mercedes y no paga un euro de impuestos. Y las autopistas vénetas soportan el mayor tráfico de camiones cargados de sustancias ilegales de Europa. Pero de eso en Italia se habla poco porque llegas enseguida a la política".

Cerca de 50 diputados, al menos 23 senadores. El resultado electoral de anoche refleja un vuelco hacia la derecha, léase extrema derecha en el caso de la Liga Norte, que duplica sus resultados: obtiene más de 2,3 millones de votos en el Senado, frente al millón y medio de 2006; en la Cámara, pasa de 1,7 a más de dos millones. Son los grandes vencedores del día. El 4,6% del Congreso en 2006 se convierte en un 9,3%, y el 4,5% del Senado es ahora un 8,2%.

Un día espectacular, el más feliz posible para los padanos, un grupo homogéneo y algo autista, unido en muchos casos por un pasado común en la izquierda violenta, agrupados ahora en torno a un programa basado en la lucha contra la inmigración salvaje, el federalismo fiscal y la atribución de poderes especiales a los alcaldes para expulsar a los clandestinos. Aunque no figura, la base fundamental es el desprecio de la Italia que está debajo de la suya: la Roma ladrona.

Son la gente decente que dirige Umberto Bossi, el líder de salud quebrantada (sufrió un ictus en 2004) y coraje intacto, que el otro día amenazó con "abrazar los fusiles" si el Gobierno no cambiaba las confusas papeletas de voto. Ayer, Bossi festejó la victoria desde Milán, diciendo: "Pondremos fin al centralismo romano, queremos el federalismo fiscal para que Roma no se beneficie del trabajo de las regiones del Norte".

El líder, de 66 años, hablaba con dificultad, en plena confusión mental. Una semana antes de las elecciones, Berlusconi negó que fuera a nombrarle ministro: "Bossi tiene la salud que tiene", dijo Il Cavaliere. ¿Y ahora? "No estoy enfermo", dijo Bossi ayer con un hilo de voz. "Decidirá Berlusconi. En nuestros pactos está cumplir con la fiscalidad federal y no nombrarme ministro. Pero ya veremos".

Walter Veltroni (derecha) llega a la sede del Partido Democrático, ayer en Roma.
Walter Veltroni (derecha) llega a la sede del Partido Democrático, ayer en Roma.AFP

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