Los conservadores arrasan en las elecciones de Hungría
El electorado castiga a los socialistas por su gestión de la crisis - La ultraderecha irrumpe como tercera fuerza
El partido de centro-derecha FIDESZ ganó de forma aplastante la primera ronda de las elecciones parlamentarias celebradas ayer en Hungría y ha acabado con ocho años de administración de los socialistas del MSZP, a los que ha desbancado como principal fuerza política.
FIDESZ (Alianza de Jóvenes Demócratas) obtuvo un 52,7% de los votos, seguido del MSZP, con un 19,3%, y de los ultraderechistas de Jobbik (Movimiento para una Hungría Mejor), que obtuvieron el 16,74%, porcentajes muy diferentes de los de los últimos comicios de 2006, en los que los socialistas lograron el 43,2%, el centro-derecha el 42% y Jobbik no consiguió superar la barrera del 5%, condición necesaria para entrar en el Parlamento. La izquierda ecologista del LMP (Otra Política es Posible) obtuvo un 7,4% de los votos.
Con los dos tercios del Parlamento, FIDESZ puede, como ha prometido, modificar la primera Constitución democrática, aprobada tras la caída del comunismo en 1989. El programa del partido conservador -liderado por el ex primer ministro Viktor Orban, de 46 años- plantea reducir los impuestos, combatir el mercado negro, impulsar la transparencia en la Administración y simplificar la estructura burocrática. Todo eso para intentar combatir una tasa de desempleo del 11,4%, la más elevada desde 1994, y un PIB que se contrajo un 6,3% en 2009.
Una vez conocidos los resultados electorales, Orban trató de insuflar optimismo a un país escéptico por la grave crisis económica. Acudió a las urnas el 64,2% de los 8,3 millones de ciudadanos convocados. "En estos años, Hungría ya no creía en la posibilidad de mejorar. Estas han sido las elecciones de la esperanza. Tra ellas, despertamos en un nuevo país", declaró Orban.
El electorado ha castigado con su voto a los socialistas, quienes han gobernado los últimos ocho años con dos mandatos consecutivos, se han visto salpicados por escándalos de corrupción y han ejercido una deficiente gestión económica, según analistas. El recorte de gastos y el aumento de los impuestos decididos por el Gobierno socialista han sido sin duda elementos centrales en la catástrofe electoral socialista. Ante esta situación, el partido Jobbik ha capitalizado el creciente nacionalismo, el resurgir del antisemitismo y la intolerancia a las minorías -rumanos, judíos, eslovacos, gitanos-, el 13% de la población.
El complejo sistema electoral húngaro establece que si en alguna circunscripción no hay ningún candidato con más del 50% de los sufragios, se debe celebrar una segunda vuelta. Será el 25 de abril.
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