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La comunidad armenia celebra la primera misa en Turquía en casi un siglo

Turquía permitió ayer la celebración en su territorio de la primera misa armenia en 95 años en la iglesia de la Santa Cruz, santuario que durante siete siglos fue una de las cuatro sedes de la Iglesia Apostólica Armenia. Se esperaba la asistencia a esta histórica celebración de 5.000 fieles, pero finalmente acudieron alrededor de un millar. La prohibición del Gobierno turco de colocar para la ocasión una cruz en el techo de la iglesia causó indignación entre muchos fieles, que decidieron boicotear el acto.

La iglesia de la Santa Cruz, situada en la isla de Aktamar, en el lago de Van, al este de Turquía, llevaba cerrada desde el inicio del genocidio armenio en 1915 y se ha convertido en un símbolo de los problemas de Turquía con la minoría armenia y su difícil reconciliación. Desde su saqueo hace casi un siglo, el edificio permaneció en ruinas hasta su restauración en 2007 por el Gobierno turco. La misa de ayer ha sido presentada por el Gobierno como un signo de la creciente apertura religiosa en este país de mayoría musulmana y que aspira a entrar en la UE.

Los críticos sostienen que el Gobierno solo busca lavar su imagen en el exterior

Según el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, la apertura a la oración del templo -podrá realizarse una vez al año- es una muestra de la tolerancia de Turquía a credos diferentes del islam. "La participación ha sido muy buena. Aunque habría deseado que aquellos que prometieron acudir al evento lo hubieran hecho", aseguró el padre Tatul Anushyan, presidente de la Asamblea Espiritual del Patriarcado Armenio en Turquía, a la agencia Efe.

El motivo del boicoteo fue la negativa del Gobierno turco a colocar una cruz de 200 kilos en el techo del edifico alegando que era demasiado pesada. La cruz fue colocada finalmente junto a la puerta de entrada. Esta decisión enfureció a muchos armenios, que decidieron no ir a la misa.

La comunidad armenia en Turquía acusa al Gobierno de Erdogan de utilizar la misa como un lavado de imagen de cara al exterior. Como muestra de desaprobación, ningún representante de la Iglesia armenia acudió a la cita. Para Rober Kopta, director del diario armenio Agos, la restauración del santuario por parte del Estado turco es "un buen gesto". "Sin embargo, el hecho de que siga en manos del Ministerio de Cultura turco y no de la Iglesia armenia prueba que no estamos ante un acercamiento sincero", añade. Turquía controla los lugares de culto, incluidas las 45 iglesias armenias que quedan en el país. La UE lleva años exigiendo a Ankara una mayor libertad religiosa como requisito para su adhesión, además de la devolución de las tierras confiscadas por el Estado y una mayor tolerancia para las minorías religiosas.

Pese al acercamiento político de los últimos años, Turquía y Armenia siguen sin mantener relaciones diplomáticas y sus fronteras siguen cerradas por múltiples conflictos, sobre todo el genocidio de más de un millón de armenios que Ankara se niega a reconocer. Los turcos califican la masacre de "migración forzada" y elevan a 200.000 el número de víctimas. Según la versión oficial, la necesidad de proteger la integridad territorial durante la I Guerra Mundial llevó a las autoridades del Imperio Otomano a expulsar a los armenios, aliados de Rusia.

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