En coma y sin respirador
La alianza entre el reformista Partido Democrático (PD) y la justicialista Italia de los Valores de Antonio di Pietro obtuvo 13,6 millones de votos en las elecciones de 2008. No fue suficiente. La coalición del Pueblo de la Libertad (PDL, Berlusconi más Fini) con la Liga del Norte y el siciliano MPA obtuvo la mayoría más holgada de la Italia democrática, el 46,8% de los votos. El digno 33% logrado por el PD de Walter Veltroni -que disputa hace años el liderazgo del centro izquierda con Massimo D'Alema- solo sirvió para avivar la guerra civil del grupo surgido de las cenizas del Olivo, que ganó por un pelo los comicios de 2006 al frente de la coalición ingobernable de una docena de partidos y partiditos.
Pese a la ilusión generada por el si puo fare veltroniano, la sensación actual es que el PD, más que un partido reformista de Gobierno, es una mayonesa mal ligada de ex democristianos y ex comunistas que buscan mantener sus privilegios. Los sondeos muestran que cada vez más italianos les identifican con la vieja política y no se fían de sus enredos. De hecho, en la última década la llamada izquierda solo ha ejercido el poder durante dos años, mientras Berlusconi ganaba las últimas cuatro elecciones.
Las sucesivas derrotas han dejado al PD en crisis permanente. Veltroni dimitió al final de 2008, luego llegó como interino el democristiano Dario Franceschini y en las primarias de 2009 resultó elegido secretario general un protegido del aparato sin carisma, Pierluigi Bersani.
El PD sigue tan dividido como siempre y sin atreverse a ser de izquierda. Apenas reúne un 25% de la intención de voto.
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