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Villepin niega toda relación con el compló contra Sarkozy

El ex primer ministro francés exculpa también al ex presidente Chirac en el juicio por el 'caso Clearstream'

Antonio Jiménez Barca

En la vieja sala del Palacio de Justicia de París donde en su día se condenó a María Antonieta, Dominique de Villepin, ex primer ministro, testificó ayer en otro juicio histórico que polariza la vida política francesa: el caso Clearstream. Villepin, abogado de formación, respondió tranquilo a las preguntas de los jueces y los fiscales, sin perder la prestancia augusta que le acompañó a lo largo de toda su carrera. Acusado de instigar a denunciar fraudulentamente en 2004 a Nicolas Sarkozy mediante la inclusión de su nombre en un listado bancario comprometedor para torpedear su ascenso político, el ex primer ministro negó ayer haber participado en el compló e intentó zafarse de las principales pruebas que le acusan: las notas manuscritas guardadas en los cuadernos de bolsillo de un viejo conocido de Villepin, el general Philippe Rondot, ex responsable de los servicios secretos e involucrado en el asunto por orden, precisamente, de Villepin.

"Nunca mencioné a Sarkozy sobre este asunto", alega el acusado

El ex primer ministro también exculpó a su mentor, al ex presidente Jacques Chirac, el hombre que le nombró, por ese orden, secretario general del Elíseo, ministro de Asuntos Exteriores y primer ministro. Villepin aseguró que jamás recibió instrucciones de Chirac para investigar el caso Clearstream, en contra de lo que dejan suponer algunos de los escritos de Rondot.

La cuestión crucial a la que tuvo que enfrentarse Villepin ayer fue, en resumen, una: ¿Qué pasó la tarde del 9 de enero de 2004 en su despacho de Asuntos Exteriores? ¿Qué se dijo? ¿Qué ordenó él en concreto? Aquella tarde se reunieron en el magnífico despacho del ministro, a un paso del Sena, tres personas: el industrial Jean-Louis Gergorin, ex presidente del conglomerado aeronáutico EADS y hombre aterrorizado por la mafia rusa, adicto a los móviles, a las blackberrys y al secretismo; el general de tres estrellas y maestro de espías Rondot y el ministro de Asuntos Exteriores de entonces, Villepin.

Según el general, Gergorin, acusado también en el proceso, sacó del bolsillo interior de la chaqueta unos papeles del banco Clearstream, las famosas listas falsificadas origen de todo el caso y se los enseñó al político. Éste ordenó al agente de los servicios secretos (que ya había investigado el asunto meses atrás) que volviera sobre el caso. Rondot, en una de las lacónicas notas de sus cuadernos, apuntó después: "Apuesta política: Nicolas Sarkozy". Por entonces, los dos dirigentes (Sarkozy era ministro del Interior), además de profesarse un odio antiguo e insalvable, competían por convertirse en el líder natural de la derecha francesa y sucesor del presidente Chirac. La nota de Rondot, significaría, más o menos, eso: que la reunión obedecía a una vieja rivalidad política.

Villepin se esforzó ayer en negar este extremo. Aseguró que la frase de Rondot no se ajustaba a la realidad de lo vivido en su despacho, que tal vez fue escrita días después, que aquella tarde nadie hizo una referencia concreta a Sarkozy, más allá de las naturales de su cargo como ministro del Interior.

"Puede que yo mencionara a Sarkozy aquel día, pero nunca en relación con este episodio", explicó el ex ministro, que añadió que él no sabía entonces que las listas eran fraudulentas, que consideraba el asunto un grave caso de corrupción y que, además, jamás las tuvo entre las manos.

Hay otro punto importante y controvertido: Gergorin asegura que entre enero y julio se reunió con Villepin varias veces, siempre en secreto y siempre en el despacho de este último. El ex presidente de EADS ha declarado que se franqueaban "discretamente" las barreras de seguridad del ministerio, que él mismo concertaba las citas con la secretaria de Villepin, a la que, para el caso, le había regalado una de sus blackberrys a fin de que nadie interceptara las comunicaciones. También aseguró Gergorin, y esto es lo más comprometedor, que Villepin, en uno de esos encuentros secretos, le ordenó enviar las listas a un juez. Villepin negó ayer todas esas citas clandestinas y, de paso, la orden de remitir al juez el listado de Clearstream.

-"¿No recibió a nadie secretamente en su despacho?", le preguntó uno de los fiscales.

-"A nadie. Tal vez a mi fisioterapeuta", respondió tranquilamente Villepin.

-"¡No sabía que el señor Gergorin daba masajes!".

La tensión subió después, cuando tomó la palabra el abogado de Sarkozy. Sus preguntas y alusiones irritaron al hasta entonces calmado Villepin, que replicó: "Durante toda la instrucción el dedo de Sarkozy ha estado apuntándome a mí y al presidente Chirac. Varios altos funcionarios han sido amenazados. El ministerio de Justicia ha sido hostigado. No hay más que ver la cara de Nicolas Sarkozy cuando oye 'Clearstream': su fisonomía cambia".

Dominique de Villepin, a su llegada al Palacio de Justicia de París.
Dominique de Villepin, a su llegada al Palacio de Justicia de París.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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