"El Vaticano está dispuesto a romper con Taiwan para tener relación con China"
Joseph Zen, obispo de Hong Kong, de 75 años, fue nombrado cardenal por Benedicto XVI en marzo del año pasado, en lo que fue un claro símbolo del apoyo del Papa a los católicos chinos. Gran crítico con el Gobierno comunista de Pekín, es el hombre clave en las negociaciones para impulsar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano, rotas en 1951. Este hombre natural de Shanghai, afable y enérgico, tiene ante sí la difícil tarea de luchar por la unificación de la Iglesia católica clandestina, seguidora de Roma, y la oficial, sometida a la autoridad del Partido Comunista bajo la denominada Asociación Católica Patriótica.
Pekín exige dos condiciones para restablecer lazos: que la Santa Sede ponga fin a sus relaciones con Taiwan y que no interfiera en sus asuntos internos; es decir, que renuncie a nombrar a los obispos en el país asiático. Según Zen, en China existen entre 10 y 15 millones de católicos, y el número de obispos supera el centenar, de los cuales, "menos de 10" no han recibido la aprobación del Vaticano.
"Los fieles se ven cogidos entre la Iglesia católica y la Iglesia 'oficial', sometida al Partido Comunista. La división es muy seria en algunas diócesis"
"China ha comenzado las reformas económicas antes que las políticas. El Gobierno ha vendido las empresas a sus amigos a bajo precio"
Pregunta. ¿Cómo ve la situación del catolicismo en China en este clima de creciente distensión?
Respuesta. Después de tanto tiempo, éste es un buen momento para corregir errores y normalizar las relaciones, aunque el nombramiento de tres obispos sin el consentimiento del Santo Padre ha sido dar marcha atrás 20 años. Pero no creo que las más altas autoridades chinas estén detrás de esto. Sospecho que se trató de la Asociación Católica Patriótica y la Oficina de Asuntos Religiosos.
P. Muchos fieles chinos no distinguen entre la iglesia clandestina y la oficial, y acuden indistintamente a los cultos de ambas.
R. En cierto modo es verdad que a la gente normal no le preocupa, pero, por otro lado, el problema es que la Asociación Patriótica controla el nombramiento de los obispos, y los creyentes se ven confundidos cuando descubren que su obispo no es legítimo o que ha sido excomulgado. Los fieles se ven cogidos entre uno y otro lado, y se producen luchas. La división es muy seria en algunas diócesis, pero es especialmente grave a nivel nacional.
P. ¿Son resolubles las diferencias entre Pekín y Roma?
R. Si existe un verdadero deseo de normalización, no debería ser difícil. El modelo de Vietnam [por el cual Roma presenta varios candidatos a obispo y, tras considerar la opinión del Gobierno, elige] podría ser bueno. La decisión final debe corresponder al Papa. Es así en todo el mundo, y nadie dice por ello que la Santa Sede interfiera en sus asuntos internos. Pero no se trata sólo de la elección de los obispos, sino del funcionamiento de la Iglesia. No tendría sentido que la Santa Sede pudiera designarlos si luego tienen que obedecer a otros. La Asociación Católica Patriótica es un obstáculo para la unificación, y debería desaparecer.
P. ¿Cuál es la posición del Vaticano sobre Taiwan?
R. El Vaticano está dispuesto a romper relaciones con Taiwan para reiniciarlas con China. Habría que pedir disculpas y decirle que tenemos que ir a Pekín porque en Taiwan existe libertad religiosa, pero en China, no, y que así podríamos ocuparnos de tantos católicos que hay en China. Con Taiwan podríamos mantener otro tipo de relaciones.
P. Algunos expertos consideran que Roma tiene prisa en restablecer relaciones diplomáticas con Pekín, porque el protestantismo se está beneficiando del auge de la espiritualidad en China.
R. La Iglesia es ahora muy abierta. Si otra religión cristiana tiene éxito, también es bueno.
P. El Papa está preparando una carta abierta a los católicos de China. ¿Cuál es su objetivo?
R. Los fieles quieren claridad, saber qué espera el Vaticano de ellos. Ya hay un borrador, y alguien está haciendo algunas sugerencias. Pero será el Santo Padre quien le dará el contenido final. Él nunca firma lo que escriben otros. Quiere que sea su carta. Conociéndole, creo que pondrá énfasis en los principios claros de la religión católica.
P. ¿En qué difieren Benedicto XVI y el anterior papa, Juan Pablo II, sobre China?
R. No en mucho, ambos son de mente abierta y muy claros en sus principios. Lo que difiere es la oportunidad. En Pekín, siempre sospecharon de Juan Pablo II porque conocía a los comunistas. Pero, cuando murió, vieron cómo el mundo entero acudió a la plaza de San Pedro y se dijeron que quizás es importante tener buenas relaciones con la Santa Sede.
P. Usted es un ferviente defensor de la democracia y los derechos humanos, y los reivindica a menudo. ¿Por qué?
R. Es parte de la doctrina católica, que no sólo trata de la fe sino que debe preocuparse por lo que ocurre en la sociedad. Caridad significa que debemos preocuparnos por la gente y los derechos humanos. Parte de la labor pastoral es promover estas ideas.
P. ¿Deben ir catolicismo y democracia de la mano?
R. Si. Pero democracia es una idea amplia. Sus formas pueden ser muy diferentes. No se puede lograr el sufragio universal de hoy para mañana, hacen falta las condiciones adecuadas. Pero Hong Kong está bien preparado y debería tener completa democracia.
P. ¿Cómo ve la sociedad china actual?
R. Es muy triste ver que ya no hay respeto por la gente mayor, y que existe mucha violencia. China ha comenzado las reformas económicas antes que las políticas. En este régimen totalitario, el Gobierno ha vendido las empresas a sus amigos en el proceso de privatización, y a bajo precio. La gente lo sabe. Existe una gran injusticia y la gente puede querer vengarse en el futuro. La corrupción es terrible.
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