El petróleo convierte a Venezuela en potencia económica
En un mundo agobiado por la recesión Venezuela, uno de los países más dependientes del bienestar ajeno, la desconoce. En rigor -y superando, todas las perspectivas que tres décadas atrás comenzaron a atraer a centenares de miles de extranjeros- 8 este país jamás como hoy ha vivido un auge económico tan vasto y decisivo.
La bonanza desatada con los mejores precios del petróleo, y las decisiones que se fueron tomando sobre la marcha no podrían haber sido intuidas, a principio de la década, por el más audaz de los audaces políticos venezolanos. Porque a partir de 1972, en el término de poco más de un año el Estado vio cuadruplicar los precios de su virtualmente única exportación, nacionalizó una de las industrias más grandes del hemisferio, y se vio encarado a la realización de un plan económico para controlar el ingreso de sumas incontrolables, y forjar la Venezuela del futuro -"La Gran Venezuela"-, como agotadora e incansablemente se reitera en los excesivos anuncios oficiales.
En 1973 el hoy partido de gobierno (Acción Democrática) se escandalizaba por la presentación de un presupuesto nacional que alcanzaba los 3.000 millones de dólares. En 1976 ese mismo partido está manejando una cuenta de 10.000 millones, cifra cercana a la que contó el año anterior. Síntesis de este generoso presupuesto público es la advertencia del Contralor, quien informó que tomará medidas para recuperar 30 millones de dólares que los ministerios y organismos públicos olvidaron de retirar de los depósitos hechos en la banca comercial.
Cada día más ingresos
Porque semejante cantidad de ingresos llueve sobre una economía que durante medio siglo -desde el descubrimiento del primer pozo petrolero en el país- vive de la importación total, creciente, no sólo de los artículos suntuarios sino también de los de primera necesidad; más aún, de los que eran su exportación principal en la época petrolera. Cierto es, con resultados hasta el momento escasamente probados, parte de los ingresos inesperados se volcaron en el fomento de la industria o el agro. Pero en términos globales se insertaron apresuradamente en el circuito financiero (los 31 bancos comerciales del país aumentaron en un 39,3 sus ingresos en 1975), creando incidencias adicionales a la inflación ya importada.Semejante cantidad de ingresos, asimismo, ha aumentado seriamente la dependencia del país de un sólo producto. El petróleo aporta directamente al Estado más del 75 del presupuesto, y las oscilaciones registradas en la demanda, de crudo dada, la recesión mundial hicieron temer -en el caso de agudizarse- en la paralización de numerosos proyectos, tal cual sucedió en Irán.
Venezuela nacionalizó su industria petrolera este mismo año. Las empresas trasnacionales, sin embargo, mantienen su mercado, de forma tal qué en última instancia el país depende de sus maniobras, para obtener o. no un flujo regular de ingresos. Mientras el Gobierno se fijó la meta de exportar 2.200.000 barriles diarios, actualmente se congratula, de haber alcanzado el promedio de 1.800.000. Con el objetó de desembarazarse de esa dependencia, inició contactos con gobiernos para operaciones directas gestiones aún inconclusas en la mayoría de los casos. España, entre otros, envió aquí una delegación que se manifestó interesada en un acuerdo, pero hasta el momento -que se haya informado- no se ha definido. Venezuela pone una condición ineludible: los precios deben ser los del mercado, y no aceptará reducción o trato alguno que pueda deprimirlos. Cofía en que sus necesidades de tecnología -astilleros, ferrocarriles, metro, contemplados, entre, muchos otros en el plan de desarrollo- pueden ser para los países industrializados un aliciente como para justificar acuerdos petroleros sobre la base de precios inalterables. Y confía en que Occidente sale de la recesión, y requerirá más petróleo, y aún hasta aceptará mayores precios. Siendo el país con la mejor estructura dentro del club de nuevos ricos que es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) confía que el ciclo le será beneficioso. Y allí es donde las directrices actuales -se ven decisivas: importadora de una sociedad de consumo, Venezuela se presta a estructurar ahora su capitalismo a través de industrias de base como la siderurgia, los astilleros y la petroquímica, así como los ferrocarriles. Mientras en muchos países los astilleros van paralizándose, y los ferrocarriles aumentan su déficit, el debate político aquí trata de definir cuáles proyectos serán la Salvación y cuales terminarán siendo una pesada, gravosa carga.
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