La OTAN niega que los ataques en Misrata se hayan reducido
Naciones Unidas pide un alto el fuego en la ciudad para proteger a los civiles y hacer llegar la ayuda
Es un debate tan estéril como comprensible. Mientras las víctimas civiles de la guerra en Libia aumentan sin pausa, los ánimos se han encrespado entre la OTAN y los dirigentes políticos y militares de la rebelión contra Muamar el Gadafi. La ansiedad atenaza a los insurgentes, que exigen a la alianza contundencia sin medias tintas contra las tropas del dictador. La Alianza Atlántica ha rechazado de plano estas afirmaciones. La OTAN ha negado esta madrugada que las operaciones aliadas en Libia, especialmente en Misrata, se hayan reducido desde que la alianza asumió el mando hace casi una semana. "El ritmo de las operaciones no ha variado, sigue al mismo nivel, e incluso se incrementa poco a poco", dijo la portavoz de la alianza Carmen Romero, en respuesta a las críticas rebeldes.
Las tropas del dictador se han desplegado en zonas urbanas
Fuentes aliadas afirman que tratan de proteger a todas horas a la población el país podría "quedar dividido" si cae el líder libio, afirma una experta
La OTAN ha asegura que hará "todo lo posible" para proteger a los civiles en Misrata y otras zonas del país y ha subrayado que sus acciones militares continúan a un "ritmo implacable". Mientras, los ataques en la ciudad continúan. Fuerzas leales al mandatario libio, Muamar Gadafi, han bombardeado la ciudad de Misrata, en el oeste del país, y han dejado al menos un civil muerto y cinco heridos, según han informado los rebeldes. Un opositor al régimen libio ha contado por teléfono a la agencia Reuters que se han escuchado "varias explosiones" y que los sublevados con los que ha podido hablar le han comentado que ha habido ataques aéreos. "Han podido ver grandes nubes de humo en el oeste de Misrata cerca de la playa, en una zona llamada Zrek", ha explicado, antes de precisar que esta zona es utilizada por las fuerzas de Gadafi para bombardear el puerto de la ciudad.
Ante la continuación de los ataques, Naciones Unidas ha pedido esta madrugada (hora española) el cese temporal de las hostilidades en la ciudad, situada a 210 kilómetros al este de Trípoli. La subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, ha alertado de la maltrecha situación humanitaria en Misrata y pidió el alto el fuego para proteger a las personas y facilitar la llegada de alimentos y medicinas que el organismo ya tiene preparados.
Cambio de estrategia
Pero la organización militar afronta un dilema: el Ejército ha cambiado de táctica y atacar a los soldados y mercenarios del tirano en zonas urbanas, como pretenden los sublevados, acarrea el riesgo de matar a inocentes. "La OTAN nos ha decepcionado", aseguró el martes por la noche el jefe del Estado Mayor insurrecto, Abdelfatah Yunes. "No tienen motivo para la desconfianza", replicó ayer Harding Rusell, vicecomandante de las operaciones de la coalición.
El 19 de marzo los tanques del dictador estaban a las puertas de Bengasi, capital del alzamiento en la oriental Cirenaica. Había amenazado Gadafi con perpetrar una matanza y los aviones franceses abrasaron los blindados. Aprendida la lección, las fuerzas armadas libias cambiaron de táctica. Ahora se despliegan y llevan blindados a ciudades como Misrata, y, según denuncia la OTAN, utilizan a civiles como escudos humanos para impedir los decisivos bombardeos aliados. También en el desierto, los leales al déspota han variado su modo de actuar. Apenas se mueven en vehículos pesados. Prefieren los ligeros, más difíciles de detectar y susceptibles de provocar errores fatales. Sucedió la semana pasada en la ciudad petrolera de Brega: los pilotos de la OTAN, que asumió el mando el 31 de marzo, mataron a 15 milicianos y personal sanitario.
Descalabros como este podrían convertirse en baza propagandística para Gadafi. Pero es difícil. Puede que los dirigentes occidentales tengan presentes las nefastas consecuencias políticas de las imágenes de civiles despedazados por un misil norteamericano o europeo en el mundo musulmán (Irak, Afganistán, Pakistán). Sin embargo, las circunstancias son ahora diferentes porque la mayoría de los libios alientan fervorosamente los ataques de la OTAN.
Los portavoces políticos de los rebeldes y Yunes están indignados, y no lo ocultan. "La reacción de la OTAN es muy lenta. Misrata está sometida al exterminio y la OTAN deja que muera la gente", afirmó Yunes. "¿Por qué no cumple las resoluciones de Naciones Unidas?", se cuestionaba ayer el vocero Mustafá Gheriani. "Puedo asegurar que cada hora de cada día estamos vigilando lo que ocurre y asegurándonos de proteger a los civiles", contestó Rusell, diplomático, desde Nápoles, informa Reuters. Los cazas aliados ejecutan centenar y medio de salidas diarias e impiden el sobrevuelo a lo que quede de la aviación libia. Pero los sublevados quieren más. Para empezar, asistencia para luchar en igualdad de condiciones con sus enemigos.
¿Armarán las potencias occidentales adecuadamente a los sublevados? Chris Stevens, enviado de Washington, ex número dos en la Embajada en Trípoli y recién llegado a Bengasi, habló de "la necesidad de financiación del Consejo Nacional [rebelde] para que este pueda seguir funcionando". Pero añadió que los recursos deben canalizarse a través de la comunidad internacional. El abastecimiento de armamento sería un proceso lento. Y más fatigoso, el imprescindible adiestramiento que necesitan los inexpertos combatientes.
Aunque se habla de la presencia de agentes de la CIA y es patente en el Consejo Nacional la presencia de élites libias educadas en EE UU, Washington quiere eludir el papel de director de este drama bélico. Los vecinos de Bengasi no albergan dudas: mitigado el arraigado sentimiento anticolonial, quieren que Barack Obama vuelva a la carga contra las tropas de Gadafi. Pero mientras aunque quiera mantenerse al margen en las cuestiones militares, esta madrugada la secretaria de Estado norteamenricana ha vuelto a pedir a Gadafi que abandone el poder y Libia, en respuesta a la carta que éste envió al presidente Obama para pedirle que cesen los ataques. "Creo que el señor Gadafi sabe lo que tiene que hacer. Tiene que haber un cese del fuego, sus tropas tienen que retirarse de las ciudades que han tomado por la fuerza con una gran violencia y un gran coste humano y tiene que haber una decisión sobre su salida del poder y (...) su salida de Libia", señaló Clinton tras reunirse con su homólogo italiano, Franco Frattini.
Puntuales cuando Al Yazira inicia su conexión, cientos de vecinos gritan bajo el balcón desde donde transmite la cadena catarí. Los mensajes dependen de los avatares del día. Desde hace tres días la diana es la alianza. "El retraso de la OTAN=más civiles muertos", se lee en una pancarta en inglés. "Vuelan para gastar combustible", dice un airado bengasí, reacio a discutir de matices político-militares. "No somos de Al Qaeda, queremos libertad", reza otro cartel.
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